Lo bueno de lo malo

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Los azotes resonaban fuertemente al caer sobre mis nalgas lo que me hacía gritar, Omar empleaba demasiada fuerza, nalgada tras nalgada sin cansarse. Sentía un ardor, pero también me sentía humillada por la situación en la que me encontraba. Empecé a llorar y forcejear, le suplicaba que terminara, le pedía disculpas rogando su compasión pero nada funcionaba. No sé a qué se debía que me encontrara tan sensible, era algo diferente. No estaba disfrutando.

Duro algunos 20 minutos así y después se detuvo. Mis lagrimas ya estaban por toda mi cara. En la habitación solo se escuchaban mis quejidos, sentía como el me observaba pero sin hablar más que lo que decían las expresiones de su cuerpo. Lo sentía. Sentía como estaba él, lo estaba empezando a conocer y no era tan malo como parecía. Ni tan frío. Ni tan cruel... A veces. Sentí como empezó a acariciar mi trasero con sus manos, provocando una pronta reacción de mi parte, me dolían, si, pero la calidez que a veces transmitían sus manos eran el mejor alivio; recorría mi cuerpo y yo ya me sentía tan húmeda y mi cara podría asegurar que estaba tan roja de la vergüenza, como mis nalgas.

-¿Te gusta, no? -Dijo mientras su mano estaba por mis muslos, notando así la humedad. Estoy segura que lo había notado.
Pero yo también había notado algo en él, su cuerpo reaccionando al verme así, al tener este contacto más cercano conmigo.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -Me paró; me senté a lado de él en la cama y proseguí. -¿Por qué te detuviste? Digo, no quería que siguieras. Pero tú naturaleza no es exactamente la de ser compasivo y dejar un castigo a medias.

Hacer esa pregunta me hizo sentir muy incomoda pero era necesaria. De un momento a otro cambió, en un instante. Y tengo que saber a qué se debió.

-Tenemos que hablar... en parte tenías razón. No puedo obligarte a ir a un lugar tan lejos si tú no estás de acuerdo. Es que no puedo verte así, y solo tener poder se castigarte. No. Quiero algo más, quiero que seas mía. Con toda la extensión de la palabra. No puedo conformarme con esto, yo sé que lo habíamos acordado pero ya no puedo. Sé que notas como me pones. Verte así, por primera vez, se sale de mi control. No quiero hacerte algo que no sea de tu agrado pero tengo mis instintos y, querida, tú me los pones al limite.

-¿Qué quieres tú de mí, Omar?
Sus palabras me habían impactado, en ese momento tenía tantas emociones revueltas que no sabía cómo reaccionar. En parte, sentía orgullo porque cuando yo a él le di medio a entender que quería algo más; dijo que solo era mi tutor de disciplina y no sé qué tantas cosas más, pero ahora era él quien me decía que no podía ser solo eso. Sentí como reponía mi orgullo poco a poco.

-No sé. Yo no sé. Planeé todo este día a la perfección, inclusive como te castigaría en este momento pero, es que no puedo. Hoy no. No después de verte así, de sentirte tan mía pero saber que no lo eres. Es una barrera para mí.

-Espera, no sigas. ¿Me estás diciendo que él no poseerme completamente es una barrera? ¿Me estás poniendo el tenerme totalmente como condición para seguir? Estás bien mal si piensas que yo te permitiré algo más que lo que tenemos hasta ahora. -Mi orgullo sobresalió, ese orgullo que recuperé al verlo así. Hasta que el empezó a reírse.

-¿Tú me hablas a mí así? Estamos en condiciones totalmente diferentes. Solo mírate, casi desnuda, mira el estado de tus nalgas, mira cómo reacciona tu cuerpo cuando te tengo. Si alguien perdería aquí, sería..

-¿Por qué callas? ¿Sería yo? ¿Eso querías decirme? Me tiene sin cuidado mi estado en este momento. Eso no me quita absolutamente nada de capacidad para saber decidir, mucho menos mi orgullo como persona. Yo te permití muchas cosas. Inclusive iría contigo a donde quisieras llevarme. Pero tú no me puedes poner ese tipo de condiciones para seguir. Sé más profesional, por favor.

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