Abrí los ojos lentamente pero los volví a cerrar ya que la luz del sol que entraba por la ventana impactaba contra mis ojos. Me di la vuelta en la cama y me encontraba sola.
Recordé todo lo sucedido la noche anterior y me senté apoyando mi cabeza sobre la cabecera de la cama cerrando mis ojos.
Cuando los abrí estaba dispuesta a buscar mi ropa e irme.
Me acerqué al baño a tomar mi ropa pero no se encontraba por ninguna parte.
Me cansé de buscar y me tiré boca abajo en la cama, noté que las colchas olían a perfume de hombre lo que me hizo cerrar los ojos y aspirar el olor.
Estoy loca.
Escuché cómo alguien se aclaraba la voz y me incorporé rápidamente.
Nathan estaba parado frente a mi con dos tazas en sus manos, me sonrojé ya que seguramente habrá visto aspirando el olor de sus colchas como una loca y rara fan.
- Te traje café con un poco de leche, cosa que no se si te guste... y abajo hay tostadas. - me dijo con una leve sonrisa mientras dejaba la taza en mis manos.
- Gracias. - le agradecí y tomé un sorbo del caliente café.
- Últimamente estás agradeciendome mucho. ¿Qué sucedió con mi ruda Anna? - ¿Acaso escuché "mi" Anna? Reí ignorando aquello.
- ¿Entonces qué se supone que haga? Me salvaste la vida y me dejaste quedarme aquí anoche. - le expliqué y me levanté de la cama enfrentandolo.
- Hay muchas cosas que podrías hacer... - dijo y me guiñó el ojo. Negué con la cabeza y cuando iba a responder fuí interrumpida.
- ¿Nate no viste mi...? - y entró a la habitación un pequeño niño rubio. Se quedó en silencio cuando me vió.
- Anna, te presento a mi hermano menor Matt. - explicó Nathan y sonreí en respuesta. - Matt, ella es Anna. - se giró hacia él.
- ¿Es tu novia? - preguntó el niño sorprendido y yo me atraganté con el café que estaba tomando. Comencé a toser y diciéndole a Nathan que estaba bien cuando quiso acercarse a mi.
- Ehm... No, ella no es mi novia Matt. - le explicó al pequeño arrodillandose para estar a su altura. - ¿Por qué siempre haces esa pregunta? - susurró pero lo llegué a oír.
¿Llevará muchas chicas a su casa?
Ese pensamiento me hizo sentir un leve nudo en el estómago que luego ignoré.
- Vamos a desayunar pequeño demonio. - le dijo Nathan levantándose y revolviendo sus cabellos rubios. - Ya luego te ayudaré a buscar lo que sea que busques. - y salimos los tres de la habitación.
- Es un niño muy agradable. - le dije a Nathan con una sonrisa cuando caminaba a mi lado. El pequeño Matt bajó las escaleras rápidamente llamando a su madre.
- Si lo es. - dijo con una sonrisa y me miró - Hasta que lo conoces. - explicó y yo reí.
- Al menos tienes hermanos. Yo ni mascota tengo. - le dije. El me miró como si tuviera un tercer ojo. - Mi madre nunca quiso que tuviera. - expliqué.
- Con razón te ves tan triste siempre, necesitas una mascota que te alegre tu vida... O un novio. - susurró eso último pero llegué a escucharlo.
- Una mascota estará bien. - reí pero me quedé en silencio cuando llegamos a la sala y se encontraba la última persona que esperaba ver.
El director Warren.
El director de mi Instituto.
Y yo me encontraba vestida con una remera de hombre.
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Nosotros Ponemos Las Reglas.
RomanceAnna decidió cambiar su personalidad en el verano por pedido de su madre, de adolescente triste y solitaria a alguien más alegre vistiendo colores. Tiene 18 años, es hija única, pelirroja, pecas en el rostro y una hermosa sonrisa que hasta ahora nad...