En la mañana siguiente, Maddie y Noa se levantaron antes que todo el mundo para poder hablar con quien más deseaban: su padre.
Se vistieron y bajaron silenciosamente a la Sala Común de Gryffindor, la cual, afortunadamente, se hallaba completamente vacía. Sin embargo, tras un par de minutos, apareció alguien bajando de puntillas por la escalera: Harry.—¡Oh, chicas! —susurró sorprendido.
—¡Harry!
—Nosotras...
—Bajé a... Escribir una carta para Sirius —murmuró el chico—. Podrán ayudarme a que sea indescifrable, ¿no?
—Sí, claro —dijeron mirándose la una a la otra con incomodidad.
Tomó poco tiempo, sorpresivamente, escribir la carta, pues era cuestión de resumir los recientes eventos y evitar nombres y declaraciones importantes.
Querido Hocicos: Espero que estés bien. Los primeros días aquí han sido terribles, y por eso me alegro de que haya llegado el fin de semana. Tenemos una profesora nueva de Defensa Contra las Artes Oscuras, la profesora Umbridge. Es tan encantadora como tu madre. Te escribo porque eso que te conté en verano volvió a pasarme anoche mientras estaba cumpliendo un castigo con Umbridge. Todos echamos de menos a nuestro gran amigo, pero esperamos que vuelva pronto. Contéstame rápido, por favor.
Un abrazo, Harry—Vaya, ha quedado estupenda, gracias —agradeció Harry—. Ustedes, ¿qué hacen?
—Oh, nos levantamos a —empezó Maddie, mirando a su hermana en busca de respuestas.
—A hablar sobre un asunto... íntimo —completó Noa—. De mujeres.
—Oh —dijo Harry, quien claramente no había entendido nada—. Entonces... Buena suerte.
Selló el pergamino con sumo cuidado, salió por el agujero del retrato y se dirigió a la lechucería.
—Se ha ido.
Maddie se quitó su amuleto en forma de perro del cuello y contempló el Grim de ojos grises que movía la cola. Inmediatamente después, le hizo cosquillas en la cola y, al cabo de unos segundos, pudieron ver a su padre en el accesorio.
—Vaya —saludó Sirius—, veo que lo entendieron bien. ¿Qué tal están?
—Bien —contestó Noa—, acaba de irse Harry. Te ha escrito una carta muy buena. Nadie se dará cuenta de lo que realmente dice.
—Recuerden que nadie puede saber de este medio de comunicación —las advirtió el hombre—. Puede... alterar las cosas.
—No, claro que no.
—¿Sabes algo de Hagrid, papá? —preguntó Maddie—. No ha regresado.
—Sé que fue a una misión con Olympe Maxime para fraternizar con los gigantes...
—¿Gigantes? —exclamó Noa horrorizada.
—De seguro son buenas criaturas —murmuró Maddie.
—No te creas —murmuró Sirius—, pero Hagrid y ella son los indicados. De seguro que están bien.
—¿Conoces a Dolores Umbridge? —preguntó Noa—. Es una nueva profesora enviada por el Ministerio.
—No la soporto —farfulló Maddie.
—Oh, sé quien es —dijo Sirius, frunciendo el ceño—. Deben tener cuidado, es peligrosa.
—Nos dimos cuenta —repuso Noa—. ¿Tú cómo estás?
—Solo —se lamentó Sirius—. Las extraño mucho.
—Y nosotras a ti —murmuró Maddie.
—¿Cómo va el equipo de Quidditch, Noa?
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Pequeñas Black y la Orden del Fénix (Libro V) (Harry Potter)
Hayran KurguMaddie debe atravesar una difícil etapa de superación, en la cual, junto con Noa, deberán vivir nuevas aventuras y descubrir más acerca de su familia, sus amigos y ellas mismas. ¿Qué esperas para acompañarlas?