-Descansa pequeña -Me decía mientras me cargaba y recostaba boca abajo en su cama.
Tomó algo de crema y la untó en mis nalgas, me sobaba lentamente. -Todo está bien, niña. Mi niña -Me decía tiernamente.
Sorprende cómo puede cambiar tan rápido de hablar; de ser tan frío a Dulce en minutos. Pero me encantaba, me sentía protegida y eso me gustaba.
-Me duele mucho. -Le decía mientras lloraba, me levanté y volteé a verlo mientras le hice un puchero y volví a mi posición.
-Tranquila, pequeña, ya pasó. - Decía abrazándome, se acostó a lado de mí, abrazándome, mientras caía en un profundo sueño.
10:15 am.
Abrí los ojos y Omar ya no estaba. Me paré lentamente gracias a la gran incomodidad que sentía en mis nalgas por el castigo de ayer. Me dirigí al baño y lo primero que hice fue verme en el espejo; mis nalgas estaban llenas de moretones de la vara y el cinturón. Hermoso. Mi trasero se miraba hermoso. Llevé mis manos y me las acaricié. Tomé algunas toallas y me metí a bañar, pasaba lentamente el jabón por mis nalgas y me las seguía sobando. Me molestaba el hecho de que el agua cayera directamente en mis trasero así que lentamente me fui quitando el jabón con gran dificultad.
Alguien empezó a tocar la puerta sacándome bruscamente de mis pensamientos.
-El señor la esperó mucho antes de irse a la reunión que tenían el día de hoy, me dio orden estricta de que no la despertara. Acaba de llegar y dice que la quiere ver en 15 minutos en el comedor.
¡MALDICIÓN, OLVIDÉ LA REUNIÓN!
Mi cuerpo se llenó de miedo. -De seguro me castigará.
Me salí de bañar y me cambié lo más rápido posible agarrando la primera cosa del cajón que me mostró ayer, de la adrenalina ignoré por completo el escozor de mi pobre trasero mientras me cambiaba y la ropa rozaba mis nalgas. Fui hacia dónde estaba.-Buenas -Dije tímidamente, agachando la mirada con miedo a la reacción de él.
-Ya sabes porqué te llamé, ¿verdad? Parece que olvidaste totalmente tus responsabilidades. Falta imperdonable, tú futuro laboral está en riesgo. Si te toman por irresponsable puedes agarrar mala fama y así, querida, nadie querrá hacer negocios contigo y mucho menos consultarse en algunas de tus clínicas. No vaya a ser que un día llegues tarde a una cirugía donde la vida de una persona dependa solamente de ti.
Las ultimas palabras que dijo me dejaron pensando. Tenía razón, él en realidad tenía razón.
-No quiero que se vuelva a repetir. Empezó a reír y siguió diciendo -Aunque no creo que te queden ganas.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No quería que me pegara, mis nalgas aún me dolían por el reciente castigo de ayer como para recibir uno más al despertar.
-Perdóname, por favor, no me castigues. Ya no volverá a pasar pero te ruego no me pegues. -Le suplicaba llorando.
-Mira Esther, no insistas, lo único que conseguirás es hacerme enojar aún más. Sube inmediatamente a la recámara, desnuda tus nalgas y párate en el rincón con las manos en la nuca.
Tenía tanto miedo que obedecí sin decir palabra alguna.
La posición era muy humillante, pero no dejaba de sentir ese cosquilleo en mi estómago y zona íntima. Me excitaba estar así, esperándolo a él para que me castigara como se le venga en gana. Solo de pensarlo, sentí que un líquido recorría mis muslos.
-Que vergüenza -Decía a mis adentros. En verdad me daba vergüenza que él me viera en esas condiciones.
Escuché unos pasos que se iban acercando, maldición. Mi cuerpo empezó a ponerse tenso de los nervios.
-Que bonita vista. -Dijo fríamente al entrar al cuarto. -Podría durar horas observándote sin aburrirme. -Se acercó lentamente y me susurró al oído: Quisiera que fueras mía todos los sentidos.
Se me erizó la piel, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. El estaba demasiado coqueto por lo que veo y yo, la verdad, me moría por él.
-Pero lastima que tendré que castigarte. -Prosiguió. -Pon dos almohadas, trae del cajón una paleta de madera y recuéstate como ayer. Pero rápido que no tengo tu tiempo. -Esto último lo dijo gritando.
Obedecí. Cuando estaba acomodando las cosas en la cama me dio una fuerte nalgada y me jaló bruscamente quedando frente a frente. Me miraba con deseo y yo tengo que admitir que sentía una fuerte atracción.
-Eres tan hermosa pequeña, la mujer más hermosa que mis manos hayan tenido el placer de castigar.
-Gracias. -Dije secamente. Aunque moría por ser de él, cuando lo tenía de frente y tan cerca deseaba entregarme sin importar nada más. Pero tenía que ser fuerte, él no es capaz ni de dejar a sus mujeres por mi.
Me apartó y aventó boca abajo hacia la cama. Creo que se molestó porque no le seguí la corriente, pero yo no quiero nada con un hombre que tengo que compartir con más mujeres.
Tomó la paleta de madera y sin decir palabra alguna empezó a pegarme fuerte una y otra vez.
Entre más impactaba ese artefacto horrible en mis nalgas un ardor horrible iba creciendo, mis lagrimas empezaron a salir. Mi trasero ya se encontraba en muy mal estado por el castigo de ayer y esto empeoraba más la situación.-¡Detente! ¡Por favor! ¡PERDONAMEEEEEE! -Le gritaba suplicando. Sentía que mis nalgas se quemaban de lo que me ardían.
-CÁLLATE. Te lo mereces. Sabes que te lo mereces. -Decía pegándome aún más fuerte.
Los azotes seguían cayendo, yo había perdido la cuenta que llevaba en mi mente por si llegase a preguntar cuantos azotes me había dado.
No hacía más que llorar, no me movía porque a él le molestaba mucho que mis piernas se movieran. Y lo sé porque si lo hacía me pegaba aún más fuerte por debajo de mis nalgas.-Te daré los últimos 10 y quiero que los cuentes. Y en cuanto termines te vas a cambiar porque tenemos unos asuntos que resolver del negocio.
Yo me quede llorando sin decir palabra hasta que un fuerte azote cayó.
-RESPÓNDEME MUJER.
Mientras me dió 10 fuertes azotes consecutivos.
-Aaay, aaaaayyyy, perdón, perdón, perdón, si entendí señor, por favor perdón. -Decía entre lágrimas.
El primer azote cayó con más fuerza que los anteriores y yo apenas podía hablar. No sé si me entiende o no pero trato de contar lo más entendible posible.
Cuando ya iba en el último estaba llorando mares, por lo que me dio tres azotes más ya que no pude decir el número y yo solo grité fuerte -Dieeeez.
Parecía que miraba las estrellas del firmamento, nunca me había dolido tanto el trasero. Bajé mis manos pero no pude ni sobármelo, mi nalgas estaban en llamas.
-Cállate y vístete, en 20 minutos nos vamos. -Dijo Omar mientras dejaba la paleta de madera a lado de mi. -Guárdala y acomoda todo como estaba.
Yo solo lloraba y asentía con la cabeza. Escuché como se fue alejando; cuando ya no escuchaba más sus pasos me solté llorando como una niña chiquita mientras abrazaba la almohada. Era extraño, pero me dio sentimiento el hecho de que no se quedará para consolarme. Diera todo lo que tengo porque en vez de esta almohada fuera él, sobando mis nalgas mientras me tranquiliza diciéndome que todo está bien. Que todo terminó, que soy su niña. Su pequeña.
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Tómame
Fiksi RemajaNo es una mujer como cualquiera, esconde en su interior deseos que le avergüenzan y que por nada del mundo quiere que su alrededor conozcan... Hasta que lo conoce a él. (Es una novela que no tiene exactamente un orden estricto, pero si secuencia, s...