- Podría hacerte lo que quisiera en éste mismísimo momento y nadie jamás se enteraría... - Pensó mientras acercaba su mano a uno de los pechos de la Princesa por encima de su vestido.
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- No, no puedo hacer ésto. Ella ni siquiera está consciente. - Adrien chistó molesto consigo mismo por esos pensamientos horribles y quitó su mano enseguida sin haber alcanzado a tocarla mientras prestaba atención a la carreta que pasaba por el sendero del Bosque a su lado, escondido junto a ella. Tragó saliva con mucha dificultad, mientras intentaba contener todos sus instintos de depredador desarrollados éste último tiempo por culpa del vil dueño de la Corona. Pero también tenía muy en cuenta que las posibilidades de que una situación como ésta volvieran a darse eran nulas, por lo que para guardar en su memoria e imaginar luego lo que sería tener a esa preciosa mujercita sólo para él, acercó su rostro hasta su cuello y rozándolo con la punta de su nariz, inspiró lo más profundo que pudo el aroma de su delicada piel, embriagándose de ese perfume único, más que seguro que preparado sólo para ella. - Por favor, parezco un maldito viejo pervertido... - Sacudió su cabeza negativamente y, ya seguro de que se encontraban solos en el Bosque, se levantó y acomodó a la azabache encima de su hombro, sosteniéndola de las piernas, para volver a la marcha hacia el Pueblo mientras pensaba cómo devolverla a donde pertenecía sin ser visto.
*-*-*
- Tranquila, mi hermosa doncella, ya aparecerá... - Nino abrazaba con fuerza a Alya que lloraba desconsolada, muerta de miedo, por no saber dónde estaba su amiga. Habían llegado hasta la salida del Pueblo, y la morena estaba SEGURA de que Marinette se habría ido por ahí.
- Ella siempre habla del maldito bosque... Tendría que haberla acompañado de cualquier manera... - Lágrimas brotaban de los entristecidos ojos color miel, humedeciendo sus mejillas.
Le sonrió a la vez que limpiaba con su pulgar una de las lágrimas. - Regresa al Castillo e intenta actuar como si no pasara nada, para que nadie se de cuenta, sí? Yo la encontraré. No es la primera vez que la perdemos... - Chocó su frente con delicadeza contra la suya.
- Está bien. Iré por el pasadillo que lleva a las alcobas para que nadie me vea. Tráela de vuelta, Nino, por favor. - Alya dio unos pasos hacia atrás sin dejar de mirarlo y luego volteó para emprender el regreso al Castillo a ritmo ligero, levantando un poco su larga falda.
El Mensajero Real bufó y tras perder de vista a su prometida alzó las cejas más que nervioso y rascó su cabeza, pensando como iba a hacer para hallar a esa traviesa jovencita que no tenía ni idea de los peligros fuera del Castillo. Decidió salir del Pueblo, con la esperanza de encontrársela cerca merodeando por ahí, pero a simple vista no había nada. - Diablos, Marinette. Dónde te metiste? - Alcanzó el sendero Norte y se adentró en el bosque, buscando algún indicio de la única heredera al Trono Francés a lo largo de ese empedrado que se terminaba a unos metros de los pies del moreno. - Espero que no se haya ido tan lejos... - Nino se torturaba pensando cómo sería su muerte si no hallaba a la Princesa. - Tom me colgará, me destripará o me dejará morir de hambre y sed dentro de una celda? - Enumeraba con sus dedos las diferentes opciones hasta que algo que se había movido no muy lejos de donde él estaba le llamó la atención. Afinó como pudo su vista y distinguió a Adrien caminando por el Bosque con justamente, la azabache en el hombro. Salió corriendo hacia ellos con el corazón en la boca.
El rubio escuchó que alguien se acercaba de nuevo y giró su cabeza en la dirección de la cual el sonido provenía, pensando qué hacer si era algún atacante. Pero su respiración se normalizó al ver a Nino que se acercaba corriendo desesperado. - Nino! - Lo saludó.
- QUÉ... QUÉ RAYOS HACES CON LA PRINCESA ASÍ?? QUÉ... ESTÁ VIVA? QUÉ LE HICISTE? - El moreno lo empujó golpeándolo en el pecho con fuerza, haciéndolo trastabillar.
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Entre Amor y Espadas - Miraculous Ladybug AU
FanfictionElla, con un destino fijado desde el día en que nació. Él, decidido por completo a dejar toda su vida atrás. Un encuentro fortuito que convierte la curiosidad de la Princesa en obsesión y la lealtad del Fugitivo en deseo. Será el amor explosivo el q...