Capítulo 8

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NARRA CANDY:
Ya no me siento ni con fuerzas para pensar, he perdido la noción del tiempo y me parece como si llevase toda mi vida aquí. Ya no siento ni miedo a lo desconocido ni a los bichos que hay en danza por la casa abandonada, ni asco por lo maltratada que están las cosas. La habitación en la que me ha amarrado Marcos lo único que tiene como nuevo es la ventana, pero lo demás está destartalado, con musgo por todos los sitios, mi supuesta cama está llena de este tipo de vegetación, junto con los sillones de decoración. Las tripas me rugían, mientras que mi lengua se encontraba seca, había decidido comer lo menos posible y beber también, no quería verme las caras con Marcos más de dos veces por día, así que solo tomaba una comida al día y dos vasos de agua. Los amarres me impedían el movimiento, ya que estaba cogida de pies y manos, por lo que como misión de supervivencia me propuse tener la mente activa para no volverme tan paranoica como él.

FLASHBACK
Miro mi reloj y veo que ya ha pasado más de un cuarto de hora y no hemos parado.
-Marcos, ¿Cuánto falta? Te recuerdo que tengo que llegar a la siguiente hora.-le digo.
-Falta poco.-dice. Acto seguido se para a un lado de la carretera, sale del asiento de piloto, se queda un momento en el maletero, luego abre mi puerta y me tapa la cara a presión con un pañuelo, el olor me empieza a dormir, y poco a poco los ojos se me van cerrando hasta que caigo en un profundo sueño.

Empiezo a abrir los ojos, pestañeando demasiadas veces por el extraño lugar en el que me encuentro. Las imágenes antes de despertar comienzan a agolparse en mi memoria, y el miedo a lo desconocido va incrementando poco a poco. Me pongo a recorrer el lugar en el que estoy encerrada y veo que parece sacada de una película de terror al estar todo super desgastado y rodeado de vegetación como hiedra y musgo. Me siento secuestrada pero extrañamente libre, ya que no estoy sujeta y puedo danzar a mis anchas por la habitación.
FIN FLASHBACK

Me quedo mirando las cadenas y las cuerdas con las que estoy amarrada, otro recuerdo me viene.

FLASHBACK

-Candela-me dice como él solo sabe llamarme.-Toma, aquí podrás hacer tus necesidades.-me dice dándome un orinal.
-¿Qué? Estarás de wasa.-le digo con los ojos muy abiertos.
-No, por eso te he comprado una falda, para que lo puedas hacer más cómodamente, no me dirás que no te cuido bien.-me dice sonriendo.
-Uy sí, por un momento pensaba que me había vuelto una reina de la noche a la mañana.- digo irónicamente a la vez que enfadada.
-Te aconsejo que te la pongas, y para que veas que soy caballeroso, me voy para que te cambies tranquilamente.-me dice mientras que se marcha por la puerta destartalada.
La adrenalina empieza a recorrerme por todo el cuerpo ante la idea de escapar de este lugar, a pesar que no tengo ni idea de dónde me encuentro, pero en cuanto vea a gente pido ayuda.
<-Pan comido.-dice mi conciencia sarcásticamente.>
Mi mente va a lo fácil, y me acerco a la ventana para ver si está cerrada. Para mí suerte no están tapiadas ni nada, así que aprovecho a abrir con cuidado y sin meter mucho ruido, me subo, y calculo para ver las ventanas que hay y que me puedan delatar de que me estoy escapando. Cuando echo un vistazo general, me limito a saltar desde la ventana y me pongo a correr. Alrededor lo único que hay es mucha vegetación y edificios abandonados por lo que me temo que no estamos en MontPellier pero aún así salgo corriendo.
Al pasar un descampado me empieza a faltar el aire y a desesperarme, no sé qué clase de sitio es este que no hay ni un alma por la calle y todas las casas están deshabitadas.
Me paro por la falta de aire y empiezo a llorar ante la desesperación, pero para mi sorpresa las luces de un coche que pasa me deslumbra. Este se para a mi altura, pero debido a la oscuridad del cielo y a las luces potentes del coche, me dificulta la vista para ver al piloto. Me levanto y me acerco a la ventanilla, al bajarla un escalofrío me recorre la espina dorsal y el pánico se apodera de mí, y como si tuviese esperanzas empiezo a correr, pero Marcos me alcanza y me coge a la fuerza, yo pataleo con todas mis ganas para intentar soltarme pero lo único que consigo es aflojar un poco su sujección. Él me vuelve a poner un pañuelo cubriéndome la cara y haciendo que cierre los ojos hasta conseguir que me duerma, por lo que me desvanezco en sus brazos.

Me despierto y me encuentro atada de manos y pies, con la falda y sin ropa interior de mis partes bajas, empiezo a hiperventilar asustada por lo que me haya podido hacer mientras estaba dormida.
-Veo que ya te has espabilado.-me dice.-Eso-dice señalando a mis amarres.- te pasa por abusar de mi confianza. Bastante es que te facilito el trabajo para hacer tus necesidades vitales.
-¿Me has hecho algo, a parte de verme desnuda de cintura para abajo?-digo con temor.
-Pero ¿Por qué clase de chico me tomas? Si hiciese algo lo haría mientras que estuvieses consciente, solo me he limitado a ponerte la falda y quitarte todo lo demás por abajo de esta, de manera que no he visto nada importante.-me dice.-Bueno, excepto depilarte un poco las piernas.-me sonríe.-Para que veas que yo te hago una sesión de SPA gratis al estilo casero.
FIN FLASHBACK

Llevo ya un tiempo que orino poco, y cuando lo hago es demasiado oscuro y con un olor fuerte. La cabeza me da vueltas, me siento mareada, y a pesar de que estoy amarrada y sin hacer ejercicio me encuentro tan cansada como si hubiese recorrido el planeta Tierra en un par de horas. El silencio se me hace tan sonoro, que soy capaz de oír mis pulsaciones del corazón aceleradas.
Marcos entra por la puerta destartalada junto con una botella grande de agua, me muero de sed pero no quiero depender de él. Marcos llega hasta mí, abre la botella y me la pone en los labios para beber. Sin rechistar cojo agua, pero en vez de tragarla, la acumuló en mis carrillos. Hago un gesto para que sepa que no quiero más y en cuanto quita la botella, le escupo en la cara, este cierra los ojos de la sorpresa y tensa la mandíbula conteniéndose, pero levanta la vista mirándome fíjamente y su mano impacta a la velocidad de la luz con mi mejilla, en ese instante grito quejándome del dolor y pierdo el equilibrio ante la mezcla del dolor del bofetón junto con el cansancio de llevar un tiempo considerable secuestrada. Lentamente cierro los ojos y noto cómo él me coge de la mandíbula con su mano y empieza a hacerme el boca a boca como si eso me sirviera de algo en esos instantes. Los sonidos de mi alrededor se van alejando y dan paso a un pitido, indicándome que en pocos segundos perderé la conciencia.

Utopía EncadenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora