CAPÍTULO 3 (Editado)

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"A veces la locura es la mejor de las medicinas, porque hay momentos que es mejor no estar cuerda."

NEREA

Estaba ordenado los papeles de mis pacientes en mi despachó, cuando alguien llamó a la puerta, quitándome las gafas, le dije que pasara y sonreí a Laura con un café, agradecida, esta se sentó en el diván, divertida, le miré y le pregunté:

— ¿Qué tal la entrevista? —esta saltó emocionada e instintivamente supe que le había aceptado.

Contenta con mi mejor amiga nos abrazamos y empecé a preguntar millones de preguntas a lo que ella me respondió a cada una de ellas. Estábamos hablando, cuando la puerta se abrió y apareció Will agarrado de la mano de Zack. Las dos nos miramos y no pudimos evitar esbozar una sonrisa al ver a los príncipes de la casa, embobadas por nuestros hijos esperamos a que realizaran su pregunta el primero en hablar fue Zack.

—Quelo il al paque—dijo como pudo con su media lengua, me reí y vi que Laura negó con la cabeza—No podéis cielo, la tita y yo estamos trabajando.

Se pusieron tristes de inmediato y viendo el día tan bueno que hace, pensé en hacer una cosa:

—Ir con Lacasitos, mamá y yo estaremos en el porche vigilándoos—al decir eso estos empezaron a saltar de alegría.

Laura que sabía que los consentía mucho me dio un capón haciendo que le sacara la lengua. Poniéndole la correa a Lacasitos, este, se tumbó en el suelo y esperó a que Zack subiera. Como no pesaba mucho, este lo llevó tan normal pero aun así estábamos preocupadas por el bienestar del perro, que al parecer, estaba feliz de estar con los pequeños. Lacasitos adoraba a sus pequeños dueños o mejor dicho sus mejores amigos, mientras que Kit-Kat y Nutella eran demasiado apegados a nosotras. Will agarró con fuerza la correa, mientras que Zack no paraba de decir: "Cabaito" haciendo que nos riéramos, ya fuera estos dos se fueron al parque, eso sí, con nosotras en el porche donde les podíamos ver estupendamente.

—Quien diría que nosotras dos, seriamos madres—dijo Laura divertida—No lo sé—esbocé una sonrisa.

—Sabes que...—dijo Laura, le miré curiosa—No me arrepiento de nada, a ver de haber conocido a Marcos, pero el de tener a nuestro hijo no y además los dos son muy tiernos.

Asentí, tenía razón, Will estaba hecho todo un primazo, no paraba y siempre estaba protegiendo al pequeño, del mismo modo que Zack a él a pesar de su pequeña edad. Zack era un niño demasiado activo, mientras que mi hijo era más centrado a pesar de su edad, pero eso no significa que deje de hacer sus travesuras, pocas, pero las hace. Vi que Will bajó al pequeño Zack que enseguida le abrazó, haciendo que nos riéramos Laura y yo. Ya cuando vimos que estaban en el parque y tal, las dos, con un montón de papeles los empezamos a revisar, cuando de repente oigo el gritó de Will. Levantándonos corriendo, vimos que Will fue detrás de Lacasitos le podíamos oír decir:

— ¡Para Lacasitos! ¡Sit! ¡Plash! —pero no le hacía caso, detrás de Will estaba Zack que corría divertido imitando a su primo.

—Pimo, epela, epela—al ver que un coche se aproximaba y que se iba a llevar a los dos hacía adelante, corrimos como unas desquiciadas.

Estábamos apunto de llegar cuando vimos que un hombre cogía a los dos críos y hacía la croqueta hasta el parque. Lacasitos, estaba en la acera moviendo la cabeza sin entender nada. El coche, un Audi rojo, se paró y salió del coche. Vi que el propietario de aquel coche era un joven de dieciocho años. Al llegar ambas cogimos a nuestros hijos con desesperación. Zack se estaba riendo y no paraba de repetir: "Maz, maz" Aliviadas, vi que Will estaba pálido, demasiado pálido, no sabía qué hacer cuando de repente dijo:

—Mis toallitas... ¡Donde están mis toallitas! —se empezó a poner nervioso, cuando de repente Zack se las tendió ¿Dónde las tenía?

—Poma, toalita pa pimo—miró a su madre y sonrió: —Pimo, lipia ziempe con ezo, yo lo uzo pambien, poque pimo no gusta toca manos susias. Aupe no me diga nada yo lo hazo poque no quelo pone nevoso a pimo, Obo cuando pimo no ve—dijo haciendo que todos nos quedáramos alucinados. Will cogió a su primo a lo que esté contento le abrazo más fuerte.

Ya cuando estos dos se sentaron en un banco, ambas empezamos a disculpamos con los dos hombres que estaban delante de nosotras se lo agradecimos al hombre que salvo a nuestros hijos, el hombre se había arriesgado a salvarlos, eso no lo hubiera hecho cualquiera.

—No pasa nada, cualquiera en mi lugar lo hubiera hecho.

No sabía lo agradecida que estábamos, también nos disculpamos con el chico de dieciocho años que nos miró curioso, pero más a mí, nerviosa y alterada por lo sucedido, de nuevo empezamos a disculparnos como desquiciadas.

—No pasa nada de verdad, nadie ha salido herido—dijo el que había rescatado a nuestros hijos.

— ¿Ya habéis terminando? ¡Tengo prisa! —se alteró el joven en ese momento no pude evitar psicoanalizarlo.

Me quedé mirando cuando me percaté de sus marcas, instintivamente me llevé las manos a la boca ¿Se cortaba? Tenía principio de depresión lo sabía, esa postura, sus ojos, sus gestos todo indicaba que tenía baja autoestima, a pesar de ser muy pero muy guapo. Tenía: el pelo negro y poseía unos ojos fascinantes, de un gris neutro, precioso. Su cuerpo era fibroso se cuidaba demasiado y algo me decía que sé cuidaba demasiado. Por los cortes lo más seguro que sus padres pasaban de él ya fuera por trabajo o no, por eso lo hacía para llamar la atención. Estaba tan absorta mirándole que no me percaté de que estaba molesto, sonriendo como pude me disculpe.

—Lo siento, soy psicóloga y tiendo a psicoanalizar a las personas—al decir mi profesión se puso tensó, vaya, vaya, al parecer no le gustaba la idea de tener un psicólogo en el barrio.

—No soy un objeto de coleccionista—mascullo malhumorado—Lo sé, y siento haberte intimidado, no era mi intención.

Vi que abrió los ojos como platos, vale, estaba poco acostumbrado al que le hablaran tranquilamente, que pena que no se dejé ayudar. Iba a decirles algo, cuando Will y Zack se acercaron a nosotras.

—Mami—dijo Will tímido—Siento haberme puesto así por las toallitas—me agaché y le iba a tocar el pelo cuando Zack deambulo donde estaba yo y cogiendo con un poco de dificultad la toallita me la dio.

—Pimo no guta gemene, poma—dijo haciendo que me limpiara—Ata, puele toca a pimo—dicho eso se fue con su madre que la cogió haciendo que las dos nos miráramos.

Con cosas más importantes que hacer, cogí a mi hijo y silbamos para llamar a Lacasitos que inmediatamente se fue con nosotras, cogiendo la correa, no fuimos a nuestra casa no sin antes mirara a los dos chicos que no apartaban la mirada de nosotras.


EL DESEO DE TENERTE/ LIBRO 3 DE LA TRILOGÍA ¿AMOR U ODIO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora