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—¿Donde estuviste anoche? Me la pasé llamándote para arreglar el entrenamiento y jamás respondiste —reclamó Hansol, cual novia desconfiada.

—Estuve ocupado, ¿recuerdas? —comentó con su respiración agitada de tanto golpear el saco de boxeo. Le echó una mirada de reojo al menor y lo vio sonreír con picardía.

—Oh, si, recuerdo... tu cena con el camarero —respondió, volviendo a sujetar el saco para su hermano—. ¿Lograron liberar el estrés?

—¿Y tu? ¿Lograste aprobar tus exámenes? —el menor de los Choi frunció los labios y empujó el saco de boxeo hacía su hermano para golpearlo aunque este logró esquivarlo con éxito mientras reía.

—Solo fuimos a cenar y a divertirnos un poco... —respondió. Ambos se movieron de estación para ir a donde estaban las pesas y que Seungcheol practicara con ellas. 

—Ah, ¿lo que tienes en tu cuello son chupetones? —preguntó, mirándolo con una sonrisa en el rostro.

Seungcheol palideció y se miró al espejo, examinando su cuello. Al ver que no tenía nada, maldijo a su hermano provocando que este riera a carcajadas. Siguió con su entrenamiento un buen rato hasta agotarse y regresar a su casa a bañarse y dormir. 

Esa noche pelearía. Y tenía que ganar.

«Hey... esta noche peleo en el ring, ¿vienes?»

Después de teclear en su teléfono el número de Jeonghan, se quedó totalmente dormido; leería la respuesta al despertar.

En cambio Jeonghan, al leer aquellas palabras cerró los ojos y apretó los dientes. No podía estar sucediendo, las cosas se complicaron al cien por ciento esta vez: jamás le había preocupado algo antes de hacer su trabajo, pero ahora tenía al tipo con el que se había acostado (quien a su vez era del bando totalmente opuesto a la mafia) invitándolo al mismo lugar donde se supondría que cometería un asesinato.

Tardó un buen rato en responder tratando de buscar una excusa válida para faltar.

«Lo siento, debo ir a casa de mi madre. Probablemente nos veamos mañana en la cafetería y me contarás que tal te fue, ¿verdad?»

«No te preocupes. Por supuesto, iré a verte mañana, entonces ;)» 

Jeonghan se relamió los labios y soltó el teléfono. Tenía que olvidarse del policía por un momento, no podía tener distracciones ni nada que pudiera desconcentrarlo y arruinar su trabajo.

[...]

La noche llegó, ambos hombres se prepararon para lo que sucedería en sus vidas: una pelea en el ring y un nuevo homicidio.

Seungcheol viajó con su hermano y Dark Angel fue llevado por uno de sus chóferes hasta el garaje donde guardaba su auto ultimo modelo.

—¿De qué sirve tenerte si no puedo conducirte cuando quiero? —preguntó acariciando el tablero de su carro antes de apretar el acelerador.

Su mente estaba en blanco como cada vez que iba a trabajar. Sus ojos sin brillo alguno, su rostro inexpresivo; nada podía detenerlo. Nada. Jin Soo estaba en su mente, ahogándose en su sangre con un tiro en su estómago, en su entrepierna y otro entre sus cejas: pagando con su vida todo el dinero debido, pagando por haber golpeado al sicario aquella vez.

Jeonghan quería vengarse y eso haría.

Una vez mas aparcó el carro en una zona alejada y oscura, nuevamente entraría por la puerta de atrás. La pelea había comenzado y Seungcheol estaba en el ring dando lo mejor de sí para ganar.

The Dark Angel (JeongCheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora