CAPÍTULO 5 (Editado)

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"Saber que todo puede cambiar solo con una palabra"

NEREA

Me levanté de la cama al sentir que alguien estaba saltando en mi cama. Mal humorada ya que solía despertarme de mal humor cuando abrí los ojos y vi a los dos príncipes de la casa el enfadó pasó a una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué queréis? —pregunté bostezando y con un gran dolor de cabeza ante la pequeña fiesta que nos montamos Laura y yo en mi despacho—Mamá, hay un señor preguntando por una psicóloga, pensé que quizás te interesaría—al decir eso Will corriendo, salí de mi cama y me puse lo primero que vi en el armario.

Al ver en el espejo la mala cara que tenía, me tomé un momento para maquillarme y recogiéndome el pelo en una perfecta cola. Satisfecha ante mi aspecto ya que no parecía que me acababa de levantar, bajé las escaleras y vi a Laura sirviendo un café a los dos individuos que estaba en el salón, que tierna. Al acercarme, me di cuenta de que el chico, borde y de autoestima baja que casi atropella a nuestros hijos estaba acompañado de un hombre de mediana edad, apuesto, de complexión normal y tenía una sonrisa amistosa a lo que yo se la devolví.

—Buenos días, lo siento por hacerles esperar es que estaba con mi hijo que estaba un poco alterado—mentí, y vi por la cara de Laura que hizo que casi me riera, pero me contuve.

—No pasa nada, vaya, sois muy jóvenes no para ejercer como psicóloga y abogada—dijo el hombre educadamente mirándonos—No creas...bueno en que le puedo ayudar.

—Bueno pasé por aquí y da la casualidad que miré la placa que estaba en la puerta y como mi hijo Dylan está un poco...como lo diríamos... ¿inestable? Sí, me gusta cómo suena pues no dude en venir.

Le sonreí, pobre de su hijo, algo me decía que el padre prefería más su trabajo que su familia y sentí pena por él, pero como una gran actriz, le dije que esperara y cogí mis precios y mis bonos. Al llegar, se los tendí y al ver que los precios era más que asequibles, me dijo:

—Ponme por favor un bono para un mes.

—Son mil euros ¿seguro? —dije dudosa y luego me acordé del coche que tenía el chico sabía que esta familia manejaba.

—Sí, mira te lo pago ya.

Laura casi se atraganta con el café, aturdida, el hombre nos miró sin entender nada y el hijo de este; Dylan, sonrió al ver nuestras caras de sorpresa, vi que sonrió con superioridad, haciendo que rodara los ojos, va a ser difícil de atender. El hombre sacó de su cartera como si nada mil euros, vale, esto nos salvaría el mes. Cogiéndolo, se lo di a Laura que lo guardo en nuestro tarro que era donde metíamos el dinero del trabajo. Iba a decir que cuando quisiera podíamos empezar, que mínimo, pero oí como Zack empezó a llorar y mi hijo a gritar: "¡Donde estaba sus toallitas!" Laura corrió a coger a su hijo que empezó a absorber por la nariz y a decir:

—Mami, pimo Will, enfadado con Zack, Zack no zabe que ha hecho mal, no entiende—oír que hablaba en tercera persona de él nos sorprendió a ambas.

El padre de este chico sonrió con dulzura y en esos momentos vi la culpabilidad en sus ojos y supe que se sentía mal por haber dejado a su hijo solo y fue a peor cuando mi hijo bajo por las escaleras y se acercó a mi avergonzado y me dijo:

—Lo siento mamá, es que estaba alterado ya que necesitaba mis toallitas, lo siento de verdad, me avergüenzo de mi comportamiento tan infantil.

—No pasa nada, tira con tu primo que está llorando porque te has enfadado con él.

Al decir eso, Laura dejó al suelo a su hijo y ambos se fundieron en un abrazo, cogiéndolo se fueron al jardín a jugar con Lacasitos. Miramos a los dos presentes un tanto tímidas.

—Lo sentimos es que no damos abasto—al decir eso vi que el padre sonrió: —Es admirable que dos chicas, solas sacan adelante a dos hijos y una casa.

—Ya, si bueno, los penaltis...—me dio Laura un codazo en el costado e hice una mueca, pero disimulé.

—Podemos si quieres empezar a hora, si te viene bien, en eso decides tú Dylan—al decir su nombre sonrió más ampliamente—Sí, quiere a hora—miré al padre—Señor dejé que Dylan diga—al decir eso el padre asintió.

—Sí, vale a hora—al decir eso le sonreí y le hice una señal para que me siguiera, cosa que lo hizo sin inmutarse y me di cuenta de que me sacaba una buena cabeza.

—Bueno, vamos, este es mi despachó—le senté y al cerrar la puerta oí que alguien llamaba a Laura, haciendo que esta se alterara y se fuera.

Extrañada, le miré, pero sabía que no podía hacer nada, cuando ella viniera me contaría todo, lo sabía. Iba a decirle algo, pero me contuve, sabía que no solucionaría nada, además tenía un cliente, suspirando, cerré la puerta y puse el cartel de prohibido el paso o el coco iba a por quien interrumpiera. Al ver el cartel alzó la ceja sin entender nada, riéndome le dije:

—Es por mi hijo y por mi sobrino al menos sé que no entraran.

—Vaya, lo tienes todo planeado ¿no? —dijo con picardía—Sí, soy una mujer que lo tiene todo planeado.

"Menos tu embarazo" me recordó amablemente mi subconsciente,

—Vaya, el padre de tu hijo tiene que estar encantado con tener una mujer como tú—rodé los ojos antes sus coqueteos.

—Bueno, dado que el padre Will y yo hace bastante que no hablamos pues creo que le dará un poco de igual.

No dijo nada más, cogiendo mi libreta y poniéndome las gafas, le sonreí y le dije:

—Comenzamos—al decir eso, se acomodó y su mirada penetrante se posó en mi haciendo que me pusiera de los nervios.













EL DESEO DE TENERTE/ LIBRO 3 DE LA TRILOGÍA ¿AMOR U ODIO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora