Capítulo 31

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Ese día se cumplirían tres semanas; tres malditas semanas en las que nadie había tenido noticias de Guillermo. No había forma alguna de contactarlo, no respondía ni mensajes y mucho menos llamadas. Entre sus amigos y Samuel lo habían llamado unas setenta veces cada uno y el pelinegro las rechazaba todas y cada una de ellas, era cierto que las de Samuel tardaban un poco más en ser rechazadas pero aún así lo eran. Su madre estaba a nada de un ataque de nervios, no tenía ni idea de dónde podría estar su hijo aún cuando ella y el resto se habían puesto a pensar una y otra vez a dónde era capaz de ir Guillermo y nada se les pasaba por la mente. ¿Cómo encuentras a alguien que no quiere ser encontrado?

La primer semana había sido un completo desastre, tanto su madre y los amigos de Guillermo como el grupo de Samuel habían estado en extremo sensibles y preocupados por el pelinegro. Su madre parecía muerta en vida culpándose una y otra vez por la desaparición de su hijo (y siendo sinceros, ni Rubén ni Mangel ayudaban a que se sintiera mejor); sus amigos apenas si podían pegar medio ojo por las noches y durante el día si no era Frank, Luzu o incluso Samuel quien les preguntaban si tenían noticias, lo hacía la madre del pelinegro a quien prácticamente le habían dejado de hablar por lo que hizo. Ya decidiría Guillermo –si es que regresaba –lo que haría él, por su parte, había perdido mucho del respeto y cariño que le tenían; Luzu y Frank si bien se sentían preocupados por el pelinegro que al parecer sí tenía sentimientos, más preocupados estaban aún por sus actuales... ¿parejas? Al menos a ellos les gustaba decirles así en secreto... Lana lloraba cada vez que alguien decía algo sobre Guille, que por lo general era Alex con sus "¿Y si le ha ocurrido algo?" "Si tan bien está ¿por qué no responde una puta llamada?" "¡¿Y si ha tenido un accidente?!" que, gracias a Dios, Frank era capaz de callar con abrazos o un apretón de manos. Y Samuel... bueno, no es que él estuviese muy desacostumbrado a la sensación de no tener a Guillermo cerca, pero ahora era mil veces peor al saber que fue luego de que hallara sus cartas que decidió marcharse. ¿Por qué lo hizo? ¿Tanto lo odiaba? Incluso luego de leerlas, de abrir aquel sobre morado, incluso de los celos que tuvo los últimos días allí... ¿En serio sentía odio hacia él? Guillermo jamás le dio una oportunidad de explicar las cosas o siquiera de darle su punto de vista y aún así... se marchó. Esta vez no hubo un aviso previo, ni un ellos llorando abrazados o despedidas y promesas cursis, no hubo un estúpido camión de mudanzas ni un padre obligando a nadie a mudarse, esta vez... no hubo nada. Ahora en lugar de cartas podría enviar mensajes, que eran más efectivos, pero que de igual modo fueron ignorados. Ni siquiera sabía si los había leído.

En la segunda semana que nadie supo nadie de Guillermo, hasta Cheeto comenzó a preocuparse e incluso tuvo que consolar un par de veces a Samuel, porque el pobre comenzaba a temblar o sollozar un poco por su chiqui, y también por el castaño que había comenzado a salir a ejercitarse en exceso y encerrarse en su cuarto cuando volvía de correr con la excusa de "debo terminar este estúpido trabajo solo". Aunque era cierto, debía terminarlo con o sin Guillermo, no es como si quisiera perder una materia por culpa del pelinegro... y allí es cuando comenzaban los temblores y sollozos, al pensar en que ya no estaba, que lo había perdido nuevamente y que jamás podría abrazarlo o siquiera reprocharle que lo dejó con aquel odioso trabajo solo.

En esa segunda semana, al igual que Samuel, los demás siguieron con sus trabajos e intentando prestar atención en sus clases, cubriendo al pelinegro con la excusa de "está enfermo" que los profesores ya comenzaban a dudar de que fuese cierto...

Y ahora, era el comienzo de la tercer semana.

Y ahora, era el comienzo de la tercer semana

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Diez Años Después.  [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora