"Aquellos que eran vistos bailando,
eran considerados locos por quienes
no podían escuchar la música."
—Nietzsche.
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—La habitación 301 está sola desde hace meses—, musitó la morena sin ninguna preocupación. Continuaba caminando entorno al kazajo, como si buscase acorralarle en cualquier momento.
Un remolino se hizo en la cabeza del psiquiatra, en definitiva aún no estaba del todo despierto. —¿Estás tomándome el pelo? Y lo dices como si cualquier otro interno no haya sido capaz de filtrarse ahí. No sería la primera vez que a Mila se le resbalan entre los dedos por cualquier motivo estúpido—
Yuri pasaba por alto la conversación, sus dedos exploraban la piel magullada de su cuello. No se sentía realmente atraído acerca de si le creían o no, aquellos idiotas apiñados en la esquina iban a achacarle lo que bien les diera la gana y pusiera fin al tema de la manera más incongruente, por lo tanto, les dejó hablar.
—Otabek, ¿podrías solamente llevar eso a cabo? Te prometo la jarra de café para ti solo, no te llevará ni un minuto. Incluso podría arreglármelas para traer cigarros—, su mano se encerró entrono al hombro del contrario, volviendo un apretón amistoso a una caricia más femenina.
El rubio se incorporó del catre súbitamente. —Ya me siento mejor, ¿puedo irme? —, no había puntualizado su pregunta cuando se puso en marcha hacia la puerta, tras el efecto de la droga veía el suelo hundido y el medicamento controlado se batía en su sangre. Caminó más despacio hasta que sintió un nuevo pellizco el cual no pudo aguantar y sus rodillas cedieron ante el peso.
Se sumió nuevamente en el sueño y hubiera caído de bruces a no ser que el brazo de Otabek le sostenía por poco. Una enfermera regordeta se retiró aun con la jeringa alzada, cuyo contenido descargó mientras Plisetsky caminaba a la puerta. El chico ya estaba demasiado dopado y revelarse de aquella manera le había dado sentencia, provocando que le suministraran dosis exageradas.
Miró como la piel, ya por naturaleza blanquecina, se tornaba fantasmal.
—¿Cuánta morfina lleva?
Sala parecía no verse afectada por la situación del paciente, algo diferente en su personalidad debido a la simpatía que tenía por ellos. —El director ordenó aplicarle 10 miligramos si llegaba a ponerse rebelde.
—Y si Viktor te dice que te tires de un puente ¿lo harás?
Otabek había llenado la ficha para que Plisetsky asistiera a la elaboración de su perfil a las 12.04. Cuando llegó a su consultorio una temperatura despiadada le dejó unos momentos acostumbrándose en la entrada, a mediados de otoño él pronosticaba aire fresco pero aquello superaba sus expectativas.
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Insanire »otayuri AU«
TerrorOtabek Altin, un egresado en psiquiatría durante el año de 1932, acepta lo que parece ser una primera y buena oferta de trabajo. Esto terminará por ser el inicio de una pesadilla interminable: la crueldad con la que los pacientes son tratados dentro...