Diez Años Después.

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Diez años habían pasado desde que volvieron a encontrarse, con todo lo que aquello implicó; el "segundo primer encuentro", el odio, las peleas, el miedo y, por fin, el amor. Aunque éste último, como se sabe, jamás se había ido realmente. Diez años de aquel "¿Te mudarías conmigo, chiqui?", de el vergonzoso accidente de Guillermo en el edificio nuevo (el cual seguía saliendo a flote en alguna que otra conversación); diez hermosos años que Samuel y Guillermo llevaban casados y viviendo felices.

No mucho cambió desde ese tiempo, Samuel seguía siendo el más infantil de los dos, Guillermo ponía en su lugar a Samuel, y juntos se complementaban. Todo seguía siendo igual, el mismo amor, los mismos Samuel y Guillermo, salvo porque ahora... bueno, mejor dicho desde hace dos años, no sólo eran "Samuel y Guillermo", sino que eran "Samuel, Guillermo y Zeus". Y no, Zeus no era una tortuga, un gato o un perro. Ni siquiera un loro o hámster. Zeus de Luque era su pequeñín. El papeleo de adopción de un pequeñajo era, para ser breves, agobiante e incluso hizo que comenzaran a pensar que jamás lograrían adoptar a aquel pequeño bebé de tan solo tres meses. Pero lo hicieron. Y si bien Guillermo las primeras semanas de que llegara era un ogro malvado diciendo que esa "cosa" no hacía más que llorar y comer, luego de la primer sonrisa que el pequeño Zeus le dedicara... bueno, el pelinegro se enamoró. Lo cual hizo a Samuel aún más feliz, no sólo tenía un hermoso hijo y esposo, sino que ya no tendría que soportar a éste último quejarse de la vida aún más que su pequeñín; aunque también trajo consigo alguna que otra forma de molestar a su Chiqui, frases como "mira, si hubiera sabido que con una sonrisa ya te compraba el corazón, me hubiese ahorrado el tiempo de andar detrás de ti rogándote perdón, ¿sabes?" o "El renacuajo de aquí te compró con una sonrisa y yo tuve que aguantarme el infierno en la Tierra sólo para que me dejes acercarme, es un tanto injusto.", ganándose algún que otro insulto por parte de su esposo.

Todo era perfecto y nada había cambiado... ni siquiera la manía de ambos de llegar tarde a todos lados. Habían acordado estar en la casa de la madre de Samuel a las 20:30hs para la cena de Navidad y eran las 20:15hs y ni siquiera habían salido de su edificio, sabiendo que el camino hacia allí era de unos treinta minutos.

–¡Samuel, no vamos a un desfile, es sólo la casa de tu madre! –gritó Guillermo con Zeus en sus brazos, el pequeñín se asustó ante tal grito pero aún así siguió jugueteando con la pequeña tortuga de peluche en sus manos.

Luego de otros cinco minutos, un Samuel con una camisa morada y unos pantalones negros, salió de la habitación aún insatisfecho con la forma en que lucía pero ya no había tiempo para cambiarse otra vez.

Luego de otros cinco minutos, un Samuel con una camisa morada y unos pantalones negros, salió de la habitación aún insatisfecho con la forma en que lucía pero ya no había tiempo para cambiarse otra vez

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Conociendo a su hijo, la madre de Samuel sabía que la pequeña familia llegaría mucho después del tiempo acordado, por lo que no hubo un escándalo o miradas acusadoras por parte de nadie. De hecho, aquel ni siquiera era el horario acordado para el resto de las personas, el resto de los invitados llegarían a las 21:30, así que Samuel y Guille tendrían tiempo de sobra para ayudar en lo que faltara en incluso juguetear con el pequeñín.

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