And If the Night Comes

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Para Yuri despertarse temprano en ese momento fue casi una tortura. Ver a un Yuya que había querido dormir con él de manera voluntaria había sido realmente agradable, había estado más tranquilo que todas las noches anteriores. Pero ahora que había despertado no podía sino mirarlo con preocupación. Ahora que ese tipo sabía que estaba allí y que tenía algo de conexión con lo ocurrido con Yuya no podía sino pensar en lo que se avecinaba. Estaba seguro que ese tipo no se iba a cansar, estaba casi absolutamente seguro que iba a volver cuantas veces fuera necesario para que le soltara algo de información, que le dijera cualquier cosa mínima sobre el supuesto paradero del de ojos rojos. Estaba muy seguro que lo haría porque el no era idiota y lo había notado tan fácilmente que hasta le asustaba.

Ese niño de cabellos azules estaba enamorado de Yuya.

¿Cómo diablos había ocurrido y en qué momento? No tenía ni la más puñetera idea y tampoco le interesaba. Le hervía la sangre solo de pensarlo, porque ese niño adicto a las golosinas quería quitarles a Yuya de sus manos. Se lo quería quedar y no lo iba a permitir, aceptaba compartir con los otros dos, porque bueno, al fin y al cabo también tenía cierto gusto por ellos, no lo iba a negar, pero ese niño era distinto. Estaba seguro que apenas encontrara a Yuya no iba a preguntarle por sus motivos, iba a querer que volviera y le iba a insistir a toda costa que lo hiciera. Tal y como le había insistido a él que le dijera que le dijera que sabía del de ojos rojos. Lo sabía, iba a ser un testarudo. No lo podía culpar, el amor hace a más de uno un idiota. Él incluido, había vuelto a un lugar al que se prometió nunca mostrarle a nadie más. Y no solo por esa persona, sino también por otras dos que poco a poco se estaban ganando su corazón. No podía explicarse, pero si podía hacerlo con los demás. Y la mirada de Sora le decía que volvería.

Y la actitud de Yuya frente a lo ocurrido tampoco le daba buena espina.

El chico se había mostrado como el primero en hacer algo al respecto, en seguir sus órdenes y hacer lo que más podía por ayudar a la situación. Pero eso no era lo que parecía sentir. Porque Yuya había mantenido una actitud muy forzada, él se forzaba a sí mismo a hacer eso, a pensarlo, a renunciar a su pasado. No podía creer lo fuerte que era en ese aspecto, no había visto mucho de él cuando estuvieron todos juntos, pero si entendió lo mucho que este le afectaba actualmente. Quería cortarlo de manera tajante de sí, no volver a verlo, quería dejarlo en el olvido para siempre. Yuya detestaba o fingía detestar todo lo que había vivido anteriormente. Y lo podía ver, las pocas veces que lo mencionaba era para decir cosas buenas, cosas que le daban nostalgia, cosas como su madre o lo bien que lo pasaba en el la escuela de duelos (de la cual no decía el nombre nunca). Yuri sabía que había algo mal con él, lo podía sentir.

—Yuri—oyó que murmuraban a su lado. Dirigió su mirada hacia el chico y este lo miraba algo adormecido aún. El de ojos fucsias notó el suave sonrojo que había en aquel rostro. Casi se olvidó de manera instantánea de lo que pensaba anteriormente—, es muy temprano... no deberías de estar despierto...

—Yuya—le llamó en un susurro, levantó su mano un poco, con todos los deseos del mundo de quitarle esos rizos de cabello que le caían sobre la cara y pasarlos por detrás de la oreja. Pero temía que quizá no fuese lo mejor para él, que quizá le asuntara eso, así que dejó su mano y sus intensiones justo donde estaban. Miró un poco más a aquella cara adormecida que luchaba por mirarlo y no quedarse dormido—, tú vuelve a dormir, yo tengo que...—y entonces uno de los brazos del de ojos rojos lo rodeó más y lo apretó contra si—No Yuya, no puedo quedarme...—dijo muy a su pesar.

—¿Por qué?—preguntó el otro casi sobre su pecho. Rogándole de manera silenciosa que se quedara. No quería que hiciera más por ellos, no ahora en ese momento. Anoche había sido suficientes, había dicho cosas sobre ellos que creía le habían herido. Yuto no le había ayudado en casi nada, solo había mirado a Yuri poco, como si no se mereciese que lo miraran en ese momento. Yuya no podía decir que estuviese seguro, pero al menos sospechaba que eso le había herido de alguna forma. Sabía que no lo iba a admitir tampoco, así que prefería no decirle nada y simplemente quedarse allí, a su lado. Esperando a que lo del de ojos grises no fuera más que su imaginación y el cansancio de aquella situación. Esperaba que no fuera nada malo.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora