Capítulo 8

545K 30K 18.5K
                                    

Seguí un poco desorientada a Cody hasta su auto. Éste era todo lo contrario al de Jaden, en lugar de un moderno despampanante coche negro, aquello parecía haber sido recuperado del desguace. De un desguace del siglo pasado. De un desguace de una persona muy, muy descuidada. Era bastante pequeño, y los asientos traseros siquiera tenían cinturones o reposa cabezas. El techo era muy bajo y el color, que en un principio parecía haber sido rojo, ahora estaba anaranjado blanquecino.

Cody pareció comprender lo que estaba pensando, porque soltó una bastante feliz  carcajada antes de decir:

—Al contrario que Jaden, yo no soy capaz de llevar un trasto tan ostentoso como el de él, por eso siempre vamos montados en el suyo. Pero créeme, a la hora de llevarte donde quieres, cumple su trabajo. Me crees, ¿verdad?

No, la verdad que no. De hecho, dudaba que fuese legal conducir aquel trasto. Pero no creía estar en condiciones de ponerme quejica. Cody había sido muy amable ofreciéndose a llevarme a casa, a pesar de que yo no era su amiga. Además, incluso abrió la puerta del copiloto para mí. Que tierno, a Danielle le encantaría.

—Entonces… ¿te llevo a la casa de Jaden? —Tanteó el terreno mientras se montaba al automóvil y arrancaba.

Asentí con la cabeza y Cody comenzó a conducir. No habló durante la primera parte del camino, supuse dándome tiempo para que me relajase, ya que la siguiente vez que abrió la boca, mi respiración se había relajado notablemente.

—Erin… No tengo muy claro que es lo que pasó ahí abajo con Jaden… aunque me lo puedo imaginar… Y debes saber que él no es tan malo como tú crees.

Empezaba bien el discurso.

—Permíteme dudarlo —Le espeté, cruzando mis brazos sobre el regazo. Si hubiese sabido que me esperaba un viaje así no habría aceptado que me trajera, aunque creo que cuando me subí al coche ya sabía que algo así pasaría.

—Erin, por favor, escúchame. No tengo ni la más mínima idea de por qué o cómo empezó toda esta discusión que os lleváis entre vosotros. De hecho, es tan vieja que prácticamente todo el mundo la tiene asumido ya. Y tú no haces nada por cambiarlo.

—¡Ni él! —Protesté, enfadada. ¡Jaden también se metía conmigo! Podía aceptar que en esta guerra no había un bando bueno, pero desde luego el de él no lo era.

—Si te paras a pensar, estos últimos años lo único que ha hecho él ha sido defenderse de tus ataques —cabeceó Cody, guardando increíblemente la compostura. Diablos, envidiaba su paciencia—. Después de hacer que su móvil se llenase de mensajes de chicas demasiado sugerentes, o de que todo el instituto le viese desfilando con una toalla hasta el despacho del director a recriminar que le habían robado la ropa… ¿No crees que tenía derecho a contraatacar?

Torcí el gesto no queriendo contestar. Vale, tal vez ahí tenía razón, pero Jaden se lo había buscado. Siempre… Caminando tan altivo y arrogante. Con… tantas chicas detrás de él. Más de una disfruto del espectáculo gratis de él caminando medio desnudo por los pasillos. Y además estaba aquel verano… Ese verano en el que se rió de mi y prácticamente me hizo imposible salir a la calle, ese verano que mágicamente todos parecían haber olvidado.

—En una época fuisteis amigos, Erin, ¿qué paso? —Insistió Cody, presionándome.

—Amigos, seguro —Bufé, poniendo los ojos en blancos—. Además, éramos unos críos, dudo que él se acuerde.

—Créeme que si se acuerda —Carraspeó el rubio, parando el coche delante de la casa de Jaden. Vaya, ¿ya habíamos llegado?

—¿Y por qué se iba de acordar? —Inquirí confusa, sin levantarme del asiento—. Él… Vale, si, éramos inseparables pero…

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora