Lo que hemos pasado

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Despertó soñoliento acurrucado en el centro de la cama con un cuerpo a su lado. No pudo moverse mucho más por toda la vergüenza que sentía. Apenas y abrió los ojos para verlo a la cara, tuvo que cerrarlos para evitar sonrojarse más, ciertamente se sentía muy bien poder despertar así, con alguien a su lado, y más después de la pesadilla que había vivido.

Realmente esta se había sentido tan real... no podría tan siquiera intentar saber que era, porque no lo sabía, no tenía ni idea de porque había sido. ¿Por su padre? ¿Por la situación? ¿Zarc acaso? No lo sabía con certeza. Y si eso había sido suficiente para hacerle despertar con lágrimas, algo muy malo había sido. Lo que sea que fuese, tenía a Yuya algo miedoso, esas pesadillas no significaban nada a futuro, sino hacia el pasado, tendría que ser algo que él temiera mucho. Pero ese algo no tenía forma, sólo era un bulto negro en medio de su cabeza que no lo dejaba ver.

Algo se movió a su lado. Supo entonces que debía quedarse lo más quieto posible si no quería que lo descubriera despierto. Porque entonces el no sabría qué hacer. Esta situación le daba mucha vergüenza. Quizás con Yuto sería menor... No, con Yuto quizás sería peor. Y cómo si la vergüenza de Yuya no fuese suficiente, Yugo le puso una mano en la mejilla y se la acarició suavemente. Al de ojos rojos le gusto tanto aquella suave caricia que sonrió sin darse cuenta. Al de ojos esmeraldas le enterneció esta acción.

—Buenos días Yuya—se llevó el asombro del otro que no se había dado cuenta de que había sido descubierto—, ¿no tuviste más pesadillas?—Yuya se encogió ligeramente y entreabrió los ojos para mirar hacia abajo lo más que pudiese, y así evitar su mirada—¿Yuya?

—N-No... no soñé con nada—respondió en un murmuro ignorando lo sonrojadas que estaban sus mejillas. Miró a otro lado—. Gracias por acompañarme—murmuró en un todo bajo muy personal. Para que solo ellos dos fueran capaces de oírle.

—Cuando lo necesites Yuya—sólo lo miró sin esperar realmente a que le devolviese la mirada—, las pesadillas son algo que se puede evitar, sobre todo si no estás sólo—el de ojos rojos le miró intrigado—. Cuando te sientes seguro durmiendo, no es tan fácil tener pesadillas.

—¿Cómo sabes eso?—preguntó con genuino interés—¿Es por qué estabas en el orfanato?—preguntó sin pensarlo demasiado en realidad. Se dio cuenta de su error cuando vio la cara de confusión del chico.

—¿Cómo sabes que estuve en un orfanato?—preguntó. Cualquier persona pensaría que se debería de bajar la cabeza y mostrar vergüenza hacia lo que él estaba refiriéndose, se pensaría que Yugo debería se sentirse terriblemente incómodo por saber que era un chico sin padres. Pero no era así, en realidad, el de ojos esmeraldas daba la impresión de que ese no era el problema.

—Ah...—pudo modular sin realmente saber que decir. Estaba lívido por todo aquello—Yo... bueno...

—¿Lo viste cuando conectamos la mente de todos nosotros en una? O lo que sea que haya pasado en ese momento...—alzó una ceja mientras se apoyaba sobre su codo derecho para así poder ver mejor al otro. Este último apenas y pudo asentir suavemente—Supongo que tiene sentido... pero... no logré ver nada tuyo en realidad—Yuya sólo le miró captando de cierta manera su incredibilidad por verlo saltar paulatinamente del tema—. Tú... ¿podrías contarme algo de ti?—la emoción se notó levemente en su voz. El de ojos rojos tambaleó un poco en su respuesta.

—En realidad no hay mucho que contar, sólo... cosas que no son demasiado agradables en realidad—murmuró suavemente.

—¿De verdad?—preguntó casi con inocencia. El proveniente de Standard sabía que él no sabía nada de aquello, al fin y al cabo, el único que comprendía totalmente su sufrimiento era Yuto.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora