- ¿A dónde vamos ahora? - me preguntó Nathan sin mirarme ya que estaba concentrado conduciendo.
- Tengo hambre. - respondí viendo por la ventana y escuché su risa. Me giré a verlo con lo ojos entrecerrados. - ¿Qué? - le pregunté
- Nada. - dijo y negó con la cabeza. - Sólo que es la primera vez que una chica me dice eso en una cita. - explicó. Me sonrojé en respuesta y bajé la cabeza mientras miraba mis manos que se encontraban entrelazadas en mi regazo.
- Entonces... que bueno que ésto no sea una cita. - dije en forma de burla pero Nathan no respondió por lo que preferí cerrar la boca.
Él se aclaró la garganta y estacionó el auto frente a una cafetería. - Vamos. - dijo y bajó del auto sin voltearme a ver.
¿Qué le sucedía ahora?
Me bajé del auto y choqué contra su cuerpo. Nathan me tomó de la cintura con una mano y la otra se apoyaba contra el auto para que no cayéramos al suelo.
- Supongo que debes acostumbrarte a que te abran las puertas. - me dijo con burla. Lo miré a los ojos.
Nathan era un poco más alto que yo por lo que miraba hacia abajo para alcanzar mis ojos y yo hacia arriba.
- Supongo que ya pasó un siglo desde que los hombres hacían eso. - dije con fastidio y lo empujé alejándolo de mi cuerpo para comenzar a caminar en dirección a la cafetería.
Escuché su risa detrás de mí pero lo ignoré.
Entré a la cafetería y miré a mi alrededor. No habían muchas personas sentadas en las mesas cuadradas de color negro junto a unos asientos en forma de sofás grandes rojos. Las paredes estaban pintadas de gris claro.
- Vamos a sentarnos allá. - Dijo Nathan mientras apuntaba detrás de mi y apuntaba hacia una mesa que estaba al lado de una ventana.
- En realidad no me gusta que las personas que pasan por fuera me vean comer. - expliqué viendo la mesa que el apuntó. Giré mi vista hacia Nathan que se encontraba en silencio viéndome - ¿Qué? - pregunté confundida.
- Nada, entonces vamos a sentarnos allá. - dijo y comenzó a caminar hasta una mesa que estaba pegada a una pared.
Nos sentamos y esperamos que nos trajeran el menú.
- ¿Por qué no te gusta comer y que las personas te vean? - me preguntó Nathan con curiosidad.
- ¿A quién le gusta? Extraños caminando por fuera viéndote comer. Es incómodo. - expliqué con un poco de diversión.
- Yo no lo veo así. - dijo pensativo. - En realidad siempre me siento en las mesas que están al lado de una ventana. Me gusta la luz. - terminó de explicar.
- Está bien. - dije entendiendo. - la próxima vez tú eliges la mesa. - repuse.
- ¿Así que habrá próxima vez? - me dijo coqueteandome por lo que decidí seguirle el juego.
- Tal vez. - dije lentamente y me mordí inconscientemente el borde de mi labio inferior.
Noté cómo Nathan llevaba sus ojos a mis labios por lo que mis dientes lo liberaron.
- Hola, soy Jake y voy a ser su mesero. ¿Les gustaría el menú o ya saben lo que van a ordenar? - preguntó un agradable chico que parecía tener mi edad. Era castaño y su piel clara, traía una camisa negra que se ajustaba a sus músculos.
Era guapo pero no tanto comparado con Nathan.
¿Por qué lo estaba comparando con Nathan?
Noté que me quedé perdida en mis pensamientos y volví a la realidad cuando sentí la mano de Nathan encima de la mía por lo que lo miré fijamente a los ojos.
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Nosotros Ponemos Las Reglas.
RomanceAnna decidió cambiar su personalidad en el verano por pedido de su madre, de adolescente triste y solitaria a alguien más alegre vistiendo colores. Tiene 18 años, es hija única, pelirroja, pecas en el rostro y una hermosa sonrisa que hasta ahora nad...