Capítulo 27

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Frank, para su suerte o desgracia, había podido huir a tiempo de Samuel y su "plan" para ir a parar a la casa de Alex, quien lo esperaba con una cara de pocos amigos que asustaba y, aunque se estuviese jugando la vida en su propia mente, eso lo hacía lucir un tanto tierno. Y aún más porque llevaba una camiseta de Star Wars azul claro, que lo hacía lucir mucho más pálido y pequeño de lo que ya era. Sonrió inconcientemente y eso hizo que Alex frunciera aún más el ceño si es que eso era posible.

—¿Piensas quedarte allí parado todo el día? —habló de mala gana.

—¿Piensas moverte y dejarme pasar? —sonrió burlón Frank.

Literalmente, Alex estaba parado en medio de la puerta hacia cinco minutos, ese comentario y el darse cuenta que en realidad era él quien estaba en el camino hizo que un pequeño rubor apareciera en las mejillas del pelinegro.

—Ya cállate.

Habían pasado dos horas desde que Frank llegó a casa del más pequeño y en ese tiempo se habían peleado y reconciliado unas veinte veces. Que lo que Alex respondió estaba mal, que eso era del apunte 3 y no del 5; que Frank tenía muchas faltas de ortografía, que sólo tenían quince hojas escritas decentemente y mínimo debía ser de treinta hojas y muchas otras cosas más que sólo hacían que Frank quisiera estrujar al pequeñín contra su pecho y allí decidir si matarlo o sólo dejarlo siendo más cabreo que persona y aún así seguir siendo una ternurita. Y a estas alturas, ambos agradecían llevarse mejor porque si estas 'pequeñas' discusiones apenas conociéndose, más de una vez se habrían liado a golpes peor que Samuel y Guillermo.

Otra hora pasó y ese trabajo se tornaba cada vez más odioso, poniendo a ambos algo fastidiosos, por lo que habían decidido parar un poco porque sino en serio terminarían matándose y colgando la cabeza del otro de adorno en su habitación o algo. O bueno, quizás sólo Alex había pensado en esa opción, hasta tenía elegido el lugar y todo.

—Mira, como sigas discutiendo sobre la estúpida página diez te voy a dar tantas ost... —Alex había comenzado a hablar.

—¿Quieres salir conmigo? —lo cortó Frank. Quizás no había sonado tan bien como lo hizo en su mente y ahora el más alto estaba rojo de cuello a orejas y Alex tenía los ojos muy abiertos al igual que su boca.

—¿Qué?

—¿Qué? —rió el más alto un tanto más confiado. Que no le partiera la cara apenas oírlo era un avance ¿no?

Quizás, sólo quizás, había comenzado a interesarse un poco de más en aquel muchacho de beanie gris

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Quizás, sólo quizás, había comenzado a interesarse un poco de más en aquel muchacho de beanie gris... no negaría ni afirmaría que lo invitó a salir más de una vez en lo que iba de semana y en todas las veces se divertía más que en la anterior. Tampoco se podía negar que el chico cada vez se insinuara un poco más, y que ambos disfrutaban ver la reacción del otro con su respuesta. Tal vez a Lana comenzaba a gustarle Luzu, y a Luzu comenzaba a gustarle Lana. Pero ahora había un tema más importante que si el sentimiento de ellos era mutuo, de hecho también era más importante que aquel trabajo que con mucho esfuerzo por parte de ambos ya casi tenían acabado –claro que, por desgracia, la gran parte tuvieron que investigarla por separado –, y ese asunto más importante eran sus amigos. Por parte de Samuel, Luzu le había comentado a la rubia que el castaño había tenido una "iluminación divina" (una borrachera que flipas) y había inventado todo un plan para intentar recuperar al pelinegro; mientras que por parte de Lana, estaba un tanto (muy) asustada por las reacciones de Guillermo. Si bien lo conocía de hace poco tiempo en comparación con sus mejores amigos, habían forjado un lazo bastante unido y él, según ella, no le ocultaba casi ninguno de sus sentimientos o pensamientos extraños, y por lo que sabía hasta el momento el pelinegro planeaba darle una oportunidad a Samuel. Una oportunidad. Al Luzu enterarse de eso casi grita, literalmente, en el medio de su salón mientras que Samuel miraba alguna serie sobre el Cosmos que a nadie más le interesaba. Cheeto se había ido hacia una hora y el castaño, luego de enviar un mensaje, había estado más extraño que nunca. Bien, sólo se había quedado callado y eso era sumamente extraño.

Diez Años Después.  [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora