Capítulo 31. Tuve que llorar para nacer

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Lexa

Las heridas en el cuerpo sanan rápido, las del corazón no, cada día que pasa mi brazo y mis costillas están mejor pero aun así siento que cada día muero un poco, a medida que me doy cuenta de la magnitud de lo que ha pasado, durante muchos meses toda mi vida ha estado centrada en Clarke, a veces incluso por encima de mi misma y aquí estoy sin ella, sin un propósito para mi dia. Llorar ya no es un alivio, ya no me quedan más lágrimas, he hecho lo que tenía que hacer, fue una dura decisión, la tome después de pensarlo mucho, era lo mejor. Existen personas que pueden estar con varias parejas al mismo tiempo, yo me conozco y sé que no soy una de ellas, yo le he entregado todo a Clarke, sin embargo no le fue suficiente y en tan solo unos días todo lo perdí; ella ha descubierto que en lo "socialmente aceptable" tiene libertad y tranquilidad, entonces lo mejor era que se fuera a vivir eso, yo misma la he enviado.

He tratado de hacerme una rutina cada día, aún estoy incapacitada para trabajar una semana más, pero he empezado la fisioterapia, así que cada mañana voy caminando al centro médico para empezar a ejercitarme, luego vuelvo casa para preparar algo de almuerzo y después estudio. Lo más difíciles son las noches, justo el tiempo que antes ocupaba Clarke, han pasado 4 días desde la ultima vez que la vi y ha guardado total silencio, extraño tanto verle, oírle, extraño su risa y sus preciosos ojos azules. Ya las visitas de conocidos y amigos de los primeros días del accidente no volvieron a darse, solo mi familia y Raven me llaman de vez en cuando para saber cómo estoy, no puedo dejar de sobresaltarme cada vez que una motocicleta pasa frente a mi casa, se me hace la ilusión que ha llegado Clarke, pero no sucede, así que esta noche he puesto la televisión con mucho volumen para no oír ruidos exteriores, pero de pronto duros golpes a la puerta de mi casa me sorprenden.

- Ojazos que carajos pasa contigo, no sabía que la caida te había dejado sorda – encuentro una exaltada Raven al abrir la puerta-

- Lo siento Rav es que tenía la tele con mucho volumen y no oía que llamabas a la puerta.

- Bájale volumen a ese aparato y pásame un vaso con agua, muero de sed- y observo como viene sudorosa y en ropa deportiva, fui a la cocina y le alcance el líquido-

- Así que estabas haciendo tu rutina de deporte.

- Si hermosura, una tiene que conservarse bella, corro una hora y luego voy a hacer maquinas al gym, pero esta noche algo me decía que debía pasar a verte. Cómo estas ojazos, cómo sigues?

- Mucho mejor afortunadamente, ya puedo mover el brazo y como te conté esta mañana por teléfono inicie fisioterapia, las costillas aun duelen un poco.

- Y tu corazón como sigue, a mí no me engañas, tu voz de estos días es de ultratumba, sigues mal con Clarke? – la morena había puesto el dedo en la llaga- Ya sé que me has dicho que no quieres hablar de eso, pero en serio me preocupas.

- Raven no quiero hablar, yo te agradezco tu preocupación, te aseguro que estoy cuidándome y tratando de salir adelante a pesar de lo complicado que pueda ser todo esto.

- Te monto los cuernos verdad Woods?, eso que tienes no es otra cosa que inserción forzosa de apéndices calcáreos en tu cráneo. –Rav y sus tonterías, me hizo reír-

- Estúpida Reyes, no andes inventando cosas que no te voy a decir nada!

- Bueno no me dirás pero yo lo sé – las dos quedamos en silencio, realmente Raven era en ese momento la única persona que se preocupaba por mí, estaba viviendo una de las situaciones más difíciles de mi vida y creo que necesitaba hablar al respecto-

- Ha estado viendo a otra persona, un hombre más exactamente- le solté de golpe-

- Y que ha pasado? – me interrogo de forma directa, yo no quería hablar mucho asi que resumi-

Mi Patito FeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora