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Louis quedó de recogerme sobre Denmark Street hace cinco minutos y, como está demostrando ser un hombre de palabra, sonrío de inmediato al verlo estacionarse frente a mí abordo de una impecable Lange de color blanco con el cristal de su lado abajo.

—Buenas noches, señorita, ¿lista para un viaje directo a la diversión? —. El británico acento de su voz suena más pronunciado de lo usual, agregando a sus palabras especial énfasis, y plasmando en mi rostro un intento de sonrisa porque, si hay algo que me encanta de su idioma eso son los acentos. ¡Me fascinan! Independientemente del que el chico no me inspire mucha confianza.

Oh, Michelle. La pobre está tan traumada con estos sujetos que se haría pipí como las primeras chicas de la Beatlemania si estuviera aquí. Debí haberla obligado a venir; ella se merece esto más que yo que ni siquiera tengo una buena opinión sobre los artistas actuales, pues pienso que son falsos y que dejan manipularse fácilmente por otras personas con tal de satisfacer sus deseos materiales. Pobres, porque no saben el verdadero significado de la vida.

¡Hare, Krishna!

—Querrás decir perversión tratándose de tu fiesta, Tomlinson.

Retengo un suspiro nervioso al escuchar una segunda voz, sentado su dueño del otro lado de la camioneta, sobre el asiento del copiloto.

—Calla, idiota.

Me aferro a mi abrigo como si con ello mis inquietudes cesaran, obligándome a relajarme para decir de la manera más normal posible:
—Feliz cumpleaños, Louis.

—Gracias, Nath. — La sonrisa que éste me dedica me hace admirarle durante varios segundos preguntándome qué es lo que lo hace tan especial para el mundo si es más que evidente que es un chico como cualquier otro, enterándome tarde de la seña que me hace para subir al auto. —Vamos sube, pero ten cuidado con ese otro idiota que lo traigo suelto.

Asiento trémula y, casi torpemente, hago lo que me dice, tratando de ignorar el hecho de que viene acompañado por una tercera persona.

—Hola, dama. —Apenas he estirado la mano para abrir la puerta trasera cuando alguien ya se me ha adelantado teniendo la caballerosidad -o molestia- de hacerlo por mí.

—H-Hola... —contesto titubeante, ingresando al vehículo sin ver de quién se trata, mantenido un perfil aparentemente bajo.

¡Estoy conociendo a los amigos cercanos de Louis Tomlinson! ¿Qué rayos conmigo?
Mells estaría muriéndose... ¡Literal!

—Chicos, ella es Nathaly, la chica de la que les hablé.

El pelirrojo a su lado se gira, en el momento justo en que Louis avanza por la calle, para tenderme una mano a modo de saludo mientras yo me percato de la persona que tengo a mi izquierda.

¡Santos vegetales! ¡El mundo es tan pequeño...!

—¿Qué tal? Aquí Oliver, un gusto conocerte, compañera.

—I-Igualmente. —Estrecho su mano después de limpiarme el nerviosismo en mi abrigo disimuladamente, aceptando una sonrisa de su parte.

¿Cómo rayos he llegado a esto? Ni siquiera me gusta su música. No debí haber venido. No debí...

El chico regresa a su posición y el otro se acerca a mi costado, recordándome que sigue aquí, para hablar cerca de mi oído con un murmullo fingido.

—No le hagas caso, cree que todos somos sus compañeros, pero la verdad es que está solo en el mundo, ni siquiera Louis lo soporta. Soy Jayden, por cierto.

P e r f e c t | StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora