Capítulo 31

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Tomé asiento en mi cama para luego quitarme los zapatos.

-¿Cómo te has sentido?

La voz de Nate retumba en mis oídos. Me acomodo en mi habitación y retiro finalmente mi chaqueta. Abrazo la almohada que está a mi lado y cierro los ojos. Puedo sentir como mi novio se acuesta a mi lado, comienza a acariar mi cabello y siento su respiración chocar con mi rostro.

-Mejor...

Habían pasado tres días desde nuestra primera vez juntos y había estado algo enferma. Tenía molestia en la garganta y dolor de cabeza.

-¿Quieres que te traiga algo?-preguntó. Negué para luego sentir una de sus manos colocarse en mi frente.-Dios, Violet, estás ardiendo.

-Eso es mentira...-susurré.-No estoy de ánimo para esas cosas.

Escuché la risa de Nate mientras su peso en la cama desaparecía.

-No me refiero a eso tontita. Tienes fiebre. ¿Dónde puedo encontrar un termómetro?

-Baño.

Lo único que quería hacer era dormir hasta no despertar y morir en el sueño. Mi cuerpo estaba algo frío, excepto por la zona de mis pies. Sentía cierto calorcillo en mi cabeza, y eso me molestaba demasiado.

-¿En qué parte?-gritó. Una punzada atacó mi cráneo.

-¡Shhh!-escondí mi rostro en mi mejor amiga, mi almohada.-Cajón derecho, bolsa azul...

Escuchaba los cajones sonar y unos movimientos que no era capaz de reconocer. Los pasos de Nate fueron acercándose a dónde me encontraba tirada. En cualquier segundo me quedaría completamente dormida.

-Sólo encontré ésta, la que tiene un pájaro y...-abrí los ojos como platos mientras escuchaba el cierre abrirse.-Ya sé donde dejas tus cosas del período.

Traté de avanzar a dónde estaba y le arranqué la bolsita, cerrándola en el acto. La escondí detrás de mí.

-Nate...-murmuré nerviosa. Podría jurar que estaba comenzando a sonrojarme.-Me avergüenza...

-¿Por qué deberías?-me cogió de la cintura.-Hemos estado juntos, nos hemos visto desnudos y somos una pareja. Esto es completamente normal.

-Lo sé, pero aún no me acostumbro. Y ni me lo menciones, que la próxima semana viene mi peor pesadilla.

Reí pero mi cabeza reclamó una vez más. Traté de buscar en la bolsa una píldora que acababa con cualquier tipo de dolor. La usaba para cuando tenía dolores menstruales, también. Era una maravilla.

-Te traeré un vaso de agua y un té. Quédate aquí y descansa un poco.-me acostó y me besó en la coronilla.-Volveré en un momento.

Cerré los ojos y me dejé llevar por la dulce melodía que el exterior de Portland me entregaba todos los días. No sabía cómo sería California y tenía algo de miedo por ello. No sabía cuántos minutos habían pasado, pero me desperté al sentir más luz en la habitación. Así que comencé a abrir los ojos lentamente. Giré y miré, encontrándome con Nate abriendo las cortinas.

-No, joder.

Tapé ambos ojos, quejándome en el acto. Me levanté de la cama, con el propósito de ir al baño.

-Señorita Allen, no se irá de aquí hasta que tome su pastilla.-fruncí el ceño y restregué mis ojos.

-A menos que quieras que haga pis encima tuyo, iré al baño.

Escuché la risa de Nate. Fui al baño e hice pipí. Lavé mis manos, junto con mi rostro para despertar un poco más. Mis mejillas estaban algo rojas, y estaba claro que no era por sonrojo. Estaba enferma, lo podía dar por hecho. Saqué el termómetro junto con mi blusa, lo coloqué bajo mi axila mientras me devolvía a mi habitación, pero antes de entrar, le pedí a Nate que no me mirara en brasier. Era inútil, me había visto sin una prenda en el cuerpo, pero aún así se me era incómodo. Me acosté y encendí el pequeño aparato.

Who Says; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora