Soy Piper Chapman, estudiante del último año de psicología.
Ella es Alexandra Vause y es la novia de mi hermano, Cal.
¿Algo peor que tener a la tentación al alcance de tus manos?
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El vuelo saldría el viernes a las ocho de la noche, Piper aún no sabía nuestro destino y no lo sabría hasta que pisáramos tierra, estaba segura que ella no dejaría de insistir hasta saberlo. La semana transcurrió con una normalidad increíble, a excepción de que Cal no le dirigía la palabra a Piper y ella cada día que pasaba, se sentía peor, trataba de animarla invitándola a salir, pero solo pasaba que no hablaba, ni siquiera me miraba a la cara. Ni siquiera habíamos tenido relaciones y eso me tenía un poco irritable, quería entenderla; hoy habíamos quedado de ir al cine a ver el estreno de Star Wars. -Te estoy esperando -le dije al escucharla por el teléfono. -Estoy llegando Alex. -Está bien, no te demores, la película ya va a empezar.
Faltaban veinte minutos para que empezará la película, yo ya había comprado todo para que cuando ella llegara, sólo entráramos a la sala. Cuando llegó, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, respire profundo, Cal era un hijo de puta. -¿Qué pasó ahora preciosa? -Sacó mis cosas Alex -decía con la voz cortada a causa de las lágrimas- cambió la cerradura y su número de teléfono -la abracé. -¿Así sin decirte nada? -asintió sobre mi pecho, empezaba a sollozar. -Cal me odia Alex, con eso me lo está demostrando -rompió a llorar, todo mundo nos empezaba a mirar, acariciaba su espalda sin dejar de abrazarla, pensé en que Cal era un idiota ¿por qué hacerla sufrir de esta manera? Era su hermana, su sangre. -Tranquila preciosa ¿Dónde traes tus cosas? -le pregunté. -Están en el taxi. -Vámonos.
De camino al taxi, la mirada de Piper estaba hacia el suelo, le tomé la mano y sin preguntar nada, le pedí al taxi que nos llevará a casa. No podía dejar de verla, su mirada perdida me estaba mostrando que no estaba nada bien, acariciaba su mano, su temperatura de la piel estaba fría y estaba más pálida de lo normal. Llegamos a casa, el taxista muy amable me ayudó a bajar las cosas de Piper, estaban todas dentro de bolsas negras, Pipes estaba de pie al lado de la entrada, con la cabeza cabizbaja. -Gracias -le pagué y nos despedimos- amor, por favor, entra -le pedí al ver que se quedaba afuera- quédate aquí mientras subo tus cosas ¿vale? -asintió.
Acomodé las cosas de Piper en mi habitación y las demás, las deje en la de huéspedes, ella no decía nada, sus lágrimas caían sin cesar, me acerqué a ella y por un momento, nuestras miradas se encontraron. -Perdóname -me dijo lanzándose sobre mí, abrazándome- todo esto es mi culpa, jamás debí haber hecho esto. -Pipes -le dije soltando el abrazo- esto no es tu culpa ¿ok? -agarre su quijada y la obligue a mirarme a la cara- No es tu culpa que sientas esto por mí, así como tampoco es mi culpa que yo te ame como lo hago, por favor, sácate esa idea tonta de tu cabeza -la abracé de nuevo. -¿Y por qué Cal no lo entiende entonces? -rompió en llanto de nuevo- No quiero que me odie, no a mí. -Está dolido Pipes, es todo y así es su forma de actuar, tienes que darle su tiempo mi amor. -Me siento el peor ser humano del mundo Alex, me siento sucia y no quiero sentirme así -yo me sentía igual que ella y no por lo que estaba pasando con Cal porque él no entendía la situación, me sentía mal porque Pipes estaba mal, quería arreglar toda la situación, hacerla sentir bien y no poder hacerlo, me enfurecía. -¿Existe algo que puedo hacer por ti? Por favor -supliqué- dime si puedo hacerte sentir un poco mejor, lo haré. -¿De verdad? -su carita apagada me miró y esbozó una pequeña sonrisa. -Claro que sí mi amor, lo haré si está a mi alcance. -Vámonos ya mismo de viaje, por favor -me pidió- no soporto estar aquí.
