EL INFIERNO DE ALEXANDER (MALEC)

Capítulo 4

-Duele, duele, duele, duele, sácalo, sácalo por favor, sácalo –sollozó Alec gimiendo de dolor.

-Vamos, no seas débil –gruñó el chico, Alec lo fulminó con la mirada.

- ¡En serio duele!

-Vamos Alexander, no debe ser tan malo.

-No, esto es horrible –dijo Alec dejando caer gruesas lágrimas, el chico se detuvo inmediatamente y se alejó de Alec.

-Por favor Alexander, trata de pensar en otra cosa.

- ¿¡Cómo voy a pensar en otra cosa cuando lo tienes tan adentro!?

El contrario rió suavemente.

- ¿De verdad es tu primera vez?

Alec hizo un puchero y asintió, el joven sonrió exasperado y sacó la palita excavadora de su piel.

-Igual creo que ya ha sacado todos los vidrios, ahora sólo tengo que limpiarte las heridas.

Alec suspiró aliviado y se recostó contra la pared.

- ¿Por qué haces eso? Te meterás en problemas, me han asegurado que me ibas a violar o algo así.

-Sí... eso es lo que ellos piensan y me ayuda muchísimo tus gritos de nenita dolorida –Alec lo fulminó con la mirada y el chico rió divertido –te he visto en el instituto Alexander, sí, eres un niñito perfecto con la vida perfecta, un nerd con cara sexy pero por más insoportable que seas y quiere golpear de todo el tiempo, no te mereces esto, nadie se lo merece.

-Te he visto, comparto algunas clases contigo –Alec lo recorrió con la mirada –eres uno de ellos, un submundo, Magnus Bane –el moreno asintió –tú hiciste el comentario la última vez sobre mi calificación.

-Bueno es la verdad, tú siempre te sacas excelente nota ¿cómo le haces?

Alec sonrió de lado.

-Estudio.

- ¿Y cómo lo haces sin morir de aburrimiento?

-Bueno mi padre...

-Por supuesto ¿quién no conoce al famoso Robert Lightwood?

-Bueno... quiero ser tan grande como él, es una gran persona, no sólo por tener dinero y ser trabajador, es un gran padre y esposo.

El moreno lo miró impresionado antes de sonreír de lado, de su bolso sacó alcohol y una bolita de algodón.

-Tengo que limpiarte las herida... te va a doler un poco.

Alec hizo un puchero.

-Odio esto.

- ¿Es la primera vez que te hieren así? –Alec asintió–. Así que es la primera vez que te hacen una curación tan fuerte –Alex asintió nuevamente.

-Y duele como un demonio.

-Vamos perfecto Alexander, deja de llorar –dijo Magnus divertido antes de empezar a limpiar las heridas de los costados del ojiazul el cual lanzó un aullido.

- ¡No me digas así! -Gruñó furioso; Magnus lo miró exasperado.

- ¿Por qué?

-Porque me hace sentir como si el simple hecho de ser yo me hubiera condenado.