Capítulo 6

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-¿Cómo en Candy? -pregunto confusa.
-¿Me ayudas? -me pregunta, yo frunzo el ceño.
-Pero, ¿a qué?-digo perdida.
-Mi madre no me va a dejar salir en plena noche, si tengo Universidad mañana, ¿me ayudas a escapar? -me pregunta.
-¿A escapar? -ahora mismo estoy por llamar a una ambulancia, parece que está balbuceando.
-Escapamos esta noche, cuando mi madre esté dormida, y me ayudas a pegar por toda la ciudad papeles sobre Candy, que está desaparecida. -me explica.
-Oye, te estás preocupando demasiado, deberías descansar. -digo.-Hoy no has ido al instituto por lo mismo, y Ben, que es su novio, está dando la importancia justa. -reflexiono en voz alta.
-Mientras el pacotilla de su novio está sin dar importancia al caso, ella ahora mismo podría estar muriendo, te recuerdo que el secuestrador es Marcos y es un psicópata, y eso significa que dista mucho de usar la razón y los sentimientos. -se altera mientras me recuerda lo que me ha dicho en el coche.
-¿Sabes lo que me extraña? -pregunto retóricamente- Que cuando estaba cerca tuyo no dejabas de incordiarla, de molestarla, de llevarte mal con ella, que fuese tu punto blanco constantemente, y ahora eres tú el que más se preocupa de todos. -digo sin entender nada.
-Eso no tiene nada que ver, me he metido también con Amira y con Clara, y que me meta con ellas no quiere decir que me caigan mal, sino que me divierte molestarlas. -me explica.
-Pero no te metías con ellas ni de la misma manera, ni con tanto empeño. -le digo.-Es cómo si la desaparición te afectase más de cerca-digo creando mi hipótesis. -¿Te gusta? -digo dando con la clave.
-Pero ¿qué dices? Si tengo novia, fantasma. -se defiende. -No tiene nada que ver. -suspira.
-¿Entonces? Mira Douglas, no sé si me consideraras tu mejor amiga o no, pero te conozco demasiado como para que me vengas mintiendo, así que ya me lo puedes estar contando o no te ayudo a eso que quieres hacer esta noche. -Él resopla en respuesta.
-Vale. -dice rindiéndose. -A ver-empieza a decirme, pero no sabe ni cómo empezar. -Yo tenía una prima.
-¿tenías? -digo interrumpiéndole.
-Sí, tenía, y no me cortes. -dice molesto.
-Bueno, pues eso, que yo tenía una prima, que desde muy pequeños nos llevábamos como casi hermanos, estábamos super unidos, su padre es hermano de mi madre, y se casó con una mujer sudafricana, esta tenía una familia bastante especial, y tenía algún que otro antecedentes con la justicia. Total, que mi tia, cuando tenía 10 años la niña, pidió el divorcio a mi tio y la dieron la custodia a su madre, así que viajó a su país natal, y dos años después, su padre recibió una carta de su hija, poniéndole que estaba aterrorizada, que se quería venir con su padre y estar conmigo, que aquí las niñas corren mucho peligro por ser mujer, y que su madre, por dinero, la iba a casar con un hombre de 50 años, que encima tenía fama de borracho. Su padre viajó enseguida por su cuenta, y cuando dió con su hija de 12 años, la cogió y de alguna manera se saltó todos los controles de seguridad consiguiendo que mi prima volviese, pero a los tres años, la policía dio con el paradero de mi tio y su hija, y a su padre le metieron en la cárcel, y sin hacerle caso los policías de que su madre quería casarla con un hombre, la llevaron con su madre, al otro país. Al año, volvió a mandar otra carta diciendo que su marido la maltrataba, la violaba y que la había dejado embarazada, y temía por su hijo, y todas las cartas las mandaba cada mucho tiempo, porque lo hacía a escondidas. Su última carta fue cinco meses después, diciendo que el niño había nacido sano, pero muy delgado, su peso era excesivamente poco, ya que su marido no la daba comida, y que toda la familia de su madre se había desentendido de ella, que no tenía a nadie, y se encontraba sola. Un mes antes de que cumpliera los 17 nos comunicaron los policías que había muerto ella y su hijo, y que estaban en busca del asesino, pero no nos dieron más detalles, ni pudimo ver su cadáver ni nada de nada. -dice con lágrimas en los ojos y haciéndose el fuerte. La historia me ha dejado con la carne de gallina. -Por eso me preocupo tanto por Candy, de alguna manera me recuerda al caso de mi prima. -Voy a abrazarle, y me disculpo por haberle hecho hablar de esta historia tan dolorosa para él.
-Cuenta conmigo para escaparnos esta noche. -le doy un beso en la mejilla mientras le sigo abrazando.
El tono de llamada de Douglas nos interrumpe, él se levanta y se aleja para contestar.

-Lissa viene a la hora de cenar. -dice cuando regresa.
-Ah, qué guay. -digo sonriendo falsamente.
-Y se va después. -me dice sonriendo sabiendo que esa información me gusta más.
-Eso es todavía más guay. -digo sonriendo de verdad porque se largue después.

Llaman al timbre, y viendo que la madre de Douglas está cocinando, su padre en el despacho haciendo cosas del trabajo, Douglas duchándose, y mi hermana dormida encima de mis muslos;  levanto su cabeza con cuidado, la pongo un cojín, bajo de volumen la tele, y me levanto del sillón mientras que vuelven a llamar al timbre, me dirijo a la puerta y abro, la sonrisa falsa de Lissa aparece tras esta.
-Oh, qué sorpresa. -dice con evidente sarcasmo Lissa.
-Tan agradable. -termino por completar su frase.
-¿Y mi novio? -dice con posesión resaltando el "mi"
-En su baño. -digo recalcando el "su".
-¿Y qué hace? -inquiere.
-Charlando con sus amigos; el váter, el papel higiénico y la ducha, ya sabes, lo típico, ¿te los presento? -digo sarcásticamente.
-Amelia, yo que tú no me pasaría con ese tono ¿te recuerdo como acabaste la última vez que coincidimos en esta casa? -dice recordándome la vez que tuve que pedir alojamiento en la casa de Tati porque Lissa no quería verme aquí ni en pintura.
-Esta vez no estoy sola, sino con mi hermana pequeña, y los niños son su debilidad, así que niña de mamá, métete el deseo de echarme de esta casa por donde te quepa porque ahí se va a quedar, en el deseo. -la digo.
-Me encantaría llevarme bien contigo, pero es que no me dejas. -me dice cambiando el chip totalmente. Ella mira hacia atrás y entonces lo entiendo, Douglas está ahí, y tiene la misma cara de confusión que yo por su última frase.

Douglas termina de comer y se levanta junto con Lissa, sus padres le miran con desaprobación pero él no hace ni caso y nos quedamos en la mesa mi hermana, sus padres y yo.
Termino y pido permiso para levantarme junto con mi hermana y ellos me sonríen. Las dos subimos a lavarnos los dientes, pero oigo voces en la habitación de Douglas y dejo a mi hermana lavándose los dientes solita mientras que me pongo a escuchar detrás de la puerta.
-Ah, ¿con que duerme Amelia contigo? ¿en la misma cama? -pregunta sin salir de su asombro. -Oye Douglas, ¿tú te acuerdas que tienes novia? -inquiere incrédula.
-¿Y tú te acuerdas que tengo una amiga con la que llevo compartiendo cama desde que tengo pañales?-la hace entrar en razón Douglas.
-¿Y con la que no me llevo bien? Sí, me acuerdo. -dice enfadada. -Parece que te ries de mi en mi cara, yo también voy a buscarme un amigo, a ver qué te parece.
-Eso es totalmente diferente, yo duermo con ella desde pequeña, tú no. -la dice.
-El ayer es el ayer, y el hoy es el hoy, no mezcles las cosas Douglas. Tú perfectamente sabes, que tanto yo con uno que me haga amigo, como tú con Amelia, podemos hacer actos impuros igualmente. -dice finamente. -Así que no pretendas tratarme de tonta porque la verdad, estoy harta.-dice con desgana y con la voz cansada. Oigo pisadas acercándose a la puerta y me voy corriendo con mi hermana al baño, dejo la puerta abierta para curiosear la despedida.
Lissa abre la puerta dolida, se percata al final del pasillo que estamos nosotras y sin decir nada vuelve la mirada cabizbaja y baja las escaleras. Ahora mismo me siento culpable, porque en verdad entiendo a Lissa, pero es que no hay más camas, y Douglas es el novio, para eso que me deje su cama y el coja un par de mantas y al suelo.
Douglas nos mira también a las dos antes de acompañar a Lissa a la salida.

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