- Hija despierta... - escuché levemente la voz de mi madre pero no quería despertarme aún por lo que le di la espalda.
- Anna, tienes que ir al Instituto. - repitió. Hace mucho no escuchaba esas palabras, me dieron gracia sin embargo por lo que me reí lo más bajo que pude para que mi madre no me oyera.
- Okay, tú lo quisiste... - dijo mientras se alejaba. ¿y eso que significaba?¿me dejaría dormir? Es muy raro puesto que las madres nunca hacen eso.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando sentí caer sobre mí agua fría. Abrí los ojos tan rápido y vi a mi madre riendo con un balde en sus manos.
- ¡¿Qué haces mamá?! - chillé como una niña. No podía creer que me había lanzado un balde de agua helada.
- No te querías levantar, tuve que recorrer a mis antiguos trucos. - agitó sus hombros de arriba hacia abajo como si estuviéramos hablando de algo obvio. - Tienes veinte minutos para estar lista o me voy sin tí. - y salió de mi habitación.
Que raro, no recuerdo haberme dormido en mi cama. Negué con la cabeza y me levanté.
Fuí al baño a darme una ducha rápida y me vestí con unos jeans celeste claro, una blusa color blanca y una chaqueta negra junto con mis Converse blancas.
Tomé mi mochila y bajé las escaleras de a dos y entré a la cocina escuchando a mi mamá hablando. - ¿Ahora habla sola? - me pregunté y entré.
Mi madre se quedó en silencio de repente y vió hacia el hombre que ya había visto sentado frente a ella, dándome la espalda.
- Anna ya conoces a... - comenzó a decir mi madre y su acompañante se giró a verme.
- Si, sé quién es. Buenos días. - dije a secas. Por alguna razón me sentía incómoda con ese hombre presente.
- Buenos días Anna. - dijo Michael mientras me miraba lentamente. - ¿Desayunas? - preguntó y negué con la cabeza. No tenía hambre y tampoco quería comer con un desconocido frente a mí.
- Estoy bien, compraré algo en la escuela. - respondí y mi madre me miró como ¿desilusionada?
- Michael tiene una hija de tu edad, Anna, podrías conocerla y hacerte amiga. - dijo mi madre ¿de qué iba ésto? No quería sonar grosera frente al hombre.
- Claro. - asentí y rápidamente dije. - Ya me tengo que ir o llegaré tarde. - comencé a caminar fuera de la cocina olvidando despedirme. - Adiós Michael, Adiós mamá. - Pero escuché como unos pasos me seguían por lo que me quedé quieta cuando mi madre me tomó del brazo.
- Creí que nos iríamos juntas. - me dijo con confusión.
- Tienes visitas mamá, yo puedo ir sola. - dije y ella negó con la cabeza antes de que terminará la oración.
- No te preocupes por eso. - Volvió a intentar pero yo necesitaba estar sola. Tenía muchas cosas que pensar y mi madre a veces me hace muchas preguntas que ni yo sé responder.
- Mamá tranquilizate, mañana me llevas. - dije lentamente y finalmente ella asintió insegura. La besé en la mejilla y salí de la casa con las llaves del auto en mi mano.
Cuando iba conduciendo mi celular sonó. Recibí un mensaje y lo leí cuando estaba el semáforo en rojo.
- Buenos días preciosa. - mi corazón dió un vuelco y sentí que en mi estómago no volaban mariposas, era todo un maldito zoológico.
Nathan me había enviado ese mensaje. Lo sabía porque la primera vez que me envió un mensaje lo agendé. De repente me puse nerviosa. ¿Debería responder?
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Nosotros Ponemos Las Reglas.
RomanceAnna decidió cambiar su personalidad en el verano por pedido de su madre, de adolescente triste y solitaria a alguien más alegre vistiendo colores. Tiene 18 años, es hija única, pelirroja, pecas en el rostro y una hermosa sonrisa que hasta ahora nad...