Capítulo 21

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—¿Lista?

Hinché mis mejillas en un gesto totalmente infantil como respuesta. Jaden rodó los ojos, soltándome la mano y tomándose aquello como un “sí”. El timbre de la casa de mi madre resonó en mis oídos poniéndome la piel de gallina. Di un paso involuntario hacia atrás, a lo que Jaden puso su mano en la parte baja de mi espalda impidiéndome retroceder. Asintió con la cabeza hacia mí, dándome fuerzas. Habíamos salido pronto de casa por la mañana a pesar de ser domingo bajo la excusa de que salíamos con Gabrielle y con Cody. Frente a mi padre por separado, por supuesto. La suave brisa de finales del verano revolvió el dobladillo de mi vestido.

Unos pasos se acercaron corriendo al otro lado de la puerta, y pude predecir quien era antes de que se abriese.

—¡Erin! —Chilló Bailey lanzándose a por mí—. ¡Volviste!

Me tambaleé hacia atrás cuando Bailey saltó sobre mí, cogiéndola en brazos como la niña de cinco años que era. Su pelo suave y lacio me hizo cosquillas en el rostro. Otros pasos llegaron corriendo al poco tiempo.

—¡Bailey! ¿Qué te tengo dicho de abrir la puerta?

Separé un poco a la niña de mí para mirar a la mujer mayor con el delantal puesto.

—Lo siento Julia, creo que fue culpa mía —me disculpé, recordando el nombre de la asistenta al tiempo que apartaba el pelo de Bailey de mi cara—. Llamé ayer para avisar que venía y ella debía de estar ansiosa.

—No tienes ni idea. Prácticamente abordó mi cuarto haciéndome un montón de preguntas sobre cuándo aparecerías y si te gustaría tomar el té con ella.

La voz de Caleb apareció, junto con él, detrás de Julia. Estaba apoyado en el marco de la puerta con aire despreocupado. Me hizo gracia imaginarme el estilo rompecorazones que sería cuando entrase en la adolescencia.

—Cállate, Caleb —le regañó Bailey, lanzándole una mirada envenenada.

—Oh, estaré encantada de tomar el té —intervine tratando de evitar una posible pelea.

Los ojos castaños de Bailey se abrieron llenos de entusiasmo. Unos ojos iguales a los de mi madre. Unos ojos iguales a los míos.

—¡Eso es genial! ¡El señor bigotes estará encantado! ¡Voy a decírselo a mamá ahora mismo!

Y sin más  la tuve que posar en el suelo para que saliera corriendo, con Julia justo detrás de ella, hacia dentro de la casa. Cuando desaparecieron de mi vista dirigí mis ojos al niño pelirrojo.

—¿Es el señor bigotes un peluche?

Caleb rió.

—En realidad es un conejo, pero ella le trata como un peluche —su mirada cambió de dirección hacia Jaden, una expresión de repulsión apareciendo en su rostro cuando le vio—. Veo que te has traído al idiota contigo.

Alcé las cejas con sorpresa ante el desprecio en su voz, pero al mismo tiempo mordiéndome la lengua para no reír por ello. Por su parte Jaden se cruzó de brazos.

—Deberías ser un poco más amable con tus mayores, niño.

La sonrisa déspota en Caleb se agrandó.

—No con los que parecen tener una mentalidad inferior en edad.

Ahí sí que reí y con ganas. Y eso molestó más a Jaden, pero antes de que dijese un comentario hiriente en contraataque, algo pareció cruzarse por sus ojos porque su irá pasó a una sonrisa malvada como la de Caleb.

—Al menos yo tengo la edad suficiente para salir con Erin —farfulló, cruzándose de brazos y acercándose un paso más a mí—. Tú eres su hermano pequeño, no deberías fijarte en ella.

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora