030 | Capilla

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El repiqueteo de los utensilios en otras mesas me molesta a medida en que esperamos que nos tomen la orden. Mantengo la mirada seria y el rostro inexpresivo, suspirando de vez en cuando. Mark y Martín charlan entre ellos con toda normalidad en las sillas de al lado, mientras yo lucho con los sentimientos contenidos que amenazan en hacerme quedar en vergüenza si los demuestro.


El sonrojo en mi cara no parece querer irse jamás. Es la oleada de confusión que arremete contra mí con el regreso de Camille y su... pareja, o tal vez es la rabia contenida. 


En un gesto de atrevimiento, poso la mirada en ellos dos. 


Están charlando, Camille con el brazo apoyado en su hombro y las rodillas en su dirección. Parece estar en plena confianza con él, segura de lo que tienen y relajada porque sabe que nunca terminará. Se acerca a susurrarle algo al oído con una sonrisa coqueta y Weed se limita a escucharle, empezando a curvar las comisuras hacia arriba. A continuación, se ríen y ella recuesta la cabeza en su hombro, sin que la sonrisa abandone sus rostros. 


Se me comprime el pecho enseguida. Nunca había sentido algo tan fuerte como esto. 


Duele, duele como el infierno.


Te estuve esperando todo este tiempo, Weed, queriéndote aun con el pasar de los años. Y cuando al fin te veo... ¿no te acuerdas de mí sino que estás malditamente feliz con mi mejor amiga? 


Estar consciente de eso me perfora el alma. Me mata. ¿Cómo es que siempre estuve compitiendo contra ella y nunca lo sospeché? ¿Cómo es que el consuelo que ella me brindaba cuando lloraba por él resultó ser solo una muestra falsa para que no dudara de sus sentimientos por él? Cada carta que le escribí empapada de un amor sincero, cada regalo que le di... ¿ella se llevó todo el crédito?


Es demasiado. 


No puedo tenerlo enfrente y fingir que lo he olvidado. Que no siento nada. Tal vez Camille sea buena para pretender que nada pasó, pero yo no. 


Estrello ambas manos contra la mesa con ímpetu, llamando la atención de las cuatro personas sobre las sillas, y me levanto por las mismas. M & M reaccionan quedándose callados como estatuas, mientras que Camille enarca una delgada ceja y Weed se limita a verme como si no entendiera por qué soy tan extraña. 


Sé que me estoy comportando de manera increíblemente patética, pero no puedo soportarlo más. Me duele muchísimo. El solo ver lo felices que son me rompe el corazón en mil pedazos, haciéndome pensar que habría sido mucho mejor si nunca hubieran regresado. 


Aparto la mirada de forma dolida e, ignorando los murmullos de advertencia de Martín para que vuelva a sentarme, me echo a andar lejos. El corazón me late a toda prisa. Esquivo las mesas y a los meseros que se están interponiendo, con la acérrima decisión de que no volveré a estar cerca de ellos a menos que se hayan separado.


Cuando estoy a punto de atravesar la salida, la mano envuelta en mi antebrazo me detiene. Es Martín, mirándome con expresión preocupada.

All you had to do was stay ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora