Capítulo 5

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-¿Douglas Dics? ¿Está seguro de que no es otra persona? -el policía niega.

Salimos de la comisaría y seguimos con extrañeza y asombro de que Douglas se preocupe por Candy, y haya hecho él la denuncia.

Suena el timbre y como Tatiana está en su cuarto, abro yo.
-¿Hugo? -veo al susodicho detrás de la puerta. -¿Qué te trae por aquí?
-Hay que hablar. -me dice.
-¿Hablar de qué? -inquiero mientras cierro la puerta de la entrada.
-¿Hay alguien por aquí? -se hace el misterioso.
-No, no hay nadie, pero ¿qué te ocurre?-pregunto.
Se sienta en el sofá, me mira fijamente y abre la boca para hablar.
-Me gusta Amira-hoy no paran de darme sorpresas. -Ala, ya está, ya lo he dicho. -me quedo callado procesando la información y pensando en lo que debo decir para no cagarla.
-¿Cómo que te gusta? -opto por decir la pregunta más estúpida.
-Sí, que me gusta, que creía que era atracción y solo me gustaba por su físico, pero no, va mucho más allá, es guapa, dulce pero a la vez sorprendentemente traviesa, la gusta ayudar a los demás... en fin, que me gusta. Y no sé qué hacer, porque a ver si se me va a ver el plumero y jorobo nuestra amistad. No quiero perderla porque mis hormonas se hayan tomado tres chupitos y cada vez que la vea vibre todo mi ser. -dice un tanto estresado.
-Un consejo, déjate llevar por el momento, sé tu mismo, y lo que ocurra ocurrirá, y no te arrepientas, porque lo que pase es porque tiene que pasar. -digo recordando los días esos, posterior al Palacio de Versalles, que ya veía a Candy de otra manera, porque ese estúpido experimento social me había hecho desarrollar sentimientos que no tenía encontrados. Me da un pequeño pinchazo en la tripa de recordar que Candy no está conmigo y que el papanatas de Marcos la tiene a su lado y su vida está en riesgo. Si la pasa algo a ella no me lo perdonaría, ójala nunca me hubiese reencontrado con él, y lo peor, que encima abusó de mi confianza, encima que le busco un hotel aquí para que se quede, quitando tiempo de estar con Candy, para que luego me traicione de esa manera.
-Ey, Ben. -me llama la atención Hugo, vuelvo a la realidad y le miro. -¿Qué te ocurre? Parece que te hubieses visto a ti mismo con la cara recién levantada. -dice intentando animarme, pero no lo consigue.
-Estoy dolido, me quité tiempo de las estar con Candy, para ayudar a Marcos, y ahora mismo me encuentro sin Candy a mi lado, en peligro, y en manos de Marcos. Es que soy imbécil. -digo pasándome las manos por el pelo, en símbolo de estrés.
-Un poco sí que lo eres, pero ahora no es tiempo de reprimendas, sino de permanecer fuerte para lo que venga. -me da golpecitos en el hombro.

NARRA AMELIA:
Cierro las dos maletas, la de mi hermana y la mia y las bajo por la escalera, una por una, ya que pesan y como baje las dos a la vez, me caigo rodando.
Espero a que llegue Douglas, mientras mis padres terminan de hacer las suyas.

Llaman al timbre y mi hermana va corriendo como loca a la puerta, Douglas se deja ver detrás de esta.
-¿Cómo vais? ¿Estáis preparadas? -me mira a mi y a mi hermana.
-Sí, ya estamos, solo nos faltan ponernos los zapatos. -él asiente.
Mi hermana se sienta en el sillón y me agacho para ponerla los zapatos.
-Amelia, ves poniéndote tú los zapatos, yo me encargo de la peque. -mi hermana sonríe y me hago a un lado para ponerme mis deportivas blancas.
-A ver, hermanas Dels, ¿les falta algo? -pregunta Douglas. Mi hermana y yo negamos. -Pues vámonos.
Douglas se despide de mis padres y nosotras también.

-Bueno, y esta vez ¿a qué se debe el viaje de tus padres? -pregunta curioso.
-Que quieren hacer algo de negocios los de su Editorial con el jefe actual de la plataforma Wattpad, un tal Abraham Self. -digo.
-Tu padre era el subdirector de la Editorial y tu madre su secretaria ¿verdad? -pregunta.
-Sí.-asiente mi hermana pequeña que va en los asientos de atrás.
-Mírala como se lo sabe. -la mira por el espejo retrovisor sonriendo. Douglas es tan dulce con los niños que parece que no ha roto un plato en su vida.
-De mayor quiero ser como mis papis. -dice en su alzador.
-Qué bien. -dice sonriente. -¿Y tus padres iban solos, o con el director? -inquiere.
-En un principio les iba a acompañar el director y su secretaria, pero les ha surgido complicaciones en la Editorial y por eso ha mandado a mis padres solos para el encuentro en Estados Unidos. -digo.
-¿Y en qué parte de Estados Unidos? -pregunta Douglas.
-No me acuerdo la verdad, creo que en Toronto, pero no estoy segura. -le digo.

Llegamos a su casa, y mi hermana en cuanto ve a la señora Dics, se abalanza sobre ella, la madre de Douglas nos aprecia mucho.
-Pero qué guapas que estáis las dos. -dice cogiendo de los mofletes a mi hermana. La abrazo y me achucha literalmente como un peluche.
-Mamá ten cuidado, no las asesines con tus abrazos de mamá osa. -dice Douglas. Cuando se da cuenta me suelta, y ve que estoy colorada.
-Lo siento Amelia. Qué ganas de que estéis por unos días con nosotros. -me dice.
-Nada, no te preocupes, nosotras también tenemos ganas. -digo por mi hermana que tiene la pierna derecha de Douglas agarrada como si fuese un peluche.
-Amelia, tu dormirás como siempre, en mi habitación, y a tu hermana la dejamos en el sofá-cama que la hemos preparado, porque como te intente meter ahí, no cabes, es demasiado corto, pero creo que la peque cabe de maravilla. -dice a mi hermana. -Si quieres sube todas las cosas a mi habitación, tanto las tuyas como las de tu hermana, porque como la tienes que ir vistiendo. -me dice Douglas.
-Muy bien. -digo.
-Peque, ¿te quedas aquí viendo los dibujos animados? -ella asiente. -¿En que canal? -me pregunta.
-Suele ver Disney Channel la mayor parte del tiempo. -le digo y lo pone en ese canal.

Me toca la cintura con su palma de la mano invitándome a que le siga. Subo las cosas, y las dejo en la cama.
-¿Te has traido tapones para los oídos? -me pregunta, yo frunzo el ceño imaginándome cosas obscenas.
-¿Para qué? -pregunto.
-Te recuerdo que tengo somniloquía y la última vez que dormiste conmigo te quejastes de que hablara en sueños. -me dice.
-Ay, es verdad, no me acordaba. -digo recordando la última vez que dormí aquí. No cogía el sueño y de repente veo que empieza a decir palabras sin sentido y empieza a dibujar en el aire con la mano.-Qué miedo me diste esa noche, es que hablaste más fuerte de lo normal, y encima empezaste a dibujar figuras en el aire, parece que necesitabas un exorcismo, ¿cómo no me iba a cagar las patas abajo? ¿Lissa sabe que hablas en sueños? -inquiero.
-No, pero porque las veces que lo hemos hecho, después se iba cada uno a su casa. -dice encogiéndose de hombros.
-Qué triste suena eso. -digo.
-Y en cuanto a Lissa... -dice dubitativo- quizás venga esta noche.
-¿Qué? ¿Y yo dónde duermo? -digo espantada.
-Tranquila, que si viene va a ser para pasarlo "en familia"-dice haciendo comillas con los dedos. -para nada más.
-Ah, qué bien, qué considerado. -digo con sarcasmo. Él se rie por mi mueca y mi ironía.
-Me encanta cómo os lleváis Lissa y tú. -dice riéndose.
-Me alegro de que te guste. -le sonrío falsamente.
Me pongo a ordenar mis cosas por la habitación de Douglas y este se me queda mirando.
-¿Acaso te ciega tanto mi belleza que te deja tan paralizado que no puedes ni moverte y me tienes que andar mirando? -digo incómoda por su constante mirada en mí.
-Es que estoy pensando. -me dice.
-Pues piensa mirando a otro lado. -digo obvia.
-Es que me concentro mejor así. -me pica.
-¿Y qué haces los días que tienes exámenes y yo no estoy? ¿Me imaginas o qué? -le digo.
-Algo así. -sonríe y yo me quedo más incómoda.
-Bueno, ¿y qué piensas?-digo por cambiar de tema.
-En Candy. -Me giro la cabeza para mirarle extrañada.

Utopía EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora