CAPÍTULO 32

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NEREA

Otra pesadilla, otra más que logra que me quede en noche en vela, cansada, me levante de la cama y me dirigí a la ventana y vi como la nieve caía con fuerza sobre el suelo dejándolo blanco. No me lo podía creer, había pasado una semana pero aun no me lo creía. Wren mi prometido, el padre de mi hijo, me quería matar a mi...y a su propio hijo. Al recordar como la mano de aquella zorra impactaba en la cara de mi hijo, hizo que un nudo se formara en mi garganta.

La himpotencia que sentí, era demasiado grande, aun recuerdo los ojos de él pidiendome ayuda, mientras que yo, estaba atada, mirando como estaba pasando todo, como en una pelicula. No me podía creer que pudiera tener tanto miedo algo, perder a mi hijo, era como mi mayor miedo, mi agonia. Él era el único que me recordaba que de aquella estupida y engañosa relación, salio algo bueno. 

Me quede mirando el cuerpo de mi pequeño que estaba durmiendo en mi cama, desde ese día le daba miedo dormir solo, como Alice, Alice no se separaba de Laura, en sus ojos aun se veía el miedo, no me podía creer que un padre y una madre pudieran intentar matar a su propia hija. A una niña tan buena y dulce como Alice aun no me lo podía creer. 

En un suspiro me dispuse a ir a la cocina a por algo de beber, sentí la garganta seca por un momento, en un suspiro, cerre la cortina y arrope a mi hijo, hacía frio y en Alemania aun más, por ello, siempre me aseguraba que ningún rincon del cuarto estuviera frío. Cerre la puerta con cuidado, sin hacer ruido para no despertar a Will, era la primera vez que dormia tanto tiempo seguido, sin despertarse gritando mi nombre, en lagrimas. 

Baje las escaleras, y me dispuse a ir a la encimera, en un suspiro resignado, me acerque al frigorifico a coger algo de beber, cuando oí unos pasos detrás de mi, asustada, cogí el cuchillo que estaba en la encimera y me lo guarde dentró de la manga para no levantar sospechas. Aun con el brick de leche en la mano, me quede contemplando el fondo del frigorifico, cuando sentí una mano me cogía, inmediatamente, cogí el cuchillo y dandome la vuelta se lo coloque en el cuello.  Cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad, me sentí avergonzada al ver a quién le había puesto el cuchillo en el cuello.

-Lo siento Dylan, creía que era...-no pude acabar la frase, porque vi como este cerraba los ojos con fuerzas-Vale...no pasa nada...pero me harías el favor de quitar el cuchillo de mi cuello-lo hice-Gracias-dijo pasando sus manos por su cuello.

-Es que...-no sabía que decir, así que me dispuse a beber del carton de leche, gracias a Dios, no dijo nada, y me abrazo.

Sin poder evitarlo, me estreche en sus brazos y inspire su aroma, me encantaba el olor que poseía, era embriagador, me llevaba a otra dimension maravillosa. No se cuanto tiempo paso, quizás minutos, pero a fin me separe de él, pero antes de que dijera nada, me cogió de la cara y estampo sus labios sobre los mios. El beso era apasionado, como si fuera vital en nosotros, antes de que me diera cuenta, estaba encima de la encimera y las manos de Dylan por todo mi cuerpo, no dejaba ningun espacio libre, era como si me quisiera sentir entera.

-Dylan...-sentí como sus manos bajaron de velocidad, y se me quedo mirando.

Me quede un rato observandolo, mirando aquellos ojos que me gustaban, hasta que la distancía fue agonica y devore sus labios con una necesidad imporpia en mi, era como si una parte de mi quisiera refugiarse en el crio maleducado que me rompio en el bote de nutella y que me tiraba los trastos en clase. Era una sensación maravillosa, era un gran alivio que sentí al tenerlo cerca.

De repente sus manos se metieron bajo mi camiseta y paso sus grandes manos por mi cuerpo, con suavidad, sensualidad, una dulce tortura que me calentaba enseguida. Me torturaba con sus caricias, sus besos y sus palabras, de repente sentí la necesidad de quitarle la ropa de un tiron. Pero quería ir poco a poco, sin prisas, disfrutar del uno del otro, mis manos agarraron la cinturilla de los pantalones, haciendo así que un gemido se escapara de su boca, dandome permiso para meter mis manos dentró. Con mi mano, agarre su miembro y subi y baje mi mano haciendo así que pequeños gemidos se escapara de sus labios carnosos, gemidos que me alentaba con que fuera más rapido, más preciso, pero ver la cara de placer que estaba poniendo hicieron que fuera al ritmo que estaba marcando.

Su mano paso dentro de mis pantalones y  dos dedos juguetones se adentraron en mi sexo y danzaron en una deliciosa agonia, mis gemidos y los de él se unieron en uno solo, haciendo así que solo fueramos un ser. Aun besandolo, le quite la camiseta y la tire al suelo de la cocina, con una sonrisa, este, me quito el cordon de mis minusculos pantalones y me los quito lentamente, pasando sus llamas por mi piel desnuda, haciendo que deliciosos escalofrios se apoderaran de mi.  Aun  con nuestra tortura, pase mis uñas por su torso desnudo, que los movimientos  de sus dedos aumentaron de velocidad, sin demora, le quite los pantalones junto con los boxer dejando ver su ereccion que estaba deseoso de sentirme,

Inmediatamente me quite la sudadera, haciendo así que me deborara con la mirada, su deseo hacía a mi, me hacía sentir femenina, única, una diosa, y más cuando me quite las bragas dejando que vea lo que deseaba lo que quería, pero quería torturarlo un poco más, por eso, decidi darme placer a mi misma. Note como su respiración se agitaba, y como su mano, inmediatamente, automaticamente se poso en su miembro y se dio placer así mismo, los dos nos torturamos, nos retamos, nuestros gemidos se hacían cada vez más fuertes, más frecuentes. Ya deseosos, nos acercamos el uno con el otro y de una estocada me penetro, haciendo así que los dos gimieramos con desesperación.

Los movimientos eran violentos, rapidos, veloces, deliciosos, era una danza dolorosa pero al mismo tiempo placentera, era como si conectaramos de inmediato. Pero para el no fue suficiente ni para mi, porque de un movimiento, me cogió y me estmpo contra la puerta de la cocina, y sin poder evitarlo, agarre el pomo de la puerta con fuerza y me uni a su tortura tan maravillosa, una, dos, tres embistiadas hicieron falta para que ambos llegarmos al climax al mismo tiempo. Exahusta, me iba a ir a mi cama, pero él, al ver que no podía, me cogió como las princesas y me dispuso a ir a mi cuarto. 

Al llegar me tumbe en la cama, pero algo no quería que se fuera, por ellos le cogí de la mano, haciendo así que me mirara curioso.

-Por favor...quedate-es lo unico que necesito, me dio un beso en la frente y se acosto a mi lado, me sentí de nuevo completa.




EL DESEO DE TENERTE/ LIBRO 3 DE LA TRILOGÍA ¿AMOR U ODIO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora