013.

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Había dejado de respirar. En ese momento, se sintió estúpida de no haberle hecho caso; no fue solamente el comentario bastante demandante del misterioso chico, también todo lo que su cerebro creó en sólo aquel segundo, dándole una sensación a la cuál intentó no rendirse.

Respingó cuando pudo sentir más movimiento proviniendo de la sala y aunque trató de dominar su respiración para que esta no resonara en el corto e incómodo silencio que se formó de repente, sólo consiguió marearse.

- ¿Qué? -llevó su mano en dirección a su boca cuando una amarga carcajada salió de la garganta del acompañante. Su mirada se dirigió hacia la puerta de su habitación abierta de par en par como vía de escape y se obligó a sí misma a esperar-. No estoy jugando, Hoseok.

Mae se sintió extrañada cuando ninguna respuesta salió de los labios del rubio: estaba completamente en silencio. Y sabía que aquello sólo estaba impacientando a la persona que se había osado en ponerla más nerviosa de lo que estaba. Su estómago era ya un revoltillo.

- Min Yoongi... ¿Es divertido para ti? -apretó sus labios cuando la voz del único hombre que reconocía en la habitación por fin se hizo presente, pero no consiguió calmarse, más bien, era como si su pulso se hubiera acelerado aún más.

Necesitaba entrar en la habitación, su mente se lo gritaba.

- Sólo hago mi trabajo, Jung Hoseok -contestó el otro hombre sin una pizca de dureza, tal y como si estuvieran repitiendo una conversación pasada.

Se arrastró con lentitud hacia su objetivo, dándose cuenta que el miedo que la poseyó había hecho que sus piernas se entumecieran haciéndole arduo caminar.

Sin embargo, no fueron los pasos del no invitado dentro de la sala, o el fuerte estruendo de la puerta principal abriéndose con fuerza, fueron las nauseas que agitaron su sistema sin aviso haciéndola correr hacia el baño de su propia habitación para expulsar todo lo que había probado ese día, aunque esto fuera casi imaginario.

No obstante, aquella pequeña acción sólo hizo que ambos hombres se alertaran ante el ruido: los músculos de Hoseok se tensaron de inmediato con preocupación, pero una sola oscura media sonrisa se dibujó en el rostro de su rubio socio, el cual esta vez, retrocedió hacia la salida.

- Tres días, Hoseok -recordó, captando la atención del menor, el cual no hizo más que asentir-. No me hagas hacerlo de otra manera.

En cuanto la puerta se cerró su primer reflejo fue correr hacia el delgado cuerpo de la peli-negra apoyado contra el inodoro mientras sujetaba su cabeza. Sólo subió la mirada cuando lo pudo sentir acercándose y se impulsó a sí misma a levantarse para lavarse la cara y boca.

Hoseok apoyó su mano con cuidado sobre la espalda de la chica y en cuanto empezó a hacer pequeños círculos con su palma Mae cerró los ojos, calmándose. Se secó el rostro con lentitud mientras el mayor llevaba ahora sus dedos hacia su nuca y sin dejarla decir palabra, la atrajo hacia su pecho improvisando un abrazo al cual ninguno se negó.

La mente de ambos vagaba en pensamientos que no se parecían, pero llevaban a un mismo lugar. Mae subió sus manos por los brazos de Hoseok antes de separarse para encontrar sus ojos.

- ¿Por qué me quieren a mí? -le preguntó, la preocupación y confusión estaban reflejados en el puchero que tal vez ella misma no se había dado cuenta de que estaba haciendo. El hombre dejó salir una débil sonrisa mientras su pulgar se encargaba de delinear los labios de Mae, sabiendo exactamente qué causaba en ella.

Él sabía la respuesta, era más que obvia desde que fijó sus ojos en ella por primera vez. Pero decirla en voz alta, en ese mismo instante, bajo los brillantes y oscuros ojos de la chica que no parecían tener idea de lo malo de este mundo, era como clavarse una daga en el cuello.

- Te lo he dicho ya varias veces, santita -respondió escalando sus yemas por el puente de la nariz de Mae, la cual la arrugó cuando lo hizo. La mano disponible del rubio alcanzó su cintura atrayéndola hacia él y se dirigió con lentitud hacia su oído, medio sonriendo cuando sintió las temblorosas uñas de la peli-negra clavarse en la piel de sus hombros-. Vamos a dormir, ¿sí?

Tomó su muñeca sin dejarla siquiera analizar lo que le había dicho e ignorando sus intentos por detenerlos a ambos, la dirigió hacia la cama tumbándose junto a ella. Sin embargo, ella no parecía haber terminado de hablar.

- ¿Lo dejarás así? -le preguntó con la molestia reflejada en sus pupilas-. Hay personas que quieren hacernos daño y ¿vamos a dormir? -un bufido salió de los labios de Hoseok, pero lo único que hizo fue tantear la almohada con su mano para luego tomarla y colocarla debajo de su cabeza. Mae lo veía sin poder entender porqué se encontraba tan calmado y cruzando sus brazos sobre su pecho se sentó, esperando a que reaccionara-. Estoy hablando como si tú no pudieras hacer lo mismo que ellos...

A pesar de que él había cerrado sus ojos, una sonrisa se dibujó en su boca y sólo ocasionó que Mae se sintiera aún más frustrada; no le molestaba el hecho de que estuviera confiando en Hoseok más de lo que debería, sino que el no parecía reaccionar de la misma manera.

- Hoseok...

Pero de la manera en que sí reaccionó fue tomándola del cuello en un rápido movimiento que pasó desapercibido ante sus ojos y del cuál solo se dio cuenta cuando se vio obligada a encararse a él y sus respiraciones se comenzaron a mezclar.

- No vuelvas a decir eso, ¿vale? -no la estaba lastimando, a penas sentía sus dedos alrededor de la piel, pero lo que hizo que el pánico la consumiera intentando alejarse de él fue el airado brillo en sus ojos-. Si lo fuera, no estarías justo aquí, santita.

La dejó ir cuando el entrecejo de la peli-negra se frunció reflejando el miedo que comenzaba a tener. El corazón de Hoseok se estrujo ante la visión de aquella reacción pero no se disculpó en voz alta, no sabría cómo hacerlo.

La mano de Mae siguió enrollada en la muñeca del rubio y se mantuvo buscando sus ojos: no quiso cuestionarle, al menos, no esa vez, quiso comprender qué pasaba por su mente y pareció haberlo averiguado cuando él la atrajo nuevamente hacia sí haciéndola acomodarse en su pecho. Sin embargo, la mente de Hoseok vagaba por muchos escenarios que sólo le hicieron cuestionarse, -peliando consigo mismo- ¿qué había hecho?

- Me tienes a mí, de ahora en adelante -avisó sin rodeos haciendo a la joven ponerse en alerta-. No tienes de qué preocuparte.

Mae analizó sus palabras una, dos, tres veces, cada vez haciendo que su piel se erizara ante la vibración de la voz de Hoseok contra su oído. Si cualquier persona le hubiera dicho aquello, hubiera creído que intentaban jugar con ella... sin embargo, sin saber por qué, el hecho de que él lo dijera le daba la tranquilidad que sólo había sentido con la cruz alrededor de su cuello.

- Espero que sea verdad.








maratón 1/3.

después de flirtaus siento que mi vida es un agujero negro y vacío xdxdxd

les regalaré un pequeño maratón porque sé que tenía tiempo sin actualizar lOL

- ema.

CHÈRIE | JUNG HO SEOK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora