Ruegame.

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Y ahí estaba, sentada frente a frente. Crazaba mis piernas, hacía una presión de tal manera que entre ellas sentía aquella sensación.

Ruegame...

Era lo que decía Joel mientras besaba y lamía despacio mi vientre mientras bajaba y acariciaba mis piernas.

Era esa misma noche, la noche que estuve con Joel en su cabaña. Mientras me besaba y tomaba no dejaba de pensar en su historia, en que todos tenemos una parte oculta en lo más sombrío de nuestros pensamientos y recuerdos.

—Joel, para ya....- decía mientras mordía mi labio inferior y estrujaba las sábanas blancas.
Su lengua en mi sexo se sentía estupendo.

—Oh, vamos...me gusta que supliques... Hazlo.

—Joel.- seguía estrujando las sábanas cuando de momento hizo algo tan delicioso que me tuve que gritar de placer y soltar las sábanas para poder tomarlo por la cabeza, apretarle del cabello y sumergirlo más.—Por favor, vuelve a hacerlo.- mi corazón se aceleraba cada vez más.

Comenzó a deslizar su dedo índice sobre los labios de mi vagina y así mis piernas comenzaban a temblar... Tenía que hacerlo, tenía que pedírselo.

—Joel.- dije mientras rasguñé sus hombros.—Por favor, cógeme...- levanté su cabeza y lo incliné hacia mí mientras se quitaba el pantalón.

—Alejandra...

—No digas nada.- lo interrumpí.—Solo quiero que me des, duro...
Comencé a acomodar su gramde y duro miembro sobre mi...

—¿Te gusta?.- tomó su pene y comenzó a frotar su glande sobre el contorno de mi vagina.—Vamos, quiero que me ruegues... Suplicame que te haga mía.

Le sujeté el pene y comencé a masturbarlo.— Por favor, hazme tuya...- rogué y lo besé dándole una fuerte mordida en el labio inferior. En ese momento entró.

Dí un enorme gemido de placer al sentirlo dentro, lo abracé, estaba sobre mí y comenzó a darme, despaci para no lastimarte, pero yo quería más.—¡Dame más!.- le ordené.
Entonces me tomó de la espalda y cintura para voltearme y así yo quedar arriba.

—Oh, si, házme tuya...- gemía.

—¿te gusta?.- me susurraba.

Sólo pensaba en rasguñorle el pecho, los hombros y besarlo para morderle sus carnudos labios.

Y así llegó el momento. Sentí una sensación caliente y líquida dentro de mí despues de un enorme y delicioso orgasmo por parte de él.

Mi espalda la apretó de una manera que me presionó hacia el y su pene entró aún más lastimandome de una manera muy placentera.
Yo también sentía algo distinto en mi, algo que caía... Me vine casi al mismo tiempo que él.
Me estiré y grité de placer mientras me alborotaba el cabello con las manos y seguía saltando sobre su duro miembro.

Trabajo Sucio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora