Capítulo 15

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Negativo. No estaba embarazada. No lo estaba. Sentí una enorme sensación de alivio abriéndose paso a través de mi pecho, liberándome de la opresora carga que se había estancado sobre mis hombros hasta ese momento. Por fin una noticia buena.

No estaba embarazada. Y Jaden no se había acostado con Jodie.

No sé por qué me vino aquello a la cabeza, una idea loca teniendo en cuenta la situación que estaba viviendo. Elevé la mirada hacia Jaden, mis labios estirados en la más enorme de las sonrisas. Él alivio en su rostro era palpable. Estaba feliz, adrenalina volviendo a correr por mi cuerpo, pero esta vez por algo que no me enfadaba. Y tan loco como pueda parecer, sintiéndome desbordando, necesitaba sacar todas esas energías fuera de mí. Y por eso le besé.

Pillé a Jaden totalmente sorprendido, no esperándose mi reacción. Había saltado desde mi posición en la cama sobre él, rodeando su cuello con mis brazos mientras mi boca se unía a la suya. Atrapé su labio inferior con los míos, cerrando los ojos y enganchando su cintura entre mis piernas. Tardó en responderme al beso, pero cuando lo hizo, del impulso empujó mi cabeza hacia atrás, moviéndose acompasándose a mí.

Una de sus manos se posó en la parte baja de mi espalda, sobre la tela de mi camisa, y fue subiendo despacio haciendo círculos suaves hasta hundirse en mi cabello. El beso estaba pasando rápidamente a un nivel de violencia para el cual no me había preparado. Era imposible que nuestros rostros se quedaran quietos del movimiento de nuestras bocas, pero no quería separarme de él por nada. Sentía su lengua, sus labios, sus dientes… Y llevaba tal nivel de excitación que todo mi cuerpo temblaba.

Apreté las piernas con más fuerza a su alrededor, notándole lo más cerca de mí que podía, y eso hizo que separa su boca unos centímetros de la mía. Sus oscuros ojos mirándome fijamente. Sentada a horcajadas sobre él, sentía su pecho contra el mío moviéndose de forma arrítmica mientras respiraba agitadamente, y su mano deslizándose por la piel desnuda de mi pierna hasta llegar al borde de mis pantalones cortos. Descargas eléctricas se apoderaron de mí cuando sus dedos pasaron sobre la tela vaquera, dibujando el contorno de mis bolsillos y acercándose peligrosamente hacia la cremallera.

—¿Estás segura de esto? —Preguntó entre jadeos, haciendo que me estremeciera ante el deseo que manifestaba su voz.

Como toda respuesta le volví a besar. Sí. Lo quería. Maldita y jodidamente lo hacía. Y a juzgar por lo que sentía entre mis piernas, él también lo deseaba.

De pronto Jaden se incorporó, poniéndose en pie de un solo golpe, sosteniéndome aun contra él. Mientras mis piernas seguían entrelazadas en su cintura con fuerza, sus manos volaron a la parte alta de mis muslos, clavándose en mi piel desnuda. Continuó besándome con fiereza, dando pequeños pasos tambaleantes por la habitación, y yo no dudé ni un segundo seguirle. Cuando mi espalda chocó contra la pared, el dolor se transformó en éxtasis. Aparté mis manos de su cuello y las bajé a la tela de su camisa, tirando de ella hacia arriba mientras la sangre me hormigueaba por dentro.

Sus labios se apartaron de mí para dejar salir la prenda, al igual que elevó los brazos soltando mis piernas, pero haciendo más presión contra la pared evitó que me escurriese. Estaba tan pegado a mí que podía sentir todo de él, incluyendo lo mucho que me estaba deseando en aquel momento, un deseo que incrementaba por momentos, al igual que el mío. Cuando la prenda salió, acercó su rostro de nuevo, pero no para besarme. Su frente se posó contra la mía, y sus labios se movieron con palabras llenas de calor.

—Te deseo, Erin —susurró, mandando chispas alrededor de mi piel. Era algo que ya sabía, pero oírselo decir marcaba completamente la diferencia—. Quiero tenerte. Ahora.

No me hice de rogar, hubiese sido algo estúpido teniendo en cuenta lo mucho que yo lo quería también. Tiré fuera de mí mi camiseta antes de que dijese nada más. Su mirada ardiente me devoró primitivamente a besarme de nuevo, con fogosidad, cortándome la respiración. Su estómago sudoroso se pegaba al mío. Hacía calor. Mucho. Y dudaba que tuviese que ver con el verano.

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora