Capítulo 12

408K 26.3K 6.5K
                                    

—Déjame ir, Jaden —pedí un poco a la defensiva luchando contra las ganas de patearle entre sus piernas e irme corriendo—. Realmente tengo cosas más importantes que…

—Lo que sea que tengas que hacer puede esperar —me interrumpió, bajando su rostro hacia el mío de forma que nuestras caras quedasen a la misma altura—. Todo esto está siendo una mierda y creo que ya es hora de que lo arreglemos.

Alcé las cejas con incredulidad, dando un paso lejos de él mientras trataba de analizar lo que había dicho. Jaden esperó paciente por mi respuesta, pero estaba segura de que no sería la que él quería. Yo estaba enfadada, entre otras muchas cosas. Sentía que había jugado conmigo, besándome y tratándome como si realmente yo le importase, siendo mi amigo al mismo tiempo, y luego volviendo a transformarse en el imbécil arrogante que fue durante tantos años.

—¿Exactamente qué “esta siendo una mierda”? —dije finalmente, a lo que él suspiró.

—¡Todo, Erin! Tú, yo, Jodie, Evan…

—¿Evan? ­—Interrumpí confusa. ¿Qué demonios tenía que ver Evan en esto?

—Habíamos comenzado a llevarnos bien y… joder, esto es difícil —continuó, obviando mi pregunta—. Mi madre está preocupada. Y tu padre también. Se habían acostumbrado a la idea de que por fin nos llevásemos bien, y ahora…

—¿Entonces todo esto es por ellos? ¿Está intentado arreglar las cosas porque ellos te preocupan?

Y las palabras se escaparon de mi boca antes de que realmente pudiera pensar en lo que estaba diciendo. Pero las pensaba. Y aunque era algo bueno, aunque no había nada malo ni horrible en que Jaden se preocupase por nuestros padres, la idea de que esa fuese la razón por la que ahora quería arreglar el problema conmigo me desanimó completamente. Quizás algo dentro de mí en realidad quería que fuese por otra causa. Y mis palabras habían sonado acusatorias, rebelando la rabia que estaba comenzando a sentir por dentro.

—No exactamente… —torció el rostro Jaden, recuperando la postura recta y redireccionando sus ojos fuera de los míos—. Pero eso es irrelevante. Yo… Quiero que olvidemos toda esta última semana y volvamos a ser amigos, como antes.

—¿Cómo antes? —Repetí, mi voz elevándose octavas por encima—. No me hagas reír, Jaden. Nosotros nunca fuimos amigos.

—Lo fuimos —suspiró, y luego miró con los ojos entrecerrados en dirección al centro comercial, a las personas entrando y saliendo, como si su mente en realidad estuviese lejos de ellos—. Hicimos un pacto de llevarnos bien y lo estábamos cumpliendo, tanto que llegamos a...

—No éramos amigos —le callé, elevando mi mano frente a él. Sus ojos volvieron a mí, clavándose directamente en los míos—. De todos modos, ¿qué derecho te crees que tienes viniendo aquí a reclamarme, cuando has sido tú el que ha estado pasando de mí todo este tiempo?

Jaden se quedó callado durante un largo tiempo, mirándome fijamente pero sin decir nada. ¿Qué pasaba ahora? ¿Acaso lo iba a negar? No quería seguir allí aguantándole, así que le di un pequeño empujón para alejarme e ir a buscar a Gabrielle, pero él me retuvo agarrándome del brazo.

—¿Qué? —Le grité bruscamente, mirándole rabiosa.

—Vale, sí, lo siento, yo fui quien se comportó como un idiota —admitió con tono tranquilo.

Le miré sorprendida. No me esperaba que dijera eso. Parpadeando, relajé mi cuerpo que continuaba en posición de huida.

—Como un idiota te comportas siempre, la semana pasada lo que fuiste es un capullo —le espeté, y eso le hizo reír.

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora