Capitulo 1

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Un portazo fue el ruido causante de mi despertar. La claridad de la luz del Sol me dañaba los ojos, los cuales apreté y traté de esconderlos bajo la mano. Mi cabeza dolía horrores y apenas podía recordar que había pasado anoche. La fiesta de fin de curso en casa de Kristen Sanders había sido la más alcoholizada en años y varios estudiantes de otros pueblos habían aparecido. Recuerdo haber estado con Gabriella y... Oh, sí, también vi a Evan. Le vi bailando con otras chicas y, aunque ya hacía más de un mes que lo habíamos dejado, continuaba doliendo.

Un momento. Hay algo que no recuerdo y... Estoy segura de no haber hecho.

Abrí los ojos rápidamente, mirando a mí alrededor. ¡Mierda! Lo sabía, lo sabía...

No estaba en mi casa. ¡Demonios! Ni siquiera era mi cama y... Oh, no, no, no, no. ¡Había un chico a mi lado! Y... ¡Y estaba desnudo! Y yo... ¡Yo también estaba desnuda!

Bueno, venga, Erin, tranquilízate. No puede ser tan malo. Fue una noche loca, eso lo puede tener cualquiera, ¿verdad? Puedes irte antes de que el chico despierte, o aclarar que fue una tontería y que nunca iba a volver a pasar, ¿verdad?

Observé detenidamente al chico. Estaba tumbado boca abajo, con la cara escondida en la almohada. Su espalda era ancha y los brazos musculosos. Un pequeño tatuaje sobresalía en la parte inferior de la espalda, casi al inicio de su trasero. El pelo negro, del más oscuro que pueda imaginar, revuelto.

Se oyó otro portazo y el chico se removió. Y se despertó. Estiró los brazos antes de levantar la cara de la almohada y mirarme. Sus ojos azules me observaron conmocionados durante unos instantes, pero pude adivinar cuál fue el momento en el que comprendió lo que había pasado. Y quién era yo. Y yo quien era él...

—Mierda.

Oh, no. Eso no era él quien debía decirlo, sino yo. Mierda, mierda y jodida mierda. No solo me había acostado con un chico en una fiesta, sino que... ¡ese chico tenía que ser Jaden Foster! ¿Qué había hecho yo mal en otra vida? No es que odiara a Jaden Foster, solo que no me importaría verlo enterrado bajo tierra, oculto por tanta arena que nunca pudiese levantarse. Yo misma cavaría la tumba alegremente. Y él tenía ese mismo sentimiento hacía mí.

—Aquí no ha pasado nada, ¿vale? —Conseguí decirle una vez encontré mi voz—. Nadie tiene que enterarse de que esto ha pasado y... Mierda, ya me entiendes.

—Joder... Bueno, venga, voy a vestirme y...

—No, yo me visto primero —repliqué—. No mires.

Jaden rodó los ojos pero me dejó ir primero. Me cercioré bien de que había tapado su cara bajo la sábana y, rápidamente, me levanté de la cama. Encontré mi ropa interior en una esquina de la sala y el vestido azul en la otra. No podía concentrarme en vestirme, ¿por qué con Jaden Foster? Él fue algo así como... Mi primer amor. ¿El problema? Que nada más enterarse de ello lo utilizó para burlarse de mí durante un verano entero. Y cuando tienes ocho años esas cosas las recuerdas para siempre. Sé que parece una tontería, pero desde aquel verano declaré la guerra a Jaden, y él contraatacó a todos y cada uno de mis movimientos. Era un niñato que pretendía ir de rebelde, y solamente podía odiarlo.

Mierda, no podía subirme la cremallera del vestido.

—¿No puedes darte más prisa? —Se quejó él, aun bajo la sábana.

—No puedo subir la cremallera del vestido —Me quejé, y lo siguiente me iba a doler mil horrores—. ¿Puedes ayudarme?

Jaden sacó la cabeza de debajo de las sábanas y me miró con esos ojos azules llenos de brillo travieso. Una de sus cejas estaba alzada mientras se apoyaba sobre uno de sus brazos, dejando que la manta se deslizase por sus pectorales hasta pararse en la curva de su cintura. Necesitaba sacar de mi cabeza el pensamiento de que aquello era sexy...

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora