084 | Smoke-free

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Cassie

Mile y Vera se suben en la limusina tras dirigirme la última mirada. 

Mientras tanto, Barak me abre la puerta para que entre. Su mirada es risueña, casi adorable, y brilla, una pequeña sonrisa adornando sus labios. Le miro con seriedad por un momento, intentando descifrar sus intenciones. 

¿Por qué ha venido a verme? ¿Por qué quiere verme?

Pestañeo de un lado a otro y suspiro antes de estirar la pierna y subirme completamente. Mis teorías, al final, no tienen sentido.

Barak cierra la puerta y rodea el auto. Lo tengo a mi lado dentro de un segundo. Me toma por sorpresa ver que su primer movimiento es inclinarse hacia mí y estirar su brazo con la intención de tocarme el rostro. Me pego contra la ventanilla por acto reflejo, sus ojos antes contentos llenándose de desconcierto.

¿Qué cree que hace...?

Desvío la mirada y espero a que se aparte, palpando la incomodidad en el aire mientras me toco los dedos.

Debe haber un malentendido. Lo de esta mañana fue un desliz, mi posición sigue siendo exactamente la misma: no quiero que me toque. No me interesa tener una relación inestable con él. Ni siquiera sabe qué siente, sólo ha estado actuando así porque se lo he permitido.

Entonces retrocede lentamente, dejando caer el brazo en su regazo.

— ¿Estás enojada? — pregunta.

Me saca una sonrisa inesperada.

— ¿Qué te hace pensar que estoy enojada? — replico, volviendo mis ojos y clavándolos en los suyos, que de verdad parecen extrañados. Confundidos.

— Ignoras mis mensajes y ahora estás a la defensiva — responde, convencido.

— Así es mi actitud — Me río, y frunce el ceño —. A veces respondo al segundo y a veces no. No tiene nada que ver contigo. — Abre la boca para contraatacar, pero lo interrumpo —: Ah, creo que hay una confusión. Vernos, abrazarnos, tocarnos... — Junto los labios en una sonrisa aplastada y niego con la cabeza — no vamos a hacer eso. 

Sus ojos se oscurecen en descomprensión, viéndome rápidamente de un lado a otro como si quisiera leerme.

— ¿Por qué no? — dice en voz baja.

Resoplo por la nariz ruidosamente y miro al frente, cruzando los brazos. Una sonrisa irónica aparece en mis labios y lo vuelvo a encarar, esta vez alzando la cejas.

— No puedo sentarme a ver cómo te acuestas con media ciudad para que luego vengas y digas que estar conmigo es lo mejor del mundo. No tengo ánimos ni tiempo. Si eso es lo que estabas buscando después de esta mañana, lo siento — puntualizo.

Sé que es mi culpa por no haberle puesto un alto desde el principio. Fue inocente de mi parte pensar que era tan amable y comprensivo porque era mi amigo, cuando era evidente que terminaría esperando otra cosa a cambio. Ese no es el tipo de relación que anhelo, y no es como si Barak fuera capaz de dármela de todos modos.

Suaviza el ceño drásticamente y su mirada se vuelve sugestiva, como si sacara sus propias conclusiones y le pareciera lo más divertido del mundo.

— ¿Te dijeron algo malo sobre mí? — deduce, sonriendo abiertamente. Le frunzo el ceño. Su cuerpo se mueve más hacia mí y sus ojos hipnotizadores parecen estar haciéndome una promesa —. Quienquiera que fuera, tú me conoces más. Pudo haber sido una mentira, pero aquí estás, molesta conmigo — Niega con la cabeza, decepcionado pero haciéndole gracia.

All you had to do was stay ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora