Medusa

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"El sexo forma parte de la naturaleza, y yo me llevo de maravilla con la naturaleza."
—Marilyn Monroe.

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»Lunes, 31 de Octubre, 1932.
»7:00 am

Comenzó como de costumbre el día, la misma rutina que los otros enfermos del manicomio. Resultó que las duchas eran más a menudo, casi diarias, sólo que cuando el ingresó se hallaban en reparación. Prácticamente se había metido en las regaderas a toda prisa, pero con más ánimos.

Se bañó impetuoso, poniendo atención en cada pequeño aspecto. Ya sabía que los enfermeros tardaban más de los diez minutos en volver a traer sus ropas, así que disfrutó cada segundo bajo el agua. Lavó su piel varias veces y su cabello recibió un tratamiento minucioso. Quedó igual de magnífico que antes, cuando tenía las posibilidades.

A la hora de cambiarse fue el primero en terminar, aprovechó los minutos de ventaja y subió corriendo a las habitaciones, recibiendo regaños en en el proceso de Mila. Una vez dentro de la pieza, buscó debajo del catre su única pertenencia.

Los internos tenían permitido mantener un objeto consigo, todos eran reglamentados y muchas cosas no podían tenerse dentro. La mayoría conservaba libros e incluso juguetes, otros nada. Yuri tenía una cajita musical que atesoraba con ahínco, era un regalo de su abuelito cuando cumplió diez años y fue de lo poco que no embargaron al desalojar a su familia.

Girabas una pequeña palanca y la bailarina de ballet que decoraba la tapa, comenzaba a danzar en círculos bajo las notas de Para Elisa, obra de Beethoven. Cuando la melodía llegaba a su fin, lo cual demoraba unos seis minutos, se abría. Era algo que los encargados del hospital no cercioraron.

Dentro, Yuri tampoco se dio cuenta de lo que guardaba hasta hace unos días. Sonrió por su propia malicia desapercibida. En una ocasión su padre revisó su closet y él ocultó sus prendas femeninas, dejando un cabo suelto que metió en la caja a las carreras, olvidándose de el más tarde. Tomó el pequeño objeto y lo colocó en su cuerpo, mirando a la puerta para cuidar que nadie se fuera a dar cuenta.

Se terminó de acomodar justo en el instante en que Sala fue a buscarlo para el desayuno. Él fingió estar arreglando su cama deshecha y bajó deprisa, sintiendo la presión del artefacto y satisfecho de poder tener algo que regalarle a su psiquiatra. La enfermera italiana lo tomó con fuerza y lo condujo a tropezones, las uñas de ella se clavaron en su hombro haciéndole daño. Se quejaba de que no le pagaban lo suficiente como para ir tras la pista de los enfermos. Continuó su monólogo, siendo ignorada por Yuri. Nada arruinaría su buen humor.

 Nada arruinaría su buen humor

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»9:00 am

Mentiría si dijera que se encontraba emocionado por celebrar otro cumpleaños. No es que Otabek tentara la muerte ni fuera desahuciado, había logrado tanto en su vida que se sentiría terrible si algo truncara sus planes. Solamente le parecía una fecha ordinaria.

Insanire »otayuri AU«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora