H a r r y

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El aire de Londres impacta en mi rostro mientras bajo las escaleras del avión pensando en lo mucho que he extrañado casa. Hay nieve por todos lados y eso me reconforta después de haber padecido el intenso calor del sol de California durante las últimas dos semanas.

Volver a mi hogar siempre supone mi felicidad absoluta, pero esta vez estoy exhausto de maneras que no puedo comprender a mis cortos veintitrés.

Han sido los peores días de mi vida en Los Ángeles y lo primero que haré al llegar a casa será botarme en la cama para no despertar hasta el próximo año bisiesto.

—¡Aquí estás, hombre! —Jeffrey me saluda con un corto abrazo cuando nos encontramos en la sala de abordaje. —Loyd nos espera en la camioneta, ¿qué tal tus vacaciones?

—Supongo que bien, ¿qué ha pasado en mi ausencia? ¿Conseguimos Abbey Road?

—Estudio cuatro. Pan comido. No me lo agradezcas.

Sonrío enormemente tras esa noticia, estrechando el hombro derecho de mi manager con auténtico entusiasmo.
¡Abbey Road!

Desde la última vez que estuvimos ahí había querido volver al día siguiente, pero lamentablemente después de agotados nuestros días solicitados, ya no nos fue posible que nos otorgaran más debido a la amplia lista de espera que precedía luego de nosotros. Sin embargo esta vez sería diferente, pues lo hemos conseguido para grabar durante tres meses enteros a partir del próximo verano.

—La próxima vez que vayamos por ahí, yo invito —le hago saber con una sonrisa.

—Es bueno saberlo, porque también sé en dónde pasaré el fin de año y tú, querido jefe, vendrás conmigo —su entusiasmo me hace sospechar ligeramente de sus planes al tiempo en que su brazo izquierdo me rodea los hombros.

—¿Ah, sí? —pregunto, de cualquier manera.

—Sí. Los Hermanos Wilde darán una fiesta privada en el Funky Buddha, la invitación te llegó por correo, ¿ni siquiera miraste tus cuentas personales?

Tuerzo una mueca.

—La verdad es que no, estuve ocupado.

Rompiendo el corazón de alguien más.

—Ya. Trevor está organizando todo, será exclusivo y, por supuesto, un desastre.

—¿Por qué no me sorprende?

Jeff suelta una carcajada tras mi pregunta, dirigida a nadie en particular, encaminándose a recoger mis maletas como buen mozo. Sonrío a sus espaldas, sintiéndome afortunado de estar de regreso, de tenerle, de vivir...

Pronto llegamos al estacionamiento y nos montamos en su camioneta conducida por uno de sus guardias de seguridad, Lloyd, a quien saludo brevemente y le pregunto cómo han ido las cosas para él y su familia.

No me sorprende mucho no encontrar periodistas ni fanáticos desde mi camino hasta la Range y lo agradezco, porque de otro modo no podría detenerme a nada y mucho menos querría aparecer al día siguiente en una irritante revista amarillista: "Harry Styles no se detiene a saludar a quien le debe su trabajo."
Ya tengo suficiente con las mentiras que se han dicho sobre mí durante todos estos años.

Llegados a PrimeRose Hill*, después de haber tomado una breve siesta en la parte trasera de la camioneta, Jeff me despierta prudentemente para ayudarme de nuevo con el equipaje y acompañarme hasta la puerta de casa.

—Escucha, Harry... —empieza y sé ha dónde quiera llegar, y sé igualmente que no puedo estar evitando el asunto durante más tiempo. —No quiero meterme en tus cosas, porque reconozco que tu privacidad es lo más importante para ti, pero sí agradecería mucho que la próxima vez al menos me digas que saldrás del país. No tienes que decirme a qué, sólo...

—Terminé con Kendall.

Jeff parece bastante sorprendido ante mi confesión, pero no hace más que limitarse a evaluar mi rostro como intentando buscar algún indicio de dolor que, por supuesto, no va a encontrar, porque decidí pasar esa etapa antes de venir aquí.

—Lo siento.

—Está bien. No iba a funcionar.

Él asiente y comienza a retroceder, teniendo en cuenta que son casi las siete de la mañana para mantener una charla sobre las cosas que debo y no debo hacer.

—Puedes hablar conmigo, hombre, ¿lo sabes, verdad?

Por supuesto que lo hago. Jeffrey Azoff es, sin dudarlo, una de las personas más importantes en mi vida. Siempre ha estado ahí, apoyándome en todo y brindándome su amistad de manera incondicional. Es como el hermano mayor que nunca tuve y que el destino se encargó de poner en mi camino hace ya casi seis años. Muchas decisiones las he tomado con su ayuda, y tanto confío en él que, incluso, conoce mis más oscuras facetas.
Además, le debo el placer que haya conseguido que grabemos en los estudios más prestigiosos del mundo.

¡Woah!

—Lo sé, hermano. Simplemente no quería arruinar tu estancia en Londres y también necesitaba estar solo.

—Entiendo, Harry pero, ¿estás bien?

No.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque te conozco y sé que realmente le queries.

¿Lo hago? ¿En verdad quiero a Kendall Jenner? ¡Pero claro que la quiero! Hemos sido muy buenos amigos durante vario tiempo, lo suficiente para darnos cuenta que funcionábamos más de esa forma que de la otra, en plan noviazgo. Siempre le estaré agradecido por no mencionar mi secreto. Es la única que lo sabe y que, a pesar de ello, no me juzga en lo absoluto.
Si tan sólo Jeff supiera -y no puede saberlo- que no es ella la verdadera causa de mi dolor.

—Estoy bien, Jeff. No te preocupes, ¿nos vemos mañana en tu departamento? Estoy ansioso por probar de nuevo la pasta de Glenne.

Él sonríe a medias porque, vamos, ¡son las cinco de la mañana!

—Claro, claro. Ella está esperando poder verte otra vez. Sabes que no puede superar aquella vez que irrumpiste en su cocina para preparar aquél platillo escocés.

—Tampoco yo, a decir verdad.

No cocino tan bien como me gustaría, pero mis platillos son bastante aceptables.

—Bueno, hermano, descansa y disfruta de tus últimos días de asueto.

—Lo haré.

Y de ésta manera él se aleja, perdiéndose detrás del enorme portón de mi propiedad mientras yo, sintiéndome terriblemente culpable de ocultarle la verdad, suelto un suspiro pesaroso para terminar de entrar en casa.

El aroma dulzón que se filtra en mi nariz me reconforta bastante tan sólo de saber que Rita, la adorable mujer que se encarga del aseo y de cuidar la casa en mi ausencia, ha limpiado con el limpiador que mi madre le recomendó por ser el mismo que ella ha usado en los pisos de mi antiguo hogar desde que tengo memoria.

La tristeza que todavía siento quiere volver a salir a flote a causa de los tortuosos recuerdos que se arremolinan en mis pensamientos, pero no me permito dejarle vencer y en cambio a eso, me relajo pensando en que faltan menos de tres horas para que Rita se aparezca por aquí para darme la bienvenida después de dos semanas sin verle.

Pronto llego a mi habitación, donde sonrío ampliamente al divisar sobre mi buró el obsequio que yo mismo elegí a la distancia y que Jeff se encargó de comprar en mi lugar.

Ese cactus va a encantarle a Louis.

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PrimRose Hill: Residencia de Styles ubicada al norte de Londres, en una zona exclusiva de la ciudad donde también residen otros personajes del medio artístico.

P e r f e c t | StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora