15

257 48 4
                                    

—Te noto preocupado... ¿pasa algo?

Como décima vez, Seungcheol debía sacar de sus pensamientos al menor para que lo oyera cuando hablaba o no se chocara con algún objeto.

—Si, si, lo siento —rio, avergonzado—.  No es preocupación, simplemente estoy pensando. Tengo que hacer algo que no quiero hacer pero debo hacerlo —se limitó a responder.

—Si no quieres hacerlo no lo hagas, nadie puede obligarte a hacer algo que no quieras —afirmó.

JeongHan sonrió con agradecimiento por la preocupación del contrario, sin embargo decidió no responder nada mas.

—¡Una rueda de la fortuna! —exclamó de repente, olvidando todos sus problemas por un segundo—. Hace muchos años no veía una en persona... —sus ojos tenían una especie de brillo con matices de ilusión y melancolía—. Mi madre me dejó subir a una pocos días antes de morir —comentó sin darse cuenta lo que hacia.

—¿Tu madre murió? —preguntó Seungcheol, confundido.

Entonces JeongHan se percató que había metido la pata. Mordió sus mejillas internas y asintió, pensando en alguna mentira rápida.

—Cuando era tan sólo un niño, tenía seis años —explicó—. La señora con la que tu hablaste fue la mejor amiga de mi madre, ella se encargo de cuidarme como el hijo que nunca tuvo... yo le digo mamá —sonrió.

«Gran historia, JeongHan, a ver si él se la traga igual que tu, idiota» pensó.

A pesar de la mentira, una parte de aquello era verdad. La madre biológica del chico si había fallecido cuando el era un niño, pero no había sido aquella mujer quien lo había cuidado; mas bien había sido el señor Xu. Pero él nunca consideraría a JeongHan como un hijo, ni JeongHan a él como un padre.

—Ow, lo siento mucho —dijo el detective—. Mi padre también falleció cuando era pequeño. Pero no hablemos de ello, siempre creí firmemente que todo pasa por algo. Ven, subamos y disfrutemos de las vistas.

El azabache tomó de la mano al mas delgado de los dos y, mientras éste veía sus dos palmas unidas, lo arrastró hasta aquella atracción giratoria. Ambos esperaron a que todos bajaran del juego para subir ellos; la feria se encontraba un poco alejada de la ciudad mas no lo suficiente para impedir que las vistas en la parte mas alta de la Rueda de Fortuna sean un espectáculo.

—Fue una buena idea venir aquí —sonrió el rubio apoyado en uno de los barandales de la cabina—. Tienes buenas ideas.

—Lo sé —dijo, haciendo como si echara su cabello hacia atrás, provocando la risa del otro—. Fue buena idea invitarte a cenar aquella vez.

—Fue buena idea llevarte a mi casa ese día —le guiño el ojo.

—Estamos llenos de buenas ideas —afirmó, acercándose a él y acomodando el cabello que caía sobre su frente.

Aquella cercanía podía delatar con anticipacion lo que ocurriría en pocos segundos, por lo que fue JeongHan quien tomó la iniciativa, a pesar de repetirse en su cabeza que no lo hiciera, y lo besó luego de posar sus manos en ambas mejillas ajenas.

Seungcheol sonrió y lo pegó mas a él, profundizando el beso hasta casi quedarse sin oxígeno en sus pulmones. Sin separarse demasiado, aun mezclando sus respiraciones volvió a sonreír.

—Te lo dije: buenas ideas.

[...]

El corazón de JeongHan dolía. Había pasado una tarde excelente con el contrario y hacía pocos minutos se habían despedido ya que Seungcheol recibió un llamado del trabajo y tuvo que irse.

The Dark Angel (JeongCheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora