Capitulo 20

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El verano había llegado y el calor se iba sintiendo. Me desperté y Franco estaba abrazándome, casi aplastándome, estaba muriendo de calor.

Encendí la televisión de mi cuarto, esa que nunca uso, y decían que eran las 6:23 de la mañana. Me levanté de la cama, apague el televisor y me dirigí a la ducha. En el medio de mi relajante baño escucho que la puerta se abre.

-Perdoname bombonaza pero quería venir a lavarme los dientes y a orinar.-

¿Mucha confianza tomó de golpe? -¿No podes esperar que ya salgo?-

-Uff! que humor tenemos esta mañana, está bien vida.- Salió del baño y me dejó sola.

Una vez que me cambié en mi cuarto, me dirigí a hacer café. Saqué unas tostadas que tenía y un queso. Llené mi taza con café y deje otra vacía para Franco.

Su bolso seguía arriba del sillón, lo observé de la cocina y estaba abierto. Me acerqué un poco para mirar y estaba repleto de cosas, creo que anoche no me di cuenta de lo grande que era. Dejé mi taza sobre la pequeña mesa de café y con cuidado de no desordenar nada, hurgué en el. Había cuatro camisas blancas, cuatro trajes, uno negro, dos azules, uno más claro que el otro, y uno gris. También cuatro pares de medias, cuatro boxers, cuatro remeras blancas y cuatro corbatas, una negra, una roja, una azul y una blanca con negro. ¿Pensaba instalarse en mi casa por toda la semana?

Dejé todo ordenado como estaba y cuando Franco salió del baño después de ducharse, le serví café y se lo di. Él me agradeció.  -Que grande que es el bolso que trajiste.- Dije como si fuese una observación al pasar.

-Sí.- Contestó él.

-¿Pensas quedarte mucho?- No podía seguir con vueltas.

-Hasta el viernes si no te molesta.- Sonrió. -Y el fin de semana podes quedarte en mí casa.-

-No es para que te enojes lo que te voy a decir, ¿pero no crees que vamos muy rápido?-

-¿Rápido? No, para nada. Solamente me quedo unos días, no me vengo a vivir con vos.-

-Está bien.- Contesté.

Al fin es viernes. La semana pasó bastante rápido, a pesar de mi entusiasmo porque termine y tener mí casa para mí sola.

Desde que abrí los ojos esta mañana Franco me recordó una y otra vez la cena que teníamos con sus padres esta noche, no estaba nerviosa, si no, que no tenía ganas de ir, aunque, supongo que sus padres son encantadores.

Conocer a sus padres... pensé.

-¡Eugenia!- Nacho me llamaba de la oficina haciéndome sobresaltar.

Una vez adentro de su despacho me senté frente a él. Se lo notaba un poco nervioso. -¿Pasa algo?-

-Sí, no sé cómo pasó pero me olvidé de que hoy tengo la cena benéfica.- Contestó él tecleando a toda velocidad en su computadora.

-Pero yo no tengo anotado nada en tu agenda.-

-No, porque un amigo es el que la organiza y directamente me invitó él. Por eso nunca llego tarjeta.-

-Oh!-

-Y me está mandando las invitaciones ahora mismo.-

-OK, cuando lleguen las traigo.- Me levanté de la silla como para salir de allí.

-No, esperá necesito que me acompañes.-

Aclaré mi voz y levanté una ceja. -Pensé que querrías ir con Sabrina.-

Aunque dobles mi edad [ Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora