Carta XXI

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Me seguiste el besó.

Sentir una vez más el calor de tu cuerpo, el sabor se tus labios fue tocar el cielo. Fue tocar una vez más el paraíso, ese que yo había destruido.

Pero como todo cuento, el nuestro acabó.

Sollozaste, y te alejaste. Tu mano quedo en mi mejilla, mientras tus ojos tristes veían los mios.

Tuve miedo, sabía lo que venía. Y no me equivoque.

— Te amo...

—Yo no. Has llegado tarde, demasiado tarde. Tus labios ya no me muestras el cielo. Solo me recuerdan el infierno.

Supe, fue ahí que me di cuenta. Que te había perdido. Era definitivo... mi corazón te amaría eternamente, mientras el tuyo había muerto.

Después del Adiós. (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora