No podía respirar. No podía pensar. No podía moverme.
Entré en un estado de shock y dejé de pensar por un momento. Abrí los ojos debajo del agua, todo estaba tan oscuro. Sentía miedo y apenas oía unos desgarradores gritos fuera del agua.
Comencé a mover los brazos rápidamente fuera del agua y tomé aire pero no duró demasiado. Ni siquiera podía flotar. De repente sentí el frío helar mis huesos y sabía que sería el fin cuando volví al fondo de la piscina.
Antes de que todo se volviera negro recordé haber visto a Nathan saltar a la piscina y nadar hacia mí, pero no pude pensar en nada más cuando me sentí tragar agua.
El agua que había tragado comenzó a salir de mi garganta a la vez que tosía y trataba de retener el aire en mis pulmones. Tenía mucho frío. ¿Qué había sucedido?
Abrí los ojos y me encontré con la mirada de un preocupado Nathan que me pareció haberlo escuchado pidiendome que despertara.
Volví a cerrar los ojos y senti su caliente mano en mi mejilla para luego recostar mi cabeza en ella en busca de calor.
- Tengo frío Nate... - le dije sin abrir los ojos.
- Tranquila nena, vas a estar bien. - me respondió. No sabía si estaba soñando o si era real lo que sucedió. Me sentía perdida y avergonzada a la vez por lo que no abrí los ojos cuando Nathan me tomó entre sus brazos y comenzó a caminar.
- Dime que se encuentra bien. - escuché la desesperada voz de Naty a lo que él respondió.
- No te preocupes, lo estará. - Dijo lentamente como si le estuviera explicando a alguien dónde se encuentra el camino hacia el baño. - Puedes irte tranquila Natalie, yo la cuidaré y la llevaré mañana a su casa. - abracé a Nathan aún más por su cuello y él suspiró en respuesta.
Pasó un largo tiempo en silencio y luego escuché como Naty suspiró ésta vez. Abrí mis ojos cuando me sentí menos cansada para encontrarme con el duro rostro de Nathan cargandome por las escaleras.
- Gracias por salvarme. Sé que no te gusta mojarte. - le dije e intenté sonreír pero no pude.
- Estoy haciendo muchas excepciones por ti nena, ¿cómo piensas pagarme?. - Dijo con diversión y por fin pude dedicarle una leve sonrisa aunque comencé a toser luego. - Toma respiraciones lentas pero profundas. - le hice caso y me sentí levemente mejor.
Llegamos a una puerta del segundo piso y entramos, Nathan se movía con confianza por la habitación. Me llevó hasta un baño y abrió la ducha donde comenzó a salir vapor.
- tienes que entrar en calor... - me informó a lo que asentí en respuesta. Sentía todos mis músculos entumecidos y apenas quería moverme. Comencé a quitarme poco a poco la ropa sin importarme que Nathan estuviera ahí. Antes de quitarme el vestido lo miré.
- Espérame afuera. - dije lentamente en voz baja, todo estaba raramente silencioso. Él pareció escucharme ya que apenas lo dije, asintió con la cabeza y salió del baño dejándome sola.
Finalmente me quité el vestido y entré a la ducha, cerré la cortina blanca de baño y puse mi cuerpo debajo del agua caliente. Todos mis músculos se relajaron tan rápidamente que no sabría si definirlo como placentero u doloroso. Supongo que era una mezcla de los dos.
Cerré los ojos y comencé a llorar. Me sentía tan avergonzada. Era una estúpida, no debí haber venido a ésta maldita fiesta. Si Nathan no me hubiera salvado todo habría terminado muchísimo peor.
Me sentía fuera de lugar, no pertenecía a ningún lado aparentemente y por primera vez me arrepentí de haberle hecho caso a mi madre.
Debí seguir fingiendo que era invisible. Todo estaría bien de haber sido así.
Cuando terminé de ducharme tomé una toalla que se encontraba en el lavabo y me sequé para luego tapar mi cuerpo alrededor de la toalla y mirar a mi alrededor.
Encima de la tapa del retrete había una muda de ropa. Unos boxers negros que se veían limpios junto a una camisa azul marino con el logo de alguna banda que desconocía y un par de medias color verde militar. Al parecer Nathan había entrado al baño sin que me diera cuenta.
Me vestí y la camisa me quedaba hasta encima de las rodillas. Me vi al espejo y tenía los labios morados, las mejillas sonrojadas y los ojos rojos culpa de las patéticas lágrimas que había soltado.
No sabía cómo sentirme. Estaba enojada, triste, asustada y confundida a la vez.
Salí del baño y me encontré con Nathan sentado en la cama, al parecer esperándome. Me miró rápidamente al sentir mi presencia.
- ¿Estás bien? - preguntó lentamente.
- Perfecta... - respondí con ironía. - de nuevo gracias por salvarme la vida. - le dije acercandome a él y me senté a su lado en la cama.
- No me agradezcas, estoy acostumbrado a salvar chicas. - Dijo con diversión y lo empujé levemente a lo que reímos.
- ¿Ésta es tu casa, verdad? - pregunté con duda y el asintió con la cabeza.
Que caprichoso es el destino.
Sabía que me parecía conocida ésta casa, pero estaba tan nerviosa cuando llegamos con Naty que no le presté atención. - ¿Éste es tu cuarto? - pregunté y comencé a mirar a mi alrededor.
Las paredes estaban pintadas de negro y había un estante con muchos libros a la izquierda frente a nosotros. A la derecha había un escritorio con una computadora encima y una lámpara todo debajo de una ventana cerrada con cortinas color verde oscuro.
Luego se encontraba la cama matrimonial con una colcha y sábanas negras junto a dos almohadas blancas. También frente a la cama, en medio, se encontraba la puerta del baño de donde yo había salido.
- Si. - respondió y me miró a los ojos. - Puedes quedarte si quieres. Tu celular cayó al agua pero lo puse en un tazón con arroz para que los chinos vengan a arreglarlo ésta noche. - Dijo y me guiñó el ojo intentando hacerme reír.
Sonreí en respuesta hasta que recordé lo que había sucedido antes.
- No te preocupes por Tyler, te aseguro que no volverá a molestarte. - Dijo como si me leyera la mente. Asentí y abracé mis rodillas.
Nathan puso su mano en mi brazo y lo acarició.
Sentía un odio hacia todos los hombres del planeta excepto el.
Lo miré a los ojos. - ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? - le pregunté lentamente.
- Lo que me pidas que me quede, nena... - susurró. Mi estómago dió un fuerte brinco y no aparté mi vista de sus ojos.
Me giré y me puse de rodillas, corrí la colcha y me acosté del lado izquierdo de la cama tapándome.
Nathan sonrió al verme y negó con la cabeza para luego quitarse sus zapatos y acostarse a mi lado.
Lo miré con atención. Tenía el cabello húmedo por lo que posiblemente se haya duchado igual que yo pero en otra parte. Usaba unos pantalones de dormir negros que pude ver antes de que se acostara y una camisa igual que la mía pero en color verde musgo.
- Deja de verme así, nena. - mi corazón dió un vuelco al escuchar ese apodo. Por alguna razón me encantaba que me dijera así.
- ¿Y si no quiero? - le pregunté con diversión. Me gustaba estar con él, me hacía olvidar las demás cosas.
Pensó en la respuesta mucho tiempo pero finalmente no dijo nada, me sonrió y dijo - Descansa nena. - para luego acercarse y darme un beso en la mejilla y darme la espalda. Eso me descolocó pero decidí ignorarlo.
Estaba muy cansada como para seguir pensando.
- Descansa. - respondí y también le di la espalda, aunque cuando casi me quedo dormida sentí su brazo abrazarme por la cintura y me quedé quieta. Sorprendida por el arrebato.
Luego de unos segundos volví a respirar y me acomodé en su pecho sintiéndome protegida. Apenas lo estaba conociendo pero sentía que estando con él no me pasaría nada malo
》》》》》
ESTÁS LEYENDO
Nosotros Ponemos Las Reglas.
RomanceAnna decidió cambiar su personalidad en el verano por pedido de su madre, de adolescente triste y solitaria a alguien más alegre vistiendo colores. Tiene 18 años, es hija única, pelirroja, pecas en el rostro y una hermosa sonrisa que hasta ahora nad...