Cap. 32

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Oscuridad

Aquello fue lo que sus ojos captaron al principio, la cabeza le daba vueltas y sus sentidos de a poco recobraban el sentido de lo que sucedía a su alrededor.
Pudo captar un par de manos sosteniéndole por la cintura, el calor de ese cuerpo ajeno fue extendiéndose hasta darse cuenta que estaba abrazado a ella.

Parpadeó nuevamente, solo la mitad de su perspectiva fue aclarándose, ¿Es que acaso tenía un ojo cubierto? No encontró respuesta alguna a esa pregunta.

Se concentró en el lado que si veía y con lentitud inspecciono su alrededor, estaba en un cuarto, uno bastante oscuro, gótico podría decirse, rojo y negro, colores básicos y bastante favorecedores a su cansada vista un color brillante a habría segado.
Siguió viendo, una pequeña mesa de luz, una lámpara apagada, realmente no alcanzaba a distinguir casi nada a su alrededor, había algo que obstruía su ya tan desganada vista. Débilmente y en sumo silencio, extendió su brazo intentando identificar aquella bruma rojiza, se sobresaltó ligeramente en cuanto sus dedos la rozaron, era tela, un delicado y semi transparente tul rojizo que rodeaba la cama.

Espera… ¿Cama? ¿Dónde estaba?

Los recuerdos la golpearon de tal forma que se levantó de golpe de su tan cómodo letargo alertando de paso a quien estaba detrás de ella. Eso último poco le importó, para cuando el ser abrió los ojos ella ya estaba sentada al borde del colchón sosteniéndose el lado vacío de su rostro, vendas cubrían su ahora hueca cuenca, pero eso no evitaba que esta se hundiera se hundiera ante la mas mínima presión de sus dedos.

Sus manos temblaron, no se suponía que estuviera ahí, ¿Dónde estaba? ¿Viva? ¿Muerta?

¿Con quién?

No debía girarse, no quería girarse, no sabía que encontraría detrás de ella no sabía ni siquiera donde estaba, ni en sus prendas se había fijado, al menos sabía que estaba vestida, aquello era suficiente como para pasar por alto el detalle momentáneamente.
Inhaló y exhaló profundamente, un pequeño suspiro silencioso y finalmente se giró dando con quien menos quería ver, ese ser que ella misma había traído de regreso a su vida, que equivocada había estado, debió dejarlo ir como él había hecho con ella.

Abrió la boca tratando de que las palabras salieran de su boca, no hubo suerte, hasta el último de los sonidos que podría hacer se enredó en lo mas profundo de su garganta dejando solo aire para salir.
Sin éxito al hablar, miró de nuevo al suelo sin dejar de tocar los bien colocados vendajes en su rostro, no es como si realmente tuviera algo que decirle a ese demonio.

Bueno, los insultos no cuentas por el momento…

Sin recibir alguna queja, insulto o al menos gesto por parte de la humana, si es que aun se le podía decir así, el demonio se acercó mas a ella quitando con la punta de los dedos el cabello que le cubría las vendas. La forma en la que seguía presionando el lugar vacío le perturbaba incluso a él, ¿Aún no entendía que no tenía un ojo? La tomó por la muñeca y alejó la mano ajena para ver por él mismo ese costado de su rostro.

Su piel antes era pálida, ahora literalmente era un papel, sus ojos, bueno, ojo, había perdido el poco color que realmente poseía, el hecho de haber estado dormida tanto tiempo había hecho que su cuerpo adelgazara, sus pómulos se remarcaban mas de lo que le hubiese gustado alguna vez y sus uñas estaban algo descuidadas al igual que su tan bien cuidado cabello, ya no poseía el mechón rojo que tanto la caracterizaba.

-Eres un desastre-

Susurró sin pudor y con tono neutro, decir que era broma o era un insulto era difícil, su tono no era más que frialdad y algo de molestia. Tal vez sí, era un insulto.
Ella no dijo nada, no esperaba un halago tampoco, después de todo quien le había hecho eso era quien ahora la sostenía, no era una situación mental fácil para ella.

- ¿Don-de… estoy? … - Le costó, se atoró un poco, pero logró preguntar, su voz estaba deshecha, rasposa y bastante distorsionada, apenas y se le entendía.
-Mi castillo-

Wow ¡Eso le resolvía todos los misterios del universo! … Nótese el sarcasmo.

Soltó un silencioso suspiro, estaba cansada, ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, su cuerpo estaba claramente exhausto y necesitado de nutrientes. Sin importarle lo que el demonio pudiera decirle, se alejó con intenciones de ponerse de pie y por unos segundos logró su objetivo, la debilidad de su cuerpo se hizo mas que clara cuando sus piernas cesaron y la dejaron caer al suelo.
Sus manos temblaban, realmente estaba más débil de lo que había pensado. Intentó levantarse para al menos volver a descansar en la comodidad del colchón, no pudo hacerlo, de la cadera hacia abajo no sentía mas que un doloroso hormigueo que comenzaba a molestarle.

- ¿Quieres que te levante? – Por instinto negó, ser tocada otra vez por ese ser, ni de broma, lo último que quería era volver a ser envuelta en ese sentimiento tan desagradable de sumisión e impotencia que el contrario le hacía sentir cuando la sostenía.
El demonio no chistó, no se quejó o refutó, solo se quedó mirando que hacía la humana para volver a pararse. Pasaron segundos, tal vez minutos y ella aun no se rendía en su deseo de ponerse de pie.

Finalmente, el demonio, cansado de ver tan patético intento de determinación, la tomó por debajo de los brazos y la sentó nuevamente en la cama. Cuando ella por fin dejó de luchar y sacudirse para bajar de nuevo al suelo, se puso de pie y vistió rápidamente, en realidad parecía estar usando parte de su traje en la cama, una camisa negra y un pantalón grisáceo, apenas se colocó un saco antes de irse del cuarto.

Estaba sola por fin estaba sola, ya sin presiones o miedo comenzó a llorar, hundió el rostro en la almohada que ahora abrazaba para ahogarse en su dolor, no entendía nada, no comprendía el cuándo, el dónde o el porqué, solo recordaba lo que había pasado esa noche.
La había buscado, enamorado, marcado, dejado, herido y vuelto a buscar, era un ciclo inmundo del que no parecía poder escapar.

Ahora estaba atrapada, bajo las garras del demonio, no sabía que hacer o donde ir, ni siquiera podía levantarse de la cama sin quedar tirada en el suelo, sus piernas no respondían, sus manos no dejaban de temblar, apenas y tenía la mitad de visibilidad disponible.
No podía haber caído más bajo, estaba en sus peores condiciones y lo peor, su estómago parecía estarse comiendo a sí mismo, no había comido nada hace cuanto, ni siquiera recodaba que fue lo último que comió, con su profesión, lo más probable es que fuera un mero café.

No resistió sus fuerzas eras demasiado escazas y su cuerpo delgado denotaba el hambre por el que estaba pasando, sin más no resistió y volvió a donde comenzó.

Oscuridad.

The Human and the Demon (Zalgo) 《A SER REESCRITA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora