El número que adornaba la gastada placa dorada frente a ellos era el 308. El pasillo se parecía al de su propio edificio pero aquél tenía las paredes pintadas de turquesa, y, además, estaba ubicado en un barrio de mala fama en Seúl.
Hoseok no había tocado el timbre y Mae ya quería irse de allí, sino fuera porque su mano estuviera envuelta en la del mayor, hace tiempo estuviera mordiéndose las uñas de la ansiedad. Ese lugar no le daba buena vibra en lo absoluto.
Escudriñó el perfil del rubio, pero este, a pesar de haber sentido su mirada sobre él, no la miró: sus ojos y mente estaban fijos en la puerta de madera invitándole a tocarla, pero Hoseok no parecía verse capaz de levantar el brazo, no por el hecho de que se había acobardado, sino, de que sabía que necesitaba fuerzas para afrontar lo que sabía que escucharía.
Apretó la mano de la peli-negra y ella observó cómo él llevaba a cabo la acción de tocar finalmente el timbre.
- Lo has visto antes -habló por primera vez desde que entraron, pero Mae no hizo más que mirarlo con confusión-. Quédate cerca de mí a menos que te diga lo contrario, ¿sí?
- No ent...
La puerta se abrió interrumpiéndola y sobresaltándola de paso. Detuvo su respiración y no pudo ocultar su cara de sorpresa cuando el hombre de mediana estatura y cabello negro que había visto el día de la cena se enseñó a sí mismo frente a ellos, sin camisa.
Él mismo pareció sorprenderse ante la inesperada visita, pero su semblante cambió bruscamente a una sonrisa de lado cuando sus oscuros ojos se detuvieron en un específico puesto en medio de ellos: sus manos entrelazadas.
- Debes de estar jodiéndome.
Aunque se rió libremente, una molestia imposible de no detectar tembló en su voz cuando artículo estas palabras. Hoseok se mantuvo en silencio mientras lo veía negar sin poder creer lo que estaba haciendo, pero cuando vio la intención del otro de cerrar la puerta, sin dudarlo, irrumpió en la estancia con brusquedad.
Mae solo pudo jadear cuando su brazo fue halado por el rubio hacia dentro y una vez pudo completar la acción, su mirada chocó contra la del peli-negro, quien la miró de arriba-abajo sin borrar la media sonrisa de su rostro.
- Min, escúchame... -comenzó el más alto.
- No quiero tu mierda, Hoseok -le espetó en respuesta, sin dejarlo continuar. La chica intentaba no acercarse demasiado, sintiendo el peligro de estar allí crecer cada vez más. Sabía que debió de haber escuchado sus instintos.
- ¿Estás de su lado ahora, Jimin? -en cuanto la voz del rubio volvió aparecer respondiéndole de la misma manera, como reflejo dio un paso hacia atrás formando puños con sus manos; él le había dicho que se mantuviera cerca, pero ahora mismo, sólo quería correr. Y él no pareció darse cuenta de esto.
- Oh, vaya -una risa sarcástica salió de la garganta del presunto Jimin y su mirada volvió a aterrizar en la de ella-. Échanos la culpa a nosotros, no será ninguna sorpresa -él le había hablado al otro hombre, pero sus ojos clavaban dagas en los de Mae, quien se forzó a quedarse quieta para seguirle el ritmo a la conversación. Para entender por qué hacían tanto lío por ella-. Ya te la follaste, ¿no?
Su mundo se sacudió de inmediato y sintió sus mejillas enrojecer, una vergüenza la recorrió de repente y sólo entonces dio un paso hacia delante, intentando mantenerse firme. Pero el hecho de que aquello era verdad no se lo permitió, así como tampoco se lo permitió el brazo de Hoseok sobre su pecho.
Lo miró y una furia que había visto varias veces estaba reflejada en sus ojos. No le dijo nada, pero cuando miró sobre su hombro dándole a captar la presencia de alguien más en la habitación, sus nervios comenzaron a surgir.
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CHÈRIE | JUNG HO SEOK.
FanfictionLIBRO SIETE. "-esto sólo iba a ser un juego, nada más." - leer: todas las historias de la saga antes que esta. ©clitaeris; 10/17. contenido sexua no copia parcial ni adaptación sin mi permiso.