Capítulo 18

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Poco más les faltaba a sus amigos para decir que habían corrido una maratón detrás del pelinegro, prácticamente había salido volando de aquel lugar, como si estuviera huyendo de algo. O, mejor dicho, de alguien. Aquel gesto que él pretendía hacer ver como puro enojo terminó haciendo que su corazón latiera a mil por segundo y, si no fuera porque realmente estaba furioso con el castaño, se le hubiera tirado encima para estamparle la boca de un beso. Un calor casi insoportable subió hasta sus mejillas al pensar aquello, ¿no se supone que si odias a una persona no piensas en esas cosas sobre ella? Porque hasta donde él sabía, así era. ¿Entonces por qué esos extraños y odiosos pensamientos alborotaban su cabeza? ¡Lo detesta, lo odia y si pudiera lo sacaría de su mente como si nunca hubiera significado nada para él! Mil y un maldiciones habían salido de su boca en el camino, haciendo que ignorara completamente a las personas que se encontraban tras de él, observándolo como si se hubiese vuelto loco. Incluyendo a sus amigos, quienes, al haberle alcanzado, decidieron mantenerse a una distancia considerable. ¿Cuántas veces más harían eso? Esa acción le molestaba más a Willy que cualquier cosa que pudiera hacer Samuel. ¿Y por qué estaba comparando esa actitud con Samuel? Chasqueó la lengua antes de patear con enojo una lata que se encontraba en la calle, susurrando un "me cago en todo" bastante audible.

-¡Willy! -Alex se acercó a él al verle hacer eso porque: uno, eso es basura y la basura va al cesto (Alex y su pequeña obsesión por mantener las calles limpias) y dos, él sólo pateaba cosas así cuando estaba enfadado consigo mismo y eso traía consecuencias. Por ejemplo, que empezara a fumar. -¡Willy! -volvió a llamar tras ser ignorado. Nada, más maldiciones y patadas a la lata. - ¡Guillermo! -tocó nuevamente su hombro y lo giró hacia él.

-¡¿Qué es lo que quieres?! -dijo en un tono mayor al que desearía haber utilizado. Alex retiró su mano de su hombro y retrocedió unos pasos, sorprendido.

-¡Que te calmes! -gritó. -eso es lo que quiero, que te calmes de una puta vez. -bajó su tono y habló seco.

El pelinegro miró hacia otro lado, avergonzado. ¿Por qué reaccionaba así ante las palabras del más bajo? Tal vez era porque en el fondo realmente sabía que estaba actuando mal, que no tenía sentido alguno su reacción ante el contacto con Samuel que, se sorprendería, nadie lo notó en realidad.

-¿Qué ocurre, por qué pelean? -se acercó ahora Lana, seguida por Mangel y Rubén.

-Al menos hazte rogar un poco por el número ¿no? -habló Mangel, en un tono divertido.

Guillermo gruñó ante el comentario de Mangel y al pensar en todas las veces que realmente había hecho aquello y en todos los números que había tenido que bloquear a causa de su borrachera y su escasa habilidad de "hacerse rogar" por su número.

-¿Podrías al menos tomarte esto en serio, Mangel? Porque es serio para mí. -habló enfadado.

-Quejica... -susurró y Rubén lo codeó con fuerza.

 -susurró y Rubén lo codeó con fuerza

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Diez Años Después.  [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora