Casi me rostizan

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Imágenes rápidas y ruidos indescifrables. Parecían palabras, pero no las distinguía. Y....era Rogger, de eso estaba segura, pero no sabía dónde estaba, o que decía, y gritaba. Era horrible. Totalmente una pesadilla.

Tenía ganas de gritar, "¡¿Dónde estás?!" , pero las palabras no salían de mi boca. Trate de alcanzarlo, y abrazarlo de pasó. Pero, no me movía, no me podía mover por más que quisiera. Y, de repente, alrededor de tanto ruido, Rogger se desmayó, y la imagen cambió.

Hera y Zeus estaban discutiendo, parecía que gritaban, pero no escuchaba nada. De repente, parecía que me percibieron, porque los dos voltearon a verme al mismo tiempo.

Cuando desperté, mi respiración estaba agitaba y yo sudaba. ¿Que le pasó a Rogger?, ¿Dónde estaba? Y no me preguntó sobre que discutían Hera y Zeus, era obvio que era sobre mí.

Me asomé por la ventana y apenas estaba amaneciendo. Y, obviamente los hijos de Apollo ya estaban despiertos.

Yo, salí a caminar por el bosque a pensar. En nuestra plática de ayer, Annabeth me dijo que los sueños o pesadillas de los semidioses, nunca son solo sueños. Así que, debía tranquilizarme y pensar con claridad.

Pero, mis pensamientos fueron interrumpidos por una bola de fuego gigante que venía directo hacia mi.

Reaccione muy rápidamente, y me tiré al suelo, así que el fuego solo me tocó un poco el cabello. Pero, mi cabello ya era un desastre, así que no se nota, ni se notaba, ni se notará.

— ¡Lo siento mucho!, ¿Estás bien? — era la voz de un chico. Me ayudó a levantarme.

Era un chico moreno, delgado, y con cabello negro rizado, ah y tenía las orejas ligeramente puntiagudas.

Cuando el me vió, sus ojos se llenaron de sorpresa y exclamó.

— ¡Tú eres la hija de la Tía Callida!

— ¿Tía Callida? — pregunté confusa.

— ¡Hera! Es una larga historia. La primera vez que te ví fue cuando te reconocieron en la fogata y fue como de "¡¡¿Qué?!!" , pero después de eso no te había vuelto a ver.

—O-ok.

— Me llamó Leo, soy hijo de Hefesto. Mi padre y tu madre no se llevan para nada bien.

— ¿Por qué? — pregunté— lo siento, no sé mucho de mitología.

Y después Leo me contó que Hera lo había hechado del Olimpo solo por ser feo.

— Wow, mi mamá es una alepoú.

Y, que lo digas. Pero, tú no te ves tan mal. Claro, si no contamos tu cabello. — ¿Eso era un chiste? Si, se suponía que era un chiste.

Le lancé una mirada asesina. Al menos soy buena en eso. Pero, tenía que admitir que el chico me producía un tipo de curiosidad.

— Como sea, ¿Cómo es que casi me conviertes en carne asada? No veo ningún lanzallamas.

Él se rió por lo bajó y extendió su mano. Yo no veía nada, hasta que apareció el fuego. Y, di un pequeño saltito, por no decir que casi término del otro lado del bosque.

— ¡¡Increíble!!— exclamé. De verdad estaba asombrada.

— Gracias.

— ¡¿Cómo es que lo hiciste?! — pregunté.

— Bueno, no me gusta presumir, pero soy uno de los pocos hijos de Hefesto que pueden hacer lo que hago. El último que existió fue en 1666.

— ¿Estás bromeando?, si yo fuera tu me la pasaría hablando de eso. Es decir, si yo presumiera de algo sería como, "Sí, soy hija de Hera, y soy la semidiosa más odiada del mundo."

— Jajajaja, oye Hera tiene algo bueno, puede controlar a los animales, eso es increíble.

— Si, es lo único que se salva de ella. — acepté.

De repente, Leo se puso triste.

— ¿Qué se siente tener madre?— me preguntó de la nada.

¿Que le respondo?, ¿Que le respondo?, ¿Que le respondo?...

— No lo sé. — Leo me miró con extrañeza— Es que nunca me cuidó cuando era niña, ni me educó, ni siquiera me regaño, o me habló. Más que mi madre, es como una extraña.

— Oh, entiendo.— sonrió— Olvida lo que te dije. Por cierto— cambió de tema—, cómo hijo de Hefesto, se detectar cuando una máquina tiene un error, y si tú cabello fuera una máquina sería un completo error.

Le volví a lanzar una mirada asesina y el se paralizó. Pero, después de un rato, comencé a reír a carcajadas, y el se relajó.

— ¡¡Jaja, tienes razón!!

Después comenzamos a hablar de temas triviales y a contar chistes mientras volvíamos al campamento. Eso me ayudó a olvidarme un poco de la pesadilla.

Al llegar al campamento, vimos que de la entrada llegó una chica con cabello rojizo y rizado entró corriendo. Leo y muchas personas, incluído Quirón fueron a recibirla. Y le preguntaban, "¿Cómo estaba?" Y "¿Por qué vino al campamento?" Y "¿Que come Argos?", Lo típico.

Pero de la nada la chica gritó.

— ¡¿Dónde está la hija de Hera?!

Todos, absolutamente todos, me voltearon a ver. Así que yo también me volteé y dije.

— Wow, ¿Dónde estará?

— Beth. — dijo Quirón llamándome.

— Ya voy. — dije.

Fui arrastrando los pies, y cuando llegue dónde la multitud, la chica pelirroja se abrió entre las personas y agarrándome de los hombros, me dijo.

— Tu y yo, tenemos que hablar.

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Hola lectores. La verdad nunca se que escribir en esta parte.

La hija de HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora