Cuando su teléfono vibró bajo su almohada, JeongHan talló sus ojos y resopló con cansancio. Las horas de sueño le habían servido para dormir, mas no para descansar; sus nudillos, aún lastimados, dolían cada vez que intentaba mover sus dedos y sus ganas de ir a trabajar, como la persona normal que aparentaba ser, eran nulas.
Se desperezó después de quejarse unos diez minutos, y finalmente comenzó a vestirse.
JeongHan trabajaba en una cafetería en el centro de la ciudad, atendiendo los pedidos de la gente y cobrándoles el valor de lo que consumían. Quizá no era el mejor trabajo del mundo, pero ser un asesino a paga no era un trabajo del cual pudiera presumir, por lo que con cualquier otra cosa decente se conformaba.
Como cada día, el joven de claros cabellos salió de su humilde casa y caminó con la música resonando en sus oídos hasta llegar al impecable lugar de trabajo. La campanilla de entrada anunció su llegada y sonrío a todos en forma de saludo.
—Buenos días, Yoon JeongHan —sonrío con notable falsedad quien jugaba a ser su jefe.
Si, jugaba, porque Lee Chan era un simple chiquillo malcriado que se aprovechaba de la ausencia temporal de sus padres para dar órdenes a sus empleados.
—Llegas tarde...
—¿Llego tarde? —alzó las cejas y rio con ironía— ¿Podrías decirme la hora?
—Nueve y veinticinco de la mañana.
—¿Y ahora podrías decirme mi horario de entrada?
Chan abrió la boca y volvió a cerrarla en uno segundos, al ver la sonrisa victoriosa del empleado frunció el ceño.
JeongHan entraba a las nueve y media.
—No quieras hacerte el gracioso con tu jefe, sabes que tu trabajo está en riesgo si lo haces —advirtió.
—Tu no eres mi jefe —replicó—. Simplemente eres el niño que mi madre cuidaba y que ahora se convirtió en un malcriado adolescente. Tus padres me adoran, saben perfectamente sobre tu rebeldía y por eso estás aquí trabajando —JeongHan se lavó las manos en la cocina y presionó el pote de alcohol en gel para desinfectarse antes de trabajar—. Y si pretendes impresionar a tu novia de esta manera, te recomendaría que al menos la impresiones en la cama. De lo contrario terminará dejándote por el primer chico educado y bien dotado que se le presente.
El menor de los dos se giró para ver en dirección a donde JeongHan miraba y se encontró a su novia sonriéndole con simpatía a un guapo cliente. Chasqueó la lengua y volvió a meterse en la cocina para preparar las órdenes.
El día pasaba con total tranquilidad, hasta podría decirse que era otro aburrido día de trabajo. Sólo se sintió alegre al ver aquella conocida cara que siempre traía buenas cosas consigo.
—Wonwoo, es bueno verte, ¿qué vas a llevar? —le sonrió.
El azabache tomó asiento en una de las banquetas del mostrador y le sonrió sin mostrar los dientes al contrario.
—Hoy solo será un café expresso, tengo prisa —respondió—. ¿Qué tal el trabajo?
—Como siempre, me resulta sencillo. Sólo tengo que recibir órdenes y luego tomar el dinero —sonrío cuando pasó la orden—. ¿Tu que tal?
—Lo mismo, a diferencia que el dinero no llega a mi, soy yo quien lo da —rio.
Al llegar mas clientes, JeongHan tuvo que alejarse del delgado joven para atender a los demás; cuando el pedido de Wonwoo estuvo listo y entregado, el mayor recibió el dinero y guardó todo en la caja registradora.
Salvo una pequeña y disimulada tarjeta que leyó a toda velocidad antes de guardarla en su bolsillo: Puente-Río Han-Medianoche.
—Ve solo —ordenó antes de partir.
Después de que JeongHan le sonrío y volvió a su trabajo, Wonwoo abandono la cafetería. El lugar estaba bastante concurrido ahora, por lo que solo cuando las cosas se tranquilizaron pudo tomar asiento y descansar.
—Así que... ¿Conquistando chicos en el trabajo? —una joven con el cabello teñido de negro con leves reflejos rojizos se le acercó y dejó una libreta en el mostrador.
—¿A qué te refieres?
—El chico ese de hace un rato, ¿crees que no vi que te dio una tarjeta con su número? —JeongHan entendió a que se refería y quiso reír por la inocencia de la muchacha.
—Ah, eso... si, me dio su número. Pero no me interesa tener nada por ahora —se encogió de hombros—. Quizá una noche de sexo salvaje y nada mas —bromeó, haciendo reír a su compañera.
—Como quieras, pero si tu no lo quieres... déjamelo a mi —respondió, sabiendo que su novio estaba detrás de ellos.
—Eh —se quejó el menor de los tres.
—Solo bromeó, cariño... —respondió, guiñándole un ojo.
[...]
La puerta fue golpeada tres veces y Seungcheol autorizó la entrada a su oficina después de varios segundos.
—Seungcheol, tengo los resultados del análisis del perfil del fallecido —un chico de piel acanelada que entró a la habitación y con una carpeta entre sus manos, se sentó detrás del escritorio del detective.
—Te escucho —comentó, dándole la espalda con sus ojos clavados en la pizarra con fotos del cadáver y las escasas pistas que tenían.
—Kim Sung Mo tenía treinta y dos años. No tenía antecedentes policiales... porque nunca lo descubrieron —aquellas palabras llamaron la atención del pelinegro, quien volteó con las cejas enarcadas—. Mi hermana hackeó su cuenta bancaria para acceder a sus datos y buscar posibles sospechosos, y esto fue lo que encontró.
Mientras hablaba, el recién llegado abrió la carpeta, sacó un par de hojas que dio la vuelta y expuso ante Seungcheol. Al ojearlas, el detective entendió bastantes cosas acerca del asesinato de Kim Sung Mo.
—Con su tarjeta de crédito, cada dos semana lleva comprando en la misma tienda, el mismo producto y pero a precio fluctuante... algunas veces mas alto, otras veces mas bajo —explicó—. Resulta extraño que el mismo producto varíe su precio...
—Según esto, compró paquetes de harina... una marca que jamás había oído —hizo una mueca—. Estoy seguro que tu y yo pensamos lo mismo.
—No es exactamente harina lo que adquirió —declaró el moreno—. Esa marca no existe, la he buscado y no aparece nada con su nombre o algo parecido.
—Exacto. Mingyu, ¿puedes conseguirme mas datos sobre ese lugar? Dueño, proveedoras, ubicación —pidió—. Sospecho que fue un ajuste de cuentas, quizá él debía dinero por compra, consumo o distribución sustancias ilegales —rascó su barbilla—. Pero aún debemos esperar los resultados de la autopsia. Una vez que todo eso este listo, pediré una orden de allanamiento para registrar su casa...
Su charla fue interrumpida con un toquido de puerta, y nuevamente Seungcheol autorizó la entrada, para ver como Seokmin se asomaba con timidez, antes de hablar.
—Lamento interrumpir, pero me pidieron que te informe que ya han enviado a analizar el ADN de la víctima y pronto comenzaran con la autopsia medico-legal —informó.
—Perfecto, gracias —sonrío—. ¿Sabes si consiguieron las grabaciones de la zona? —cuestionó.
—Lamentablemente mas de una cámara estaba averiada, pero siguen analizando, te avisaré cuando tengamos algo —sonrío, antes de despedirse y regresar por donde había venido.
—Hyung, ya son las cinco de la tarde y no has almorzado nada por estar parado frente a la pizarra rompiéndote la cabeza pensando —comentó el mas alto de los dos—. Ve a comer algo, descansa la mente y luego las cosas saldrán con mayor claridad.
El azabache suspiró, la verdad era que le dolía un poco la cabeza. Tal vez su compañero tenía razón y descansar un rato del arduo trabajo no iría mal.
—Ve, come algo, distráete y no pienses en el trabajo —alzó la voz, remarcando aquella orden—. Si me entero de algo nuevo, te llamaré.
Mingyu por poco y empuja al mayor fuera de la oficina, el pobre hombre siempre terminaba estresado gracias a los constantes casos que resolver.
[...]
Viajando con su motocicleta a toda velocidad, Choi Seungcheol aparcó en la primera cafetería que vio prácticamente vacía; tenía suficiente con el bullicio de la gente en la oficina, no iba a soportarlo también en un restaurante.
Quitándose el casco, guardando su placa y el arma en el compartimiento bajo el asiento, Seungcheol caminó hasta la puerta y entró. El lugar era tranquilo, los empleados iban y venían atendiendo a la gente con una sonrisa amable; siempre era agradable visitar lugares así.
Allí mismo, JeongHan se encontraba bromeando con sus compañeros de trabajo hasta que sintió la presencia del nuevo cliente.
—Buenas tardes, ¿que va a ordenar? —preguntó mirándolo fijamente, su rostro le parecía familiar. Solo trataba de recordar donde lo había visto.
—Un café suizo y dos donas, por favor—respondió—, ¿importa si me quedo aquí sentado?, necesito tranquilidad
—Claro que no, para eso están los taburetes, ponte cómodo y tu café estará listo en unos minutos —sonrío.
JeongHan se alejó y entregó la orden a Min Kyung, la novia de Chan, para que fuera a prepararlo y comenzó a jugar con su teléfono.
—Oye, el tipo de allá no te quita los ojos de encima —murmuró Dong Ho, al pasar por su lado.
—Quizá me conoce de alguna parte, su rostro me suena familiar, pero no recuerdo quien es —JeongHan alzó la vista y miró a Seungcheol, pero no era él de quien su compañero hablaba.
Un joven de su misma altura lo esperaba fuera de la cafetería sin quitarle los ojos de encima, era casi tétrico. Sorprendido, abrió los ojos y contuvo la respiración.
—Ya recordé quien es —dijo con nerviosismo, fingiendo que él y su compañero hablaban de la misma persona—. ¿Me cubres un segundo? Debo hablar con él... será sólo un segundo —reitero.
—No te preocupes.
JeongHan dejó el delantal colgado en su lugar y salió casi como un rayo del lugar. Al acercarse, tomó al pelinegro del brazo y siguió caminando hasta apartarlo de la ventana.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Minghao? —dijo bajando un poco su voz— Tu padre dijo que no quiere vernos juntos.
—Mi padre me pidió que te llamara o que venga a buscarte —respondió encogiéndose de hombres—. Quiere verte esta noche.
—¿Está noche? No puedo, me encontraré con Wonwoo —movió la cabeza negativamente.
—Sorpresa, te tengo un cambio de planes —sonrío como si fuera una gran noticia y luego volvió a la seriedad con la que había llegado—. El dinero te lo entregara mi padre hoy, tienes mas trabajo.
—Mierda —suspiró, pasando las manos por su cabello con pesadez—. La policía ya debe haber encontrado a Sung Mo, no puedo arriesgarme a actuar nuevamente está semana y lo sabe.
—Tranquilo, no será nada grande —apoyó una mano en su hombro—. Por lo poco que sé, tienes que presionar a alguien, no se a quién ni porqué. Sabes que él no me cuenta nada a menos que me necesite realmente.
—Bien, ahora vete... Debo volver a trabajar —gruñó. A veces sentía que tenía demasiado trabajo por hacer y muy poca paga.
Pero incluso el mismo sabía que eso no era cierto.
—Recuérdalo, bombón, a las diez de la noche en el lugar de siempre —le guiñó el ojo, y el mayor rodó los ojos antes de volver a trabajar.
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The Dark Angel (JeongCheol)
FanfictionUno es sicario durante la noche, camarero de día. Y el otro es detective de dia y boxeador de noche. Ambos se enamoran, sin conocer el verdadero trabajo de cada uno. Sin saber que estan uno detrás del otro... hasta que uno de los dos se entera. ✔Par...