Capítulo Sexto - Contrat

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Balian se abalanzó sin ningún tipo de duda sobre Adrien con su espada en alto, como si su vida dependiera de eso. Y es que sí, su vida SÍ dependía de esa batalla a la que eran obligados a participar. El rubio forcejeaba con su arma a la altura de su cara, para alejar al joven cuya fuerza parecía superarlo. Aún no podía convencerse a sí mismo de que tendría que matar a la persona delante suyo por mero capricho de ese Rey que los observaba jocoso desde el otro lado de las rejas de hierro mientras que los prisioneros a su alrededor festejaban cada choque de sus espadas.

- Alya... Tú también puedes escuchar ese ruido, verdad? - Preguntó Marinette mientras tomaba un té de rosas después de cenar en uno de los comedores del Castillo y su doncella la acompañaba.

- Te refieres a... - La morena se mordió el labio porque sabía perfectamente de qué se trataba. - Al ruido que viene de los calabozos? -

- Sí... - Apoyó el té sobre la mesa. - Puedes contarme qué es lo que ocurre ahí? Hoy Armand me descubrió espiando cuando seguí a mi padre para investigar, ya que nunca me dejan ir... -

- Ay, no... Princesa... No debes bajar a ese lugar horrible... - Alya se sentó junto a ella.

- Pero por qué? -

- Está lleno de gente que ha cometido delitos, que está enferma y condenada por el resto de su vida, no es un sitio indicado para una Princesa como tú... -

Marinette miró a ambos lados y traviesa se acercó a su amiga para susurrarle al oído. - Escuché que había un muchacho... - Se separó y sonrió.

Alya revoleó los ojos y suspiró. - Debe haber muchos muchachos ahí abajo, Marinette. -

- Sí, pero la conversación entre mi padre y Armand fue como... Extraña... Crees que sea alguien importante? Quizás hasta sea guapo! Hay muchos jóvenes en el pueblo muuuy apuestos... -

- Niña... - Suspiró y le sonrió con un poco de tristeza. - Lamentablemente la gente que cae en los calabozos de este Castillo no suele tener un buen final. Guapo o importante, quítate la idea de bajar a esa zona que muy bien prohibida está para ti con el fin de ver a ese "muchacho". No tiene sentido. - La morena le acarició la mano tomándola entre las suyas.

Marinette parpadeó un poco desilusionada hasta que nuevos ruidos llamaron su atención. - Y por qué están gritando tanto? Papá está ahí abajo... -

- Mejor no pensar en eso, debe estar todo bien. Qué te parece si vamos a tus aposentos antes de que tu prometido se aparezca por aquí? -

- Odio decir que tienes razón, mejor "huyamos" antes de que... -

- Mi amada Marinette!! - Abriendo los brazos y con una gran sonrisa en su rostro Luka acababa de frustrar el plan de las jovencitas que ya casi se habían levantado del banco en el que estaban sentadas.

La azabache apretó sus labios, frunciéndolos en un gesto de incomodidad aprovechando que estaba dándole la espalda a su prometido. Buscó ayuda en la mirada de su doncella que dejó salir un suspiro de su boca expresando que no había forma de escapar ésta vez. Tragó saliva con dificultad e inspiró para poder sobrellevar la situación. - Hola... Luka. Pensé que ya estarías durmiendo. - Le sonrió, intentando disimular su molestia a la vez que se giró para saludarlo.

- No, solo descansaba un poco para estar con la mujer de mi vida. Puedes retirarte, doncella. - Le hizo un gesto despectivo con su mano a Alya indicándole que se fuera y se sentó en el banco junto a la jovencita.

- Con su permiso, Princesa. - Hizo una leve reverencia y se retiró revoleando los ojos. Marinette sonrió más que hastiada observando como la única excusa de escape que tenía se iba caminando fuera de su vista.

Entre Amor y Espadas - Miraculous Ladybug AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora