Me revolví en la cama buscando a Nacho, pero no se encontraba allí. Abrí mis ojos y me di cuenta de que estaba sola envuelta en las sábanas. Me levanté de la cama y deslicé sobre mi cabeza la camiseta mangas cortas que Nacho tenía puesta.
Me acerqué al baño y oí el agua de la ducha correr. Dude en entrar pero decidí que mejor no.
Me tiré a la cama nuevamente, sonreí ante el recuerdo de Nacho, tenía su perfume, su olor impregnado en la piel y el sabor de sus labios en los míos. Pensaba en él y sentía que todo mi cuerpo se estremecía y excitaba, quería otra vez sentirlo adentro mío, que su manos acaricien cada parte de mi cuerpo, que pose sus labios en los míos y me haga suya.
La puerta del baño se abrió y allí estaba con el torso desnudo y con una toalla en la cintura. El pelo mojado y revuelto. Me acerqué a él y rodeé mis brazos en su cuello, le di un suave beso en los labios, luego me alejé de él y nos miramos a los ojos mientras sonreíamos.
-Te queda muy bien mi ropa.- Dijo observando su camiseta. Le solté el cuello y di una vuelta para mostrarle como me quedaba. -Preciosa.- Sus ojos se llenaron de deseo, su sonrisa tierna se transformo en una pícara media sonrisa, se acercó a mí y rodeó sus brazos en mi cintura apretándome fuertemente contra él. Me tiró en la cama y comenzó a besarme con urgencia, con necesidad de más, era evidente que a los dos nunca nos parecía suficiente siempre queríamos más de esto, porque es increíble.
Me besó el cuello haciéndome cosquillas que me hicieron reír. -Esperá.- Dije entre risas. -Quiero bañarme.- Las cosquillas no cesaron, si no que al contrario. -Nacho, pará quiero ir bañarme, estoy sucia.- Dije sin poder parar de reírme.
-Está bien.- Dijo de mala gana y se sentó en la cama, como un nene encaprichado, eso me hizo reír aún más. -No sabía que tenías cosquillas.-
-Sí, las odio pero me gustan.-
-A mí me encanta tu risa, así cualquier cosa que te haga reír me gusta.-
Me mordí el labio, pero lo solté rápidamente, me paré de la cama y caminé hacia la puerta de salida. -Doctor, me voy a bañar solita.- Mi voz sonaba extraña, como insinuante, mientras me apoyaba en la puerta intentando hacer una pose sexy mientras levantaba un poco la remera para que pueda ver mis muslos desnudos.
Su medía sonrisa pícara estaba de regreso nuevamente. -O te vas o volves a la cama.-
No lo pensé dos veces y me fuí a la cama con él.
Luego de que pude salir de la cama con Nacho, me bañé y él lo hizo de nuevo. Después salimos a cenar y fuimos a recorrer.
-Me parece que ese vestido te va a quedar muy bien.- Dijo señalando un hermoso vestido verde oscuro de encaje, que se encontraba en una vidriera.
-Me encanta.-
-Vamos, entremos que te lo quiero regalar.-
-No, basta de regalos, me vas a mal acostumbrar.-
Rodeó los ojos y se rindió a discutir, sonreí triunfante y seguimos caminando. Hacía un poco de frío entonces decidimos a tomarnos un café. Entramos a una cafetería y nos sentamos en una mesa.
-Voy a dejar a Franco.- Juro que no pensé decirlo, ni siquiera estaba pensando en eso, no sé cómo salió de mi boca. Apenas pronuncié esas palabras ya tenía la necesidad que la tierra me trague. Sentía que me ponía toda colorada y que el calor se extendía por todo mi cuerpo.
-¿Por qué?-
-N... n... no sé, ni... siquie.. ni siquiera por qué dije eso.- Tartamudeé.
Vino el mozo y realizamos nuestro pedido que trajo a los 20 minutos.
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Aunque dobles mi edad [ Editada]
RomanceEugenia Benet es una joven de 20 años, ella no busca enamorarse, pero el amor la encuentra. Eugi queda realmente encandilada desde el primer día con Ignacio Fuster, su jefe, el problema no es sólo que él tenga 40 años, si no, toda su historia y su f...