El dragón y el bastardo

Escamas: Parte 1

El sonido característico de la puerta de casa llegó del piso de abajo. Madre había vuelto de trabajar en la taberna. Si me concentraba, llegaba a oír los cánticos obscenos de los borrachos, aunque hoy parecían estar más moderados. Madre subió al piso de arriba, donde estaba yo. Aunque llevaba un buen rato acostado, tanto ella como ya sabíamos que no estaba dormido, y que no dormiría pronto. Me acarició la cara con suavidad y, arrastrando los pies hasta su habitación, se tumbó en la cama y se durmió inmediatamente.

Se me ha olvidado, me llamo Scott Waters, y soy bastardo del Rey Aegon. Vaya sorpresa, ¿no? Mi Madre dice que salí a él, pero yo sé que no es verdad. Tampoco me siento más "poderoso" o "fuerte" por ello. Es más, para mí es como una maldición. La mayoría de niños de Rocadragón se ríen de mí por ello.

Recuerdo bien el momento. Las trompetas que indicaban el asedio sonaban como aullidos de lobo en la fría noche. La lejana vista de fuego se iba acercando a la ciudad. En las calles, abajo mía, el más terrible caos reinaba. Se oían los gritos de mujeres, hombres y niños por igual. Madre llevaba rato dormida, pero esto obviamente la despertó. Madre me agarró por los hombros y me dijo:
-Scott, escúchame. Huye de la ciudad. No te preocupes por mí, estaré bien.
Me negué sin dudarlo, ¿como iba a dejar todo lo que tenía y marcharme corriendo?.

Lo que me hizo cambiar de idea fue el estruendo de los goznes de la puerta reventando.
-¡Por Tywin!
La grave voz de un soldado llegaba de abajo.
-No hay tiempo, Scott, sal por la ventana de atrás, yo los retendré.
Madre no era guerrera, ni mucho menos, pero confié en ella y salté. No fue hasta llevar la mitad de la caída que me di cuenta de la altura desde la que me lanzaba. El aterrizaje no fue bonito, ni mucho menos. El dolor me recorrió la pierna como un cuchillo de carnicero destripando una vaca. Creí haberme roto la pierna. Intenté correr unos metros, pero solo conseguí caerme y romperme unos dientes.
Al levantarme, otra oleada de dolor me recorrió la pierna. Esta vez, el dolor ganaba. Perdí el conocimiento

Oye, que tal va esto? Si os gusta no dudéis de decírmelo! (Si es que alguien lo lee) Hasta la próxima parte!