Capítulo 40

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Llevé la cuchara con cereal y leche hasta mi boca y mastiqué. No había nada mejor que desayunar en la casa de tu difunta abuela con tu familia y tu ex novio. Nótese el sarcasmo.

-¿Qué tal tus clases, Nathaniel?

Mi padre había, gracias a Beyoncé, comenzado una conversación. Lo hubiero hecho yo, pero no sabía que hacer para acabar este incómodo silencio.

-Bueno, voy a entrar a mi segundo año de Gastronomía y Gestión Culinaria.

-¿Te cambiaste?-pregunté de inmediato. Sentí las cinco miradas sobre mí, así que me acomodé en mi asiento y bajé la mirada a mi plato nuevamente.

-Así es, Vi. Conseguí convencer a mi padre de que las leyes no son lo mío y quiero hacer lo que me apasione.

-Por eso me agrada Nate.-comentó mi padre. Todos rieron, menos yo, que seguí  moviendo la cuchara de un lado a otro, revolviendo mi desayuno.-Vamos, ríete un poco, Violet...

Negué.

-Lo siento, iré al baño.

Me levanté y me dirigí a paso rápido hasta el baño. Me mojé la cara, hice de mis necesidades y todo bien, hasta que me fijé en mis bragas. Una roja manchaba abundaba en ellas. Sentí querer morir. Mi período había llegado y no había traído nada conmigo. Así que me las ingenié con mucho papel higiénico y salí del baño, chocando con Nate.

-Woah, debes tener cuidado por donde vas.

Lo había dicho con un tono de burla, quería reír, pero no me lo podía permitir. Tenía que ir a comprar compresas de inmediato.

-Si, lo sé. Lo siento, Nate.-bajé la mirada y caminé, pero me detuvo.-Nate, debo...

-¿Por qué estás así conmigo?

-No tengo tiempo para hablar.

-Claro que sí, yo no me iré. Ahora, dime.

Rodé los ojos, y me fui hasta la mesa. Todos seguían ahí, menos el abuelo, que había ido a ver la televisión.

-Mamá, necesito el coche, urgentemente.-pedí.-Por favor.

-Violet, debemos ir a ver la herencia y el testimonio y todo eso... Queda algo lejos. No puedo prestarlo.

Gimoteé. Nate se sentó al lado de mi abuelo, estaban viendo un juego de los Lakers.

-¿Qué son los Lakers?-preguntó mi abuelo.

-Por favor. Es una emergencia.

-Puedes ir al y pequeño centro comercial con Nate. Les hará bien. Ya sabes, para que te relajes y logren hablar...

-No me ayudas mucho, Mamá.-me acerqué a ella y le hablé en el oído.-Necesito compresas.

Comenzó a reír. ¿Era mi madre, en realidad? ¡Eso no se hace!

-Dudo que Nate tenga problema en acompañarte a comprar compresas, hija.

Bufé dejando mis brazos caer. Quería abrir un agujero y enterrarme ahí, viva. Para que sufriera yo misma.

-Para nada, señora Allen.

-Dios mío... Mejor me mato.

Escuché la risa de todos, saqué mi dedo del medio y se los enseñé a todos. Me dirigí a mi habitación para buscar ropa y para poder cambiarme. Así que busqué toda la ropa negra que había traído y me la coloqué. Me devolví hasta la sala de estar y miré a Nate.

-¿Listo para ir?

-Déjame buscar mi chaqueta.

Bajé la mirada una vez más y asentí. Hacía esto cada vez que él se dirigía a mí. Y lo peor es que no sabía porqué. Me gustaría poder preguntarle a la Abuela. Ella sabría que hacer. Siempre era así.

Who Says; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora