*Especial de Navidad*

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La joven caminaba apresurada por las calles de Italia pues se le había hecho tarde con las clases de actuación. Trataba de ignorar el tremendo frío que hacía y esperaba con todo su ser que sus dedos no sufrieran daños al no tenerlos cubiertos al igual que el resto de su cuerpo. ¿Cómo pudo Sandra quitarle su ropa para cubrirse del frío? Ella trataba de no maldecir a su madre repitiéndose que el odio y el rencor eran malos, más sin embargo, no pudo contenerse y la joven mientras se frotaba los brazos para entrar en calor maldecia a su madre con palabras que harían que un marinero se escuchara menos vulgar que ella.

Justo faltaba una cuadra para llegar al restaurant en dónde para anhelo de ella tenía calefacción, decidió trotar y evitar a la vez chocar con alguien. Saludo rápidamente a Charlie, un hombre que vivía en la calle y que se había hecho amigo de Margargareth cuando la salvó de unos jóvenes que la molestaban una noche cuando ella salía del trabajo. Ambos se llevaban bien y en su tiempo libre ella compraba algo para él y comían juntos. ¿Quién pensaría que era su único amigo? Claro, ella iba a las tan odiadas clases de actuación, pero, jamás sería parte de ese grupo de imbéciles.

Aquellos compañeros de Margareth la miraban con desprecio pues pensaban que era muy poca cosa para estar en esas clases. Le había dicho a Sandra que no se sentía conforme con estar ahí y que ya no quería hacerlo más pero como siempre Sandra se negó y la castigó quemandole toda su ropa para el frío como los gorros, los guantes, las bufandas y los abrigos para que aprendiera a no ir contra sus normas. Ni siquiera Margareth pudo hacer alguna escena de molestia al ver las cosas que con tanto esfuerzo había comprado pues tenía que trabajar.

《Época de Navidad y trabajando. ¡Genial!》 Murmuro para sí cuando entraba al restaurant.

- ¿Estas loca Margareth? -La dueña del restaurant veía su atuendo con escándalo-. ¡Hace mucho frío! ¿Llevas sólo un suéter delgado para calentarte?

- Mi ropa de invierno está sucia.

La mujer niega ante la patética excusa de la joven y le manda a cambiarse.

La dueña era una mujer algo fría de actitud pero era paciente con Margareth porque era una joven que trabajaba arduamente y hacía las cosas bien,  la dueña sabía que algo sucedía con la joven ya que era muy solitaria y con la única persona con la que hablaba era con el vago que rondaba el parque que estaba cerca del restaurant.

Saliendo ya de los vestidores Margareth se puso a atender las mesas con su ya conocida sonrisa falsa.

Pasó un tiempo hasta que una escena le llamó la atención y era algo que jamás olvidaría, una gran cantidad de personas entraban al restaurant con sonrisas verdaderas, se veían todos felices, parecían como esos comerciales de televisión en dónde toda la familia se reúne y todos tienen momentos especiales. Algo en su interior se estrujó al ver que entre ellos se encontraba una pareja sonriendole a una joven como de su edad y le abrazaban con amor.

- ¿Señorita? -El señor de aquella pareja le hizo señas a Margareth para que se acercara a la mesa en dónde recién habían sido colocados, todos sus compañeros también atendían a esa numerosa familia-. Quisiera que le trajera a mi princesa una rebanada de pay de queso.

- Ay papá -La joven niega divertida-. Puedo esperar.

- Nada de "Ay papá -El señor le besa la cabeza cariñosamente-. Mi bebé merece todo.

La sonrisa fingida de Margareth había desaparecido y sólo logró asentir al pedido del señor.

Mientras le entregaba el pedido a uno de los pinches de cocina ella se quedó parada en su lugar. Su pecho dolía y la tristeza le embargó. ¿Cómo todos eran felices y ella no? Todos celebraban con sus familias e incluso aunque no tenían una gran celebración recibían amor.

The Actress [Saga Las Princesas Del Rey Diablo #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora